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VERDADES Y RUMORES

El Agente 007

Las huestes del alcalde José Ángel Pérez están tomando clases de baile. Pasito pa’lante, pasito pa’tras. Los alumnos más aventajados son los directores de Desarrollo Urbano, Alberto Hermosillo y de Obras Públicas, Aniceto Izaguirre. Lo decimos porque ya va la tercera vez que el Municipio deshace una obra que acababa de hacer. Sucedió en la avenida Juárez, donde se tumbó un camellón recién construido que bloquearía un estacionamiento, porque los vecinos protestaron. Apenas dos meses antes, en la misma Juárez, el Ayuntamiento tumbó cordonería que había clausurado dos vueltas izquierdas para volverlas a abrir. También pasó en la Alameda, donde tumbaron camellones para hacer estacionamiento, pero protestas de vecinos tienen la obra detenida y el escombro arrumbado en lo que se hace una “consulta” que probablemente obligará a reconstruir los camellones. Esperemos que esta forma de gastar el dinero del pueblo no se les haga costumbre. Suena insignificante hablar de camellones y banqueta, pero lo que trae preocupados a nuestros subagentes que ven con una mezcla de horror y risa esta comedia es que si el Municipio es incapaz de hacer bien cosas pequeñas, quién sabe si será capaz de hacer cosas más grandes. Unos aventuran que don José Ángel se convirtió a la teoría económica del empleo permanente que dice que éste se logra poniendo gente a hacer un hoyo para luego taparlo, ad infinitum. Por supuesto, los que se llevan el empleo permanente son las constructoras que cobran por hacer y también por deshacer. Sorprende la total impunidad con que el Ayuntamiento escurre el bulto por pifias como ésta, con don Alberto invocando esa gran tradición mexicano de “a ver cómo nos arreglamos” a la hora que se le preguntó cuánto iba a costar el numerito de hacer y deshacer. Por lo visto, él es alumno avanzado en la danza para adelante y para atrás, un ritmo que contagia ya a varios en el Municipio. A ver si no terminan echándole la culpa al sindicato de Simas o al vicegobernador Eduardo Olmos, o al tornado de Piedras Negras, porque ya sabemos que eso de aceptar responsabilidad no se les da mucho.

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El que nos trae preocupados por su salud es el gober Humberto Moreira. Ya habíamos preguntado si no andaría malo de algo porque olvidó poner su foto en un desplegado, pero los disparates que se aventó el otro día en Piedras Negras de veras nos traen con el pendiente. Dijo el gober que las empresas que no apoquinaron para ayudar en la reconstrucción por el tornado que azotó Piedras Negras no van a recibir contratos directos del Gobierno del Estado. El problema, aparte de la arbitrariedad dictatorial con la que soltó el veto, es cómo dijo las cosas. “Y que le hagan como les dé la gana”, dijo don Humberto. “Porque yo por las buenas soy bueno, pero por las malas mejor (...) Ya saben que yo le entro al toro con quien sea, no me rajo”. Semejante desplante no se había visto desde las películas de Pedro Infante, pero en este caso preocupa el tono “a la Hugo Chávez” que traen las declaraciones del gober. Hasta la agarró contra los municipios que contraten con las empresas “tacañas” pues a ésos los amenazó con quitarles los recursos del programa Mano con Mano, como si esos recursos se reparten por la gracia de su generosidad y no por que es dinero público. Tampoco se detiene a pensar si las empresas que no ayudaron estaban imposibilitadas para hacerlo. Dicen nuestros subagentes allá en Piedras Negras que el gober está agarrando tonos peligrosos de populismo frente a lo que fue una tragedia, pensando que su agresividad es otra forma de ayudar. Quizá le ayude tomarse un tecito de tila para que se le calmen los nervios. Nuestros subagentes ya buscan uno bueno en el mercado Juárez.

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Los operativos de “blindaje” que según esto iban a sellar a La Laguna de Coahuila del “efecto cucaracha” por la violencia en otros estados, parece que ya es algo para el álbum de los recuerdos. Nuestros subagentes han notado que los operativos, en donde se lograba detenciones espectaculares de peligrosos sujetos con caguamas y rifles de postas, han bajado en frecuencia desde que nos agarró la paranoia en enero. Los subagentes, disfrazados de judiciales, nos comentan que en algunas corporaciones policiacas se han estado evaluando los operativos y se concluye que más bien sirvieron de escenografía para dar cierta tranquilidad, pero que en realidad no han podido detener la ola de violencia, que se ha dejado venir con saña, tanto en Torreón como en Gómez Palacio. Al parecer, las autoridades ya notaron que la presencia no es suficiente, pero ojalá se enfoquen en mejorar la labor de inteligencia para detectar los “focos rojos” porque luego de los atentados con granadas en Gómez Palacio y Lerdo, la pregunta ya no es si habrá otro ataque, sino cuándo.

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Volviendo al Municipio de Torreón, sorprende cómo a veces las cosas suceden al revés. Ahora resulta que nuestros subagentes, en lugar de recibir información de los funcionarios, se las dan. Lo decimos porque el otro día uno de nuestros subagentes fue a preguntar a Obras Públicas qué estaba pasando con un semáforo nuevo que anda dando mucha lata en el recién renovado bulevar Juan Pablo II. Resulta que ni el jefazo de Obras Públicas, Aniceto Izaguirre, ni el de Ingeniería de Tránsito, Francisco Torres, tenían la menor idea de lo que les estaban hablando. Eso sí, muy comedidos, dieron las gracias por la información que acababan de recibir y prometieron que iban a ver el asunto. El hecho de que se trate de una obra recién terminada, a la que se supone que se le debió poner atención, confirma la hipótesis lanzada desde hace rato, de que los funcionarios del Municipio no salen de sus casas. Para la próxima, pensamos disfrazar a uno de nuestros subagentes de director de Obras Públicas o de jefe de Ingeniería de Tránsito, a ver si logra arreglar algo.

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En Lerdo, el gober Ismael Hernández Deras dejó vacío el asiento de primera fila que tenía para inaugurar el Festival Internacional de las Artes. Al parecer, dicen nuestros subagentes, el teléfono está descompuesto entre el Gobierno (priista) de Durango y el Ayuntamiento (panista) de Lerdo, pues mientras los primeros dicen que nunca les llegó la invitación, los segundos juran y perjuran que sí la mandaron. O sea, échenle la culpa al correo. Pero la ausencia de don Ismael no nada más fue física, sino también en cuestión de billetes pues nuestros subagentes disfrazados de grupo de jazz comentan que el Gobierno Estatal “no se mochó” para la organización del evento. El gober también estuvo ausente en la presentación de Susana Zabaleta, quien se le fue a sentar a las piernas al alcalde de Lerdo, Antonio Olivas, que estaba encantado de la vida y luego le agradeció a la Virgen de Guadalupe que la hubiera traído. La que también andaba en primera fila era la ex alcaldesa de Lerdo y nueva inquilina de la nómina federal, Rosario Castro, que se escapó de la capirucha del esmog para ver cómo andan sus dominios lerdenses. Cuentan que doña Rosario estuvo muy contenta con el espectáculo de la Zabaleta, excepto cuando la cantante criticó a los panistas por “moralinos”, lo que le borró la sonrisa, pero la ex alcaldesa fue capaz de resistir el ansia de sacar el celular para hablarle a los censores de Gobernación.

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