La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente cada año realiza la supervisión en puertos, aeropuertos y fronteras para evitar que se introduzca al país árbol plagado o sin permisos. (El Universal)
¿De a cómo éste?, ¿Y si me dura hasta enero?,... No, pero se ve muy amarillo y no tiene mucho aroma ¿en cuánto me lo va a dejar?
Esas son las preguntas de los compradores a la hora de elegir el árbol de Navidad que llevarán a casa.
Preocupados por el tamaño, color, frescura, durabilidad, olor y, sobre todo, precio, la población olvida verificar si el ejemplar elegido tiene una etiqueta que respalde su procedencia.
Si tienen o no permiso, si fueron cortados legalmente o no, no importa cuando se trata de conseguir un árbol bueno, bonito y barato.
Decenas de familias llegan a centros comerciales, mercados y tianguis en busca del árbol, pero pocos o nadie se preocupa por si ese árbol llegó al mercado de manera legal.
“Yo me fijo en el precio y en el tamaño... en si traen permiso, la verdad no es algo que me interese. Pero mira, si trae el listón” comenta Roberto, tras terminar su compra.
Efectivamente, amarrado del centro cuelga una etiqueta roja plastificada, pero que no dice nada, sólo el color que es referencia del tamaño.
“Ahora que lo dice, sí es importante, pero nosotros la verdad no preguntamos por las etiquetas del permiso porque ni sabemos cómo se puede checar, no hay información sobre eso, es una cuestión cultural y no nos lo han enseñado”, señaló un miembro de la familia Blanco Cruz.
Mario Saldívar, locatario del mercado San Cosme, indica que tampoco las autoridades se ocupan ya de verificar la procedencia de los árboles.
“Hace años cada temporada venía la forestal y revisaba todas las etiquetas, pero ahora ya tiene mucho tiempo que no hay ni una supervisión”.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente cada año realiza la supervisión en puertos, aeropuertos y fronteras para evitar que se introduzca al país árbol plagado o sin permisos.
Sin embargo, en un recorrido realizado en distintos puntos de venta, se constató que no todos los árboles cuentan con las etiquetas correspondientes.
El problema, señala uno de los vendedores es que aunque quienes comercializan árboles de Navidad de manera formal no se arriesgan y compran sólo los que llegan a la Central de Abastos, provenientes casi todos de Canadá y con las etiquetas del permiso bien identificadas en las que se indica el tamaño y la especie.
Sin embargo, expresó que también puede darse la tala clandestina, el robo de árboles de las plantaciones o bien que algunos metan árboles de manera ilegal, y la falta de supervisión ya en los puntos de venta facilita su comercialización.