Ninguna de las partes quiere responsabilizarse. Los diputados dicen que no se les puede atribuir la autoría en el alza a la gasolina, al diesel y al gas automotriz. Los priistas, mantienen su postura de que si no sale la electoral, no sale la fiscal y si no sale la fiscal, no sale la electoral, dentro de las cuales se propone una alza a los energéticos del 5.5 correspondiente a un impuesto especial cuya criatura nacerá sin padre, se dice, hay quienes dicen que en realidad es una iniciativa del blanquiazul que ha declarado sin empacho estar dispuesto a asumir el costo político. Este tira tira me parece un despropósito pues no sé desde cuando a los partidos políticos les preocupa la opinión pública. Todos ellos están acostumbrados a hacer sus enjuagues sin importarles que afecte las expectativas inflacionarias, como lo señala Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México, quien sin ambages dice que la medida contaminará la formación de precios, generará presiones de mayor incremento salarial e incidirá en el costo del transporte público. Es indudable que el incremento atraerá de inmediato un daño económico en el presupuesto familiar de los consumidores, que por más que se esculcan los bolsillos no encuentran cómo soportar la andanada.
Lo que más “enchila” es que el Gobierno deja que suba la luz, la tortilla, la carne y el rubro de la gasolina. El que se mueve en vehículos de motor sabe y le consta que mes tras mes a “chaleco” se incrementa su precio en un cinco o seis por ciento. Usted aprecia que cada vez que llena el tanque de su vehículo, en cada ocasión, tiene que desembolsar una cantidad mayor. La gente en la calle ve que los precios de los insumos van a la alza en tanto los salarios que recibe el trabajador se mantienen en un tope que vuelve un lujo el traer un carro propio y hace casi imposible que alcance al salario de un trabajador para viajar en un transporte público. Eso, no hay duda, afectará los ingresos de los que menos tienen. Lo que sí es que el aumento desencadenará una escalada de precios en cascada que pondrá de mal humor a los ciudadanos que acudieron a las urnas en las pasadas elecciones. Aunque eso es lo de menos, llegadas las futuras campañas los partidos gastarán lo que sea, prometerán lo que sea y el pueblo votará por el que sea. Lo que demuestra que aún estamos en pañales por cuanto a democracia se refiere, pues por encima de los intereses colectivos están los privilegios de los poderes fácticos.
Estamos volviendo al uso de la frase de decisiones dolorosas pero necesarias, que encerraba el mensaje lúdico de un Gobierno autoritario que se sabía dueño de las canicas que movía a su antojo, sin que nadie dijera esta boca es mía. Así parece, sin importarles un pito lo que suceda con los consumidores, ni las consecuencias inflacionarias, ni la pérdida del poder adquisitivo, ni el efecto caótico en los hogares donde las familias luchan día con día por apenas sobrevivir. A ciertos políticos, si no es que a todos, parece valerles un ardite la miseria de los mexicanos. Se anuncia, como quien pone una zanahoria colgando de una larga vara enfrente de un jamelgo que tira de un carromato, que a cambio del alza del comestible, habrá para compensar una reducción en el costo del consumo eléctrico, sin decirse la verdad entera de que únicamente beneficiará al sector industrial, pero que no siendo un mandato legal nada les costará echar marcha atrás.
La gente en la calle se pregunta qué pasa en este país donde gobiernos van y gobiernos vienen y es la misma gata, aunque en este caso ni siquiera revolcada. Se trata de invertir en los que menos tienen, es el desgastado estribillo que hemos venido escuchando desde los tiempos en que México era una colonia española hace, nada más, la friolera de 500 años. Que no vengan con historias. Lo que puede ser el caso, mientras los gobernadores se hacen los desentendidos esperando que nadie se entere de su participación en el nacimiento de la criatura haciéndose los remolones, no obstante que el impuesto especial favorecerá sus economías, escurriendo el bulto, pidiendo que no se les ocurra convertirlo en gravamen estatal pretendiendo evadir la condena social. El gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, que corre en la delantera para convertirse en vocero de la Conferencia Nacional de Gobernadores, negó la paternidad de los mandatarios locales en la propuesta del endriago impositivo, en tanto que Manuel Espino, dirigente del PAN le endosó la responsabilidad de la propuesta a la Conago. En fin, entretanto los días transcurren con lentitud, permitiendo que una burocracia corrupta y adiposa continúe su camino rumbo a un mayor uso de recursos públicos, que son proporcionados por el pueblo pero que sirven para que políticos, poco escrupulosos, luzcan resplandecientes rostros en costosos espectaculares. Lo que puede estropearse si la Ley impone prohibiciones al respecto, como se dice se hará.