Varias sorpresas trajeron las elecciones en Durango del domingo pasado, sobre todo del lado de La Laguna. En Gómez Palacio el PRI mantuvo la alcaldía, aunque la sorpresa fue el margen más cerrado de lo que se esperaba, menos de diez puntos contra los más de treinta que anticipaban el tricolor Ricardo Rebollo y las encuestas independientes. En Lerdo, el panista Carlos Morales ya se hacía sentado en la silla, sin contar con que el ex partidazo vino a quebrar la hegemonía que el clan Castro Lozano había mantenido durante nueve de los últimos doce años. Don Ricardo debe estar pensando qué diablos pasó para que el panista Augusto Ávalos remontara la desventaja y terminara con la votación más alta en la historia del PAN gomezpalatino y bien haría en reconocer que lo cerrado del margen indica que no muchos están contentos con el tricolor en Gómez. Nuestros subagentes, disfrazados de analistas de café, opinan que en contra de don Ricardo jugó el clima de inseguridad que prevalece en la Comarca, la “guerra sucia” desatada por las huestes blanquiazules que, en un “spot”, llegaron a pintar al priista como secuestrador de la ciudad, pero también a un cierre fuerte de don Augusto, que se trajo la artillería pesada del Comité Nacional panista y dejó caer como “yunques” a Manuel Espino y a Carlos Abascal. También tuvo a panistas de Torreón echando la mano y fue tan descarado, que el domingo los primeros que salieron a reconocer la derrota ni eran de Gómez: el diputado federal por Coahuila Carlos Bracho y el ex tesorero de Torreón, Jorge Hamdan. Al final, como suele suceder con el PRI, el voto rural salvó a don Ricardo de una elección más cerrada, a pesar de que la “O” naranja irrumpió en el paisaje lagunero desde principios de año.
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En Lerdo, la alcaldesa (con licencia, pero como si lo fuera) Rosario Castro andaba tan inconsolable como burócrata sin hueso (aunque ella tiene el suyo bien amarrado en la nómina federal). Y es que tanto ella como su “delfín” Carlos Morales ya estaban viendo otros tres años de bonanza, cuando el tricolor Carlos Aguilera llegó y les dio un zarpazo. Nuestros subagentes disfrazados de fuerzas vivas, nos comentan que Morales se confió demasiado en su victoria y desatendió la campaña, además de que varios que han tratado con él reportan actitudes prepotentes, cosa que, es bien sabido, no hay que hacer si se quiere ganar una elección. Tampoco le sirvió mucho el apoyo del PAN de Torreón, sostenida hasta el final cuando los directores de Cultura, Gabriela Nava y de Autotransporte, Ernesto Cuéllar, acompañaron a Carlos Morales a votar y a darle algo de apoyo moral. Por lo que respecta a doña Rosario, la ex alcaldesa dejó el changarro tirado hace tres meses para irse a chambear a la Secretaría de Gobernación, cosa que ya había hecho la vez pasada que gobernó Lerdo, en 1998, cuando también pidió licencia para irse de candidata a la gubernatura. O sea, que mucho compromiso como que no se vio. Pero el control del clan Castro Lozano es evidente en la política lerdense, pues si bien uno esperaría que el candidato estuviera en su casa de campaña, en esta ocasión Morales trajo pegada a doña Rosario (al borde de las lágrimas) y a su sobrino, el diputado Juan de Dios Castro Muñoz, en la escuela que es propiedad del padre de éste, el Subprocurador Juan de Dios Castro. Es decir, para que se vea dónde truenan los chicharrones.
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Todavía no repuestos del “shock” por perder Gómez Palacio, Lerdo y Durango capital, los panistas empezaron a aventar ideas para revertir los resultados y agarraron una que sacaron enterita del “Peje-Manual para impugnar elecciones”. Nos referimos al concepto de “nulidad abstracta” bajo el cual piensan argumentar ante el Tribunal Electoral que el gober Ismael Hernández Deras metió las manos en el proceso y creó condiciones adversas para una elección equitativa y justa. Es exactamente una de las cosas que el Peje López Obrador acusaba de Vicente Fox hace exactamente un año. Recordarán que en aquel entonces el PAN desechó la idea por ridícula, así que no deja uno de preguntarse por qué un año después los mismos panistas piensan que es una estrategia brillante. Claro que el gober pudo haberse evitado varios numeritos, como aquél de venir a Gómez Palacio a entregar obras tres días antes de la elección, pero la nulidad abstracta ha sido difícil de probar en tribunales y su éxito es más bien limitado. Por otro lado, no hay que olvidar que, tal como sucedió el año pasado, tantos chanchullos hay de una parte como de la otra, así que los baños de pureza deben dejarlos para otra ocasión.
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También del PRI anduvieron del otro lado, pues el que ya no llena con andar haciendo “grilla” en Coahuila y ahora busca otros estados es el “hermano cómodo” Rubén Moreira, que como buen chapulín dio el brinco a Gómez Palacio el domingo pasado para regocijarse de los triunfos tricolores. El presidente del PRI coahuilense le llevó su fino discurso a las huestes gomezpalatinas, a quienes les soltó que como el PRI ha ganado tantas cosas en el último año, cuesta trabajo creer que Felipe Calderón en realidad ganó la Presidencia. Lo que pasa, dicen los que dicen saber, es que el PRI ya no lleva a Roberto Madrazo al frente. Don Rubén salió engallado de Gómez, en donde anunció que ahora van por Torreón. En Torreón, el “big brother” anduvo con los de “Antorcha Campesina en Torreón”, ese grupo político de altos vuelos especializado en organizar bloqueos e invadir terrenos y que un día está con el PRI, otro con el PRD y otro con el PT, pero aquí cualquiera que se sume a la lucha contra los aborrecidos azules es bienvenido. Mientras tanto, el alcalde José Ángel Pérez debería poner sus barbas a remojar, pues ahora queda prensado entre el PRI de Durango y el de Coahuila, con Torreón como una isla azul en el mar tricolor, resistiendo regresar a los buenos tiempos del carro completo.
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Ahora al Municipio le da por inaugurar las obras por partida doble, lo que tiene sentido, pues si se tardan el doble de tiempo para hacerlas, lo menos que pueden hacer es inaugurarla dos veces. El caso es que el alcalde José Ángel Pérez se llevó al Obispo José Guadalupe Galván a inaugurar la calzada Juan Pablo Segundo, con todo y estatua en la glorieta. Pero el detalle es que la obra ya había sido inaugurada “virtualmente” hace como mes y medio. Otro detalle es que la obra, lejos de promover un manso comportamiento espiritual, es un aliciente para juramentos en vano y faltas a la honra de la madre de quienes fungen como autoridades, por tanto semáforo disparatado que tiene. El alcalde y el obispo se llevaron verbena a la inauguración y deben pensar que vivimos en un pueblo donde circulan cinco carros y aterriza un avión cada quince días, pues no les importó atorar el tráfico en la calzada del aeropuerto, lo cual vino a traer aún más imprecaciones y recordatorios obscenos, que evidentemente fueron muy poco ejemplares de la paciencia del santo Job.
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Por cierto, el alcalde ya tomó sus vacaciones una semana y se fue con rumbo desconocido, seguramente no a Monclova o Piedras Negras, pues esas ciudades las conoce de sobra, aunque uno nunca sabe. Al parecer, don José Ángel no le avisó a nadie, pues hasta ayer algunos regidores ni idea tenían que se había ido. Lo que nuestros subagentes disfrazados de burócratas no han podido discernir, es quién se quedó a cargo del changarro. Lo normal es que el primer regidor, Pedro Ávila, agarre las riendas del Municipio, pero por ahí andan diciendo que es en realidad el “primer amigo” Ricardo Muñiz el que anda cantando las jugadas, aunque no tiene aún cargo formal. Don Ricardo, por cierto, todavía anda como Diógenes con su lámpara, buscando a alguien que le diga cuál es su chamba en la Presidencia Municipal. Pero bien dicen que no hay mal que por bien no venga y a lo mejor en ausencia de don José Ángel las cosas marchan mejor en la comuna y don Ricardo se proyecta. Por lo pronto a lo mejor le convendría hacer su solicitud de ingreso al PRI.
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