Los malandros en la Comarca Lagunera ya se están volviendo más sofisticados. Ahora ya hasta atacan con granadas, como ocurrió en el edificio de la Policía de Gómez Palacio y en la Subprocuraduría de La Laguna de Durango, en Lerdo, el jueves pasado. Si algo faltaba para meterle más sicosis al asunto, pues ya lo tenemos. El ataque simultáneo es un obvio mensaje de que las fuerzas del crimen organizado son superiores a las de la ley, pero el hermetismo de las autoridades nomás no ayuda, pues no sabemos de dónde vienen los golpes ni a quiénes agarraron como presuntos implicados. Este caso toma un matiz interesante en Torreón ya que nuestros subagentes nos comentan que el jueves en la tarde, horas antes de los atentados, la Dirección de Seguridad Pública recibió un aviso por el número 066 diciendo que había unos vehículos sospechosos que podrían estar cargados de explosivos. Total, que ayer los cuerpos policiacos de la región ya traían el pánico correspondiente a una situación así, pero lo que falta, como siempre, es la estrategia a largo plazo para evitar que la plaza se vuelva el campo de tiro particular de los criminales.
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A ver, vamos a explicar esto despacito y “con dibujos” a ver si así entienden los encargados de urbanismo y vialidad del Municipio. El golpe a un atropellado es directamente proporcional a la velocidad con la que le dieron el trancazo. Esta ley inmutable de la física es importante cuando notamos que los semáforos en bulevares importantes, como el Independencia y el Revolución, están teniendo fallas en la sincronización. Por tanto, los automovilistas le aceleran antes de que la siguiente luz los agarre en rojo. Mientras eso sucede, los peatones cruzan a lo loco, porque no hay puentes peatonales y los carros vienen “volados”. Con esta lógica, no explicamos por qué los encargados de darle mantenimiento a estas vialidades no han entendido que los semáforos deben funcionar correctamente o de nada sirve modernizar las vías para agilizar el tráfico y darles más seguridad. Y ya ni hablamos de esa aberración de semáforo que se aventaron en el bulevar Juan Pablo II, en el que para dar una vuelta a la izquierda lo mandan a uno por la derecha. Nuestros subagentes concluyen que el jefazo de Ingeniería Vial, Francisco Torres, está igual que su colega de Servicios Públicos, porque tampoco sale de su casa. No estaría mal que don Paco se aventara una vueltecita por la ciudad para que le dé una probadita al caos vial que sufren los torreonenses que le pagan su sueldo.
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El que acaba de reaparecer allá por los rumbos de la Secretaría de Desarrollo Regional (perdón, la vicegubernatura) es Raymundo Rodríguez. ¿Se acuerdan?, el que cobró veinte años como gerente técnico del Simas y fue corrido por el alcalde José Ángel Pérez hace unos meses, para luego trenzarse en una polémica (y una demanda) acusando a don José Ángel de usar Simas como su “caja chica”. Decíamos pues, que don Raymundo se apareció en los dominios de Eduardo Olmos, aunque no se sabe con qué chamba o qué intenciones. Su presencia ahí no sólo abona la confrontación entre el alcalde y el gober Humberto Moreira, sino que tiene a nuestros subagentes rascándose la cabeza tratando de desentrañar un absurdo. Y es que si las huestes del gober andan calientes con la auditoría a Simas durante la gestión de Guillermo Anaya, no se explican cómo el Estado cobija a la persona que fue la encargada de planear y ejecutar los proyectos que van a ser investigados por el Congreso. Ahí se las dejamos y si logran explicar este disparate, por favor nos avisan.
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Se acabó el primer periodo de sesiones del Congreso, que fue sin duda el más divertido y entretenido de la historia reciente, desde que empezó con el boicot perredista al último informe de Vicente Fox y siguió con el circo de la toma de posesión de Felipe Calderón. Este periodo también le dio celebridad internacional al diputado Jorge Zermeño, que se la rifó de presidente de la Cámara y que ya debe andar buscando qué liana agarra, porque seguramente no ha de querer regresarse de diputado a una curul en el rincón del “Bronx”, a donde lo quiere mandar el coordinador del PAN, Héctor Larios, para que no le meta ruido. Dicen nuestros subagentes que deambulan disfrazados de ardillas en Los Pinos, que el presidente Calderón podría entrar al rescate del diputado al que le atestiguó su boda (y que le garantizó su toma de posesión). Por ahí dicen que don Jorge se irá de Embajador a España, lo cual sería una forma elegante de mandarlo al exilio, por no decir otra cosa. Pero si don Felipe de veras lo quiere, una maniobra posible es que ahora que el “preciso” anda caliente con meter a uno de los suyos de presidente nacional del PAN, el Secretario de la Función Pública, Germán Martínez, se convertiría en el alfil presidencial para deshacerse de Manuel Espino y así se abre un buen espacio para darle a don Jorge un hueso en el Gabinete. Mientras tanto, el ex alcalde de Torreón suspira y suspira y reza y reza.
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Los que también andaban rezando y de golpe de pecho el miércoles pasado eran los candidatos a la alcaldía de Gómez Palacio. El priista Ricardo Rebollo y el panista Augusto Ávalos se aparecieron en la fiesta por la remodelación de la iglesia de San Marcos en el poblado de Venecia, Durango, en una misa celebrada por el Arzobispo de Durango, Héctor Gonzáles Martínez. Los aspirinos se tuvieron que chutar una hora de homilía de Monseñor González, que transitó de la celebración a la condenación por la nueva ley del aborto en la capirucha del esmog. Pobrecitos, batallaban para no dormirse, pero al final se vieron recompensados con una buena tamaliza. Por cierto, nuestros subagentes, disfrazados de choferes del “Rebollo-móvil”, el nuevo camión descapotable del candidato de la “O” naranja, nos comentan que don Ricardo tuvo una reunión el mismo miércoles con unos ciento cincuenta jóvenes panistas, en un intento por comerle el mandado a su rival. Como se sabe, ambos candidatos debatieron el viernes pasado en un foro universitario que tuvo que ser terminado abruptamente porque las campañas andaban filtrando preguntas “a modo” de los aspirantes. Pues bien, reportan nuestros subagentes que un día antes del debate, Ávalos tuvo una reunión con unos veinte estudiantes de la Universidad La Salle, donde fue el debate y en la que supuestamente habrían arreglado las formas de hacer sentir el apoyo por el panista. Para ser estrenado en esto de la grilla, se ve que don Augusto está aprendiendo rápido.
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El que ya regresó de Cuba fue el gober Humberto Moreira. Dicen que fue a rendirle cuentas a los cubanos de cómo anda jalando el aparato de cirugías de ojos que nos regaló el Comandante Fidel Castro, pero eso se antoja algo curioso, porque no explicamos cómo don Humberto sí fue a rendirle cuentas a otro país, cuando aquí con los coahuilenses nomás no se ha visto entusiasmado con esa práctica. Nuestros subagentes, disfrazados de bases del Partido Comunista, nos cuentan que el gober la pasó bien allá y que hasta lo declararon ciudadano distinguido de La Habana, lo cual debe sentirse bien bonito. El gober todavía no llega a los niveles del Che Guevara, pero va bien en su camino para entrar al panteón de héroes de la Revolución. (¡Hasta la victoria siempre!) Pero nomás para que el gober no diga que esta columna no lo quiere, es menester comentar que fue buena la respuesta que tuvo ante la tragedia de Piedras Negras, por un tornado dejó tres muertos y miles de damnificados y en donde se apareció ipso facto. Ahí sí, para bien, el gober se distanció de su antecesor Enrique Martínez, que hace tres años, ante un desastre mucho mayor en la misma ciudad, tardó un día en aparecerse. Bueno, hasta los de Eagle Pass, Texas, elogiaron a don Humberto porque dicen que su gober Rick Perry nomás se dejó caer una hora y le valió el asunto. Bien por don Humberto, hizo algunos puntillos con los coahuilenses.
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