La serbia de 19 años, Ana Ivanovic, sorprendió a propios y extraños al ganar en dos sets a María Sharapova, número dos del mundo. (EFE)
París, Francia.- La experiencia de la belga Justine Henin, ganadora de los dos últimos Roland Garros, y el descaro de la joven serbia Ana Ivanovic se medirán en la final del Grand Slam de tierra batida, después de que ayer superaran con holgura a la serbia Jalena Jankovic y a la rusa Maria Sharapova.
Los espectadores de la pista central de Roland Garros tuvieron derecho a menos de dos horas y media de tenis. Sesenta y cinco minutos (6-2, 6-1) tardó el huracán Ivanovic en desesperar a una Sharapova que seguirá soñando con jugar la final de París. Ochenta necesitó Henin para eliminar a Jankovic (6-2, 6-2) y ganarse el derecho a su cuarta final, la tercera consecutiva.
Si la presencia de Henin en la final de París comienza a ser una costumbre, la incursión de Ivanovic en el último escalón de un Grand Slam será una primicia que pocos habían augurado.
A sus 19 años, la jugadora de Belgrado, que nunca había superado los cuartos de final de un grande, se ha convertido en la primera mujer que lleva el nombre de su nación a la final de uno de estos torneos desde que se desintegró Yugoslavia, bajo cuya bandera ganaron Roland Garros Mima Jausovec (1977) y Monica Seles (1990, 1991 y 1992).
El Roland Garros de 2007 será el de la eclosión del tenis serbio de la mano de Ivanovic y Jankovic, pero también de Novak Jokovic, que se jugará hoy un puesto en la final masculina contra el español Rafael Nadal.
Séptima cabeza de serie, Ivanovic revolucionó la jerarquía del torneo, primero al dejar fuera a la tercera favorita, la rusa Svetlana Kuznetsova, su víctima en cuartos, y ayer al derrotar a la segunda, una Sharapova que fue un juguete en sus manos.
Agresiva e incisiva, la serbia demostró que, pese a sus 183 centímetros de altura se mueve cada vez mejor sobre la tierra batida, una superficie sobre la que ha sumado esta temporada 18 triunfos, doce de ellos seguidos, incluida la victoria en el torneo de Berlín, el único de esta temporada.
Apenas dio opción a la jugadora rusa, que había llegado casi de milagro a la semifinal tras haber salvado dos bolas de partido en octavos contra la suiza Patty Schnyder, y que volvió a demostrar que la tierra batida no es su terreno predilecto y que no es casualidad que la de Roland Garros sea la única final de un Grand Slam que nunca ha jugado.
La subcampeona del pasado Abierto de Australia deberá esperar un año más para enriquecer con un triunfo en París florido palmarés en el que destacan las copas de Wimbledon 2004 y del pasado Abierto de Estados Unidos.
Mientras que Ivanovic ha cedido dos sets en todo el torneo, Henin llega a la final sin haber perdido ninguno. A sus 25 años la belga afronta el reto de sumar su cuarto Roland Garros, tras los de 2003, 2005 y 2006, el tercero consecutivo, una serie que sólo Seles ha logrado encadenar desde el inicio de la era Open.
Como casi siempre que pone un pie en la tierra batida parisiense, Henin demostró una salud de hierro y una extraña convicción en su capacidad, dos armas que le fueron fatales a Jankovic. La serbia, número cuatro del mundo, volvió a tropezarse con su bestia negra, como en cinco torneos anteriores en los que, cada vez, la belga le apeó de la competición.
Al igual que en el Abierto de Estados Unidos del año pasado, cuando Jankovic disputó por primera vez las semifinales de un grande, la serbia se topó con una Henin en plena forma. En Flushing Meadows, Jankovic ganó un set y tenía una bola de 5-2 a su favor en el segundo antes de ceder diez juegos consecutivos y sucumbir. En París no dio ninguna sensación de poder inquietar a la campeona.
Aupada por un público que la adora, la metódica belga rompió el servicio de su rival al cuarto juego de cada set y, si en el segundo Jankovic hizo un ademán de retornar al encuentro al recuperar el saque en el quinto, acabó por sucumbir ante la solidez y seriedad de la pupila del argentino Carlos Rodríguez.