Los que se dieron tremendo quemón son los del Fideicomiso de Seguridad Pública con el asunto de la revelación de una plática entre el jefazo de la Policía de Torreón, Alfredo Castellanos y un comandante desconocido en la que tratan el caso de falsificación de firmas en documentos del Fideicomiso que habrían avalado la entrega de uniformes y equipo que nunca se recibió. No faltan las malas lenguas que ya se preguntan si el mensajero que entregó la grabación a un periódico de Saltillo no estará en la nómina del Gobierno Estatal, sobre todo con la bronca que se traen con los veinte millones que el gober Humberto Moreira prometió al Fideicomiso con la condición de que definieran bien en qué se iban a gastar. Cuando salen estas cosas, como que no se tiene mucha confianza en que el Fideicomiso maneje bien el billete. Al parecer el caso ya era investigado por la Contraloría Municipal, que desde fines del año pasado detectó que algo olía raro en ese asunto, aunque según el propio Castellanos no había tal fraude. La pregunta, sin embargo, es: ¿cuándo nos iban a decir? Porque al más puro estilo tenebroso, el caso se vino a conocer con una grabación filtrada a un medio de comunicación. O sea que eso de la transparencia se les da siempre y cuando sea de cosas que no pongan en evidencia al Municipio.
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Luego de tres semanas, por fin se levantó la huelga en el Simas. O sea que ahora volverán las ineficiencias al sistema de aguas, que funcionaba mejor cuando estaba en paro. Ojalá que esta experiencia sirva para que a las autoridades municipales y al sindicato y el PRI que está detrás, no se les ocurra seguir jugando a la política con los servicios que más afectan a la gente. No es coincidencia que el fin de la huelga llegara dos días después de que el sábado pasado se reunieron el alcalde José Ángel Pérez y el “hermano cómodo” (también conocido como subsecretario de Gobierno) Rubén Moreira. La reunión fue sigilosa y se tocaron diversos temas, en particular la vicegubernatura o Secretaría de Desarrollo Regional, que muchos en el Municipio ven como el demonio. Dicen nuestros subagentes disfrazados de jarras de café, que el compañero Rubén trató de convencer a don José Ángel de que el Gobierno del Estado no estaba detrás de la huelga ni moviendo los hilos de la CTM, con el argumento de que al dino-líder, Leobardo Flores Ávila, no lo controla nadie (ni sus nietos, como decía el inolvidable Rodríguez Alcaine). Vaya uno a saber si don José Ángel le creyó a don Rubén. Falta, por supuesto, que el alcalde fume la pipa de la paz con el gober Humberto Moreira, quien por cierto se fue de boca con eso de que a don José Ángel le valió la tragedia del tornado en Piedras Negras, cuando el alcalde envió un paquete de ayuda sin sentir que tenía que avisarle al gober.
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Buen susto se llevaron ayer los reporteros que cubrían la reunión del Fideicomiso de Seguridad Pública cuando el “vicepresidente municipal” Jorge Hernández llegó a decirles que el Nudo Mixteco se había colapsado por una filtración de agua del canal de Sacramento. Dicen nuestros subagentes que don Jorge asomaba una especie de sonrisa a la hora de dar la noticia, pensando en los puntos que se iba a anotar el Municipio en su bronca con el Gobierno Estatal. Los reporteros corrieron al sitio de la “inundación” para encontrar que nomás se mojaron tantito las paredes y a funcionarios de la Comisión Nacional del Agua diciendo, tranquilos, aquí no pasa nada, esto es normal y no hay bronca. Ya será para la otra, don Jorge, al cabo que por metidas de pata no queda.
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Y hablando de vicepresidentes, el que al parecer está extendiendo sus tentáculos por los diversos edificios municipales es el “primer amigo” de la ciudad, Ricardo Muñiz, que llegó a la nómina del Ayuntamiento al son de sesenta mil pesillos mensuales para coordinar cuestiones de obra pública que, para ser francos, está bastante descoordinada. Nuestros subagentes, disfrazados de pájaros en el alambre, nos cuentan que don Ricardo tiene picaporte en todas las oficinas de directores municipales, donde todos le levantan el teléfono más rápido de lo que se tardan en pensarlo. Lo que todavía no sabemos es qué hace exactamente don Ricardo, pues el Cabildo aún no ha autorizado su puesto, que según esto iba a ser una especie de coordinadora de áreas que tuviera que ver con ejecución de obras. Pero con eso de que los de Obras Públicas y Desarrollo Urbano se han vuelto muy aficionados a hacer y deshacer cosas o a meter cambios de última hora en proyectos que están a medio construir, pues todavía no sabemos exactamente de qué la gira. Por cierto, el director de Obras Públicas, Aniceto Izaguirre ya admitió que la falta de coordinación con el Simas ha provocado retrasos en los pares viales de Comonfort-Madero y Tecnológico-Gómez Morín, pero no necesariamente dio garantías de que eso no se repetirá en obras futuras pues, filosofó el hombre, “no existen proyectos perfectos”. Muy bien, pero: ¿quién paga los proyectos imperfectos?
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El alcalde José Ángel Pérez andaba un poco molesto porque dice que aquí nomás jorobamos con el asunto de las obras que el Municipio no termina de hacer (o que también hace y deshace) y que no señalamos que el Gobierno del Estado también tiene obras detenidas en la ciudad y obras que se tardó siglos en empezar, como el “Nudo Mixteco”. Nada más le queremos recordar a don José Ángel que una de las razones por las que las huestes del gober alucinan a su 007 es porque les pusimos mucho gorro con los disparates que andaban sacando con el Nudo, como eso de mover la pista del aeropuerto. Nomás que ya no se acuerda. Pero ya que insiste, vamos a darle el gusto y como hablamos de hacer y deshacer obras, pues no podemos dejar de mencionar ese gran ejemplo de ingeniería (e ingenio) coahuilense que es el DVR. Lo que pasa es que ya ni sirve de nada preguntar qué pasa con eso porque a un año de que se dictaminara su demolición, el Gobierno del Estado nomás se hace pato y no aterriza nada. Al parecer, los muchachos del Procurador Jesús Torres Charles, encargados de presentar la averiguación previa nomás no tienen prisa. Y don Lalo Olmos, que según esto se iba a traer esa papa caliente, parece que ya se quemó las manos.
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Los que se aventaron unas declaraciones que serían bastante simpáticas de no ser preocupantes son los alcaldes de Gómez Palacio, Octaviano Rendón y de Lerdo, Antonio Olivas. Don Octaviano dijo que ya “no aguanto” el paso del tren por el bulevar Miguel Alemán en horas pico, atorando el tráfico sobre la entrada a Gómez Palacio. Qué bien que don Octaviano tenga empatía con el resto de sus conciudadanos, el problema es que él es el alcalde y por tanto, autorizado a ponerle un alto a las arbitrariedades de Ferromex. Como que nomás andarse con quejas sin hacer nada no se vale. El otro que trae su queja es don Antonio, quien lamentó el otro día que Lerdo se haya vuelto un tiradero cadáveres, porque ya van varios cuerpos que son hallados en sus dominios. Y también parece que a don Antonio no le ha caído el veinte de que él es el alcalde y por tanto tiene la responsabilidad por la seguridad pública del Municipio. Porque quejarse es una cosa, pero quejarse cuando uno está en posición de hacer algo, es otra cosa muy distinta.
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