La reunión que tuvieron el secretario de Gobierno, Homero Ramos Gloria y el senador panista Ernesto Saro para apagar el incendio que causó el gober Humberto Moreira la semana pasada, trascendió como un caso notable de negociación política y fue ponderada como una perla de la conciliación.
En realidad, cuentan nuestros subagentes que andaban rondando las mesas del restaurante en la peronera capital, no fue ni lo uno ni lo otro. La reunión servirá de poco y la conciliación será efectiva hasta que el gober necesite aventarse otro tiro con los panistas para realzar su perfil político, o los panistas caigan otra vez en plan de mártires; lo que suceda primero.
Y es que por más que don Homero quede como el negociador del “Gobierno de la gente”, él no es el de la lengua suelta, sino su jefe, que ya va calentando el ambiente rumbo a las elecciones del año que entra. Además, don Ernesto no habrá salido muy convencido porque todavía le quiere dar para adelante con la denuncia que quiere presentar contra el gober por acusarlo de traficar terrenos en Ramos Arizpe cuando fue alcalde. El que anduvo muy calladito toda la semana fue el senador, primer compadre y destinatario principal de la furia del gober, Guillermo Anaya, quien mejor se fue a atravesar el Estado en cuatrimoto con su cuate el ex gober Enrique Martínez. Pero el lunes reapareció en el aeropuerto peronero para aventarse una sesión de una hora con el gober y quedar en que ya se van a llevar bien. Como si fuera telenovela, don Humberto prometió que va a ser más tolerante con los blanquiazules y don Memo que no lo va a demandar. A ver cuánto les dura, porque por más “negociación” que haya, la pregunta no es si alguien volverá a las andanadas, sino cuándo.
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Después del agarrón del gober Moreira con los panistas comenzaron a salir los detalles del segundo informe que fue opacado totalmente la semana pasada y, como dicen, el diablo está en los detalles. Resulta que, en el caso de Torreón, el gober presumió veintiséis proyectos de infraestructura, de los cuales sólo se han terminado diez; otros diez apenas se están haciendo y tres ni siquiera han iniciado. Ésta es sólo una perla de los resultados que presume don Humberto. Otra, por ejemplo, es que los curulecos del PRI, debidamente aleccionados por ya sabe quién, quisieron impedir la comparecencia del vicegobernador de Desarrollo Regional, Eduardo Olmos Castro, en la glosa del informe. Los curulecos panistas brincaron con justa razón, pues no iban a dejar que la pesadilla de José Ángel Pérez fuera a pasar la glosa sin checar tarjeta, de modo que priistas y panistas tuvieron que entablar negociaciones de última hora para que don Lalo compareciera, al menos para explicar los embrollos políticos y técnicos en los que anda metida la vicegubernatura. Nuestros subagentes comentan que el motivo para proteger a don Lalo fue precisamente evitar cuestionamientos a lo que realmente hace en ella, que estuvo en el ojo del huracán durante el verano con el asunto de la controversia constitucional. Don Lalo no se pudo salvar, pero fue programado hasta el final de las comparecencias, la semana próxima, cuando ya todos estén hartos de hablar del informe.
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Otro detalle que falta en el informe es la situación de las finanzas estatales, que siguen cerradas bajo siete llaves, pues el tesorero Jorge Torres, nomás se dedica a ponderar lo bien que están. El detalle surgió a partir de las declaraciones que don Jorge se aventó en la glosa al sugerir que el Estado se endeudaría con unos seiscientos millones de pesillos para financiar la demolición del DVR y la construcción de nueva obra vial en la zona oriente. Era eso o confiar en la eficiencia del sistema judicial y esperar a que alguien pague, algo que se ve tan lejano que es más probable que primero se congele el infierno. El caso es que en la peronera capital no cayeron bien las declaraciones de don Jorge y ya empiezan a cuestionar por qué el resto de los coahuilenses va a financiar una obra para Torreón. Simple: de la misma forma que los torreonenses financian parte de las obras que se construyen en Saltillo.
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“Pasito pa’lante, pasito pa’tras, juntos logramos más” parece ser el nuevo eslogan de la Administración de José Ángel Pérez, al menos en lo que respecta al asunto de los camiones en la calle Múzquiz que, como la canción de Facundo Cabral, no son de aquí ni son de allá, con tanto cambio de ruta. Las huestes de don José Ángel se aventaron en dos meses el tercer cambio de ruta de los camiones que saturaban la calle Múzquiz: a la Ferrocarril, de regreso a la Múzquiz, de regreso a la Ferrocarril, cosa que el alcalde ya calificó como “definitivo”. La falta de planeación fue manifiesta, pero el cambio todavía se antoja cosmético si no le entran de fondo a revisar las rutas de los autobuses que vienen de Gómez Palacio. La cuestión es que el Municipio mostró poca firmeza, por más que ahora el director de Autotransporte, Ernesto Cuéllar diga que él siempre quiso el cambio de ruta. La veleidad del Ayuntamiento pudo haber ocasionado problemas mayores, que era llenar otras calles del Centro de camiones locales, cuyos concesionarios se empezaron a quejar de que el carril confinado de la Múzquiz les estaba pegando. Finalmente, el arreglo tercermundista de las vallas para confinar los camiones no llegó a ningún lado, pero dejó un mal sabor de boca sobre la forma en que el Municipio planea las cosas y expuso los puntos en los que se puede presionar al alcalde, quien ha defendido a capa y espada a don Ernesto, por lo que nuestros subagentes comienzan a sospechar si el director de Autotransporte no irá pronto a un cargo en el PAN.
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Nuestros subagentes en la Presidencia Municipal de Matamoros lograron descifrar la estrategia del alcalde Raúl Onofre en su bronca con su colega José Ángel Pérez para defender la autonomía municipal de las invasiones del alcalde de Torreón que se puso a reparar una escuela. Las huestes de don José Ángel mostraron una cartita enviada por don Raúl el año pasado para ponerse de acuerdo con el arreglo a una secundaria donde más de la mitad de los alumnos vive en Torreón. Nomás vio la oportunidad que tenía para torcer a don José Ángel, don Raúl procedió a desconocer la carta, diciendo que la habían falsificado, a lo que Torreón respondió con peritajes sobre la firma de don Raúl. El caso está más enredado que una controversia constitucional, pero la estrategia de don Raúl parece ser clarísima, en realidad un viejo consejo en cualquier burocracia del mundo: No pienses. Si piensas, no hables. Si hablas, no escribas. Si escribes, no firmes. Si firmas, niégalo todo.
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El gober de Durango, Ismael Hernández Deras y el alcalde de Gómez Palacio, Ricardo Rebollo, se lanzaron a Cancún el fin de semana, para alejarse del mundanal ruido y los latosos problemas y asistir a la pelea del hijo predilecto de Gómez Palacio, Cristian Mijares. Nuestros subagentes disfrazados de vendedores de cerveza, comentan que el alcalde José Ángel Pérez no los pudo alcanzar en la pelea. Pero don Ismael y don Ricardo nomás se sentaron cuando ya don Cristian había noqueado a su rival francés, por lo que el gusto les duró poco. Don Ricardo, de regreso en Gómez Palacio, soltó de nuevo la andanada contra “Proterra” al revelar que el Ayuntamiento estudia el costo de volver a absorber el servicio de limpieza, lo cual probablemente pasó desapercibido en las oficinas de la recolectora de basura, donde dicen que las cosas van de maravilla. No se necesita ser sicólogo para notar un caso de esquizofrenia aguda. Por su parte, el gober Hernández Deras se regresó a Durango para estar presente en el concierto de Sabina y Serrat y a que alguien le explique por qué, igual que el año pasado, la capital agarró los mejores espectáculos del festival “Silvestre Revueltas” y a La Laguna mandaron a los baratos.
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