Era demasiado bueno para ser verdad. El gober Humberto Moreira y el alcalde José Ángel Pérez llevaban demasiado tiempo en la buena onda como para pensar que así le iban a seguir. Gober y alcalde volvieron a colmarse la paciencia con la respuesta al atentado que costó la vida a dos escoltas del jefe de la Policía de Torreón, Alfredo Castellanos. Don José Ángel salió furioso a reclamar que el centro de control de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, el famoso C-4 se haya hecho “pato” ante repetidas llamadas para activar el “Código Rojo” y buscar a los responsables del crimen, aunque omitió mencionar que la policía municipal no fue muy eficiente que digamos. Obviamente, esto enojó a la gente del gober con el Procu Jesús Torres Charles, entrando éste a la carga diciendo que hace meses le advirtió al alcalde que había elementos sospechosos en la Policía. La furia del Procu era tal, que llegó a revelar conversaciones privadas y la existencia de investigaciones para anotar puntos políticos al gober Moreira, que también terminó entrando en el ajo. Pero aquí es donde las huestes del gober deben andarse con cuidado, pues no tienen un récord muy bueno que digamos, luego del asesinato de dos policías estatales hace dos meses en la peronera capital. Para el jueves, ya más serenos, don Humberto y don José Ángel se sentaron a platicar y después de darse hasta con la cubeta, andaban muy sonrientes y bromistas. Pero la cordialidad duró poco, pues horas más tarde volvieron a saltar chispas en una comida con empresarios, cuando el gober mencionó la infiltración del crimen organizado en cuerpos policiacos y don José Ángel se crispó y empezó a reclamar, hasta que varios asistentes le pidieron que se tranquilizara, con el gober furioso porque no lo dejaban hablar. Total que si lo importante era tender cortinas de humo, todos fueron muy efectivos y al final pocos terminaron preguntándose por qué dos policías municipales fueron asesinados y por qué la respuesta fue tan pobre, ya que estaban más entretenidos con el chismecito del agarrón que se habían dado nuestros eficaces gobernantes.
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En todo esto, los malandros deben estar muy contentos con la capacidad de respuesta policiaca en la ciudad y el famoso “Código Rojo”, que quedó exhibido en toda su ineficacia, pues el mismo jefe de la Policía tuvo que andar hablando al 066 para activar la alarma porque no traía su radio equipado con un botón rojo que precisamente sirve para activar el código ídem. Y, lo peor, nadie le hizo caso. La conversación entre las operadoras del 066 y del C-4 reveló que ninguna de las dos tenía idea o criterio para evaluar la situación y el jefazo Alfredo Castellanos supuso que su orden iba a ser atendida, lo cual no sucedió. Está claro que los despliegues policiacos no pueden quedar dependientes de sólo apretarle un botón, sino que deben haber otras formas, como la capacidad de hacerlo mediante el 066 sin tener que pasar por la burocracia. Nuestros subagentes disfrazados de policías, comentan que en el Municipio ya ven todo un complot de parte del Estado para entorpecer la reacción policiaca, aunque las huestes de don José Ángel omiten el dato de que la Policía Ministerial, que depende del Estado, se apersonó en el lugar de los hechos en quince minutos, casi tan rápido como los agentes municipales. En todas estas cortinas de humo, las autoridades ocultan convenientemente que su capacidad de respuesta deja mucho qué desear. El que debe algunas explicaciones es el jefazo de Seguridad Pública en el Estado, Fausto Destenave a quien nuestros subagentes ya veían empacando maletas. Don Fausto cierra bastante mal el año, el peor en materia de violencia en el estado probablemente desde que Villa tomó Torreón. Pero como son las cosas en este mundo al revés en que vivimos, es posible que la salida de don Fausto se demore, pues ahora cualquier cambio parecería admitir esta ineficacia, lo cual no se da mucho en nuestra clase política. Si las autoridades del Municipio y el Estado quieren seguir politizando la seguridad, no tendrán problemas, que al cabo que los únicos que sufren son los ciudadanos y ésos no importan.
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Mañana es día clave para el PAN municipal, pues la elección de su dirigente se ha vuelto tan polarizada que está difícil que no salten las chispas en la contienda entre Manuel Villegas, el regidor preferido del alcalde José Ángel Pérez, y el coordinador de los curulecos blanquiazules, José Antonio Jacinto Pacheco. Por lo pronto, la esposa de don José Ángel, María Luisa Berrueto, ya dijo que no le entra a la secretaría general, lo cual quita un elemento que le estaba metiendo ruido a la contienda y que no tenía contentos a muchos panistas veteranos. La votación se anticipa cerrada entre los mil blanquiazules que depositarán su voto. El jueves, los aspirinos se vieron las caras en un programa de GREM, pero se la pasaron repitiendo lugares comunes. Don Manuel sólo pudo presumir su experiencia en la regiduría, mientras que su rival se chutó como cinco minutos repasando su currículum para que no quede duda de quién tiene más pedigrí. Luego, por la noche, se pasaron a otro debate en el que don Manuel mostró el cobre tricolor llevando hasta acarreados con matracas, según subagentes disfrazados de fuerzas vivas y en un gesto democrático les dijo a los empleados municipales que votarán el domingo que no se preocupen, que si no votan por él no los van a correr. El detalle muestra hasta qué grado el cuarto regidor mantiene el control de la nómina municipal. El comentario, por cierto, lo hizo frente al alcalde, que se supone es el que toma las decisiones sobre la nómina, pero eso al parecer es sólo una suposición.
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La crisis financiera de Lerdo ya está haciendo estragos en la salud mental de los miembros del Ayuntamiento. Eso es lo que reportan nuestros subagentes con título de siquiatras, que han detectado casos notables de esquizofrenia política. Y es que ya se observan varios episodios de doble personalidad sobre lo que dicen y hacen con respecto al desorden dejado por la anterior administración. Primero fue el caso de la contralora Marta Mónica Torres, que un día dijo que iba a denunciar por amenazas al subprocurador Juan de Dios Castro y luego que no y finalmente que sí. Luego el alcalde Carlos Aguilera empezó a mostrar síntomas, pues primero se aventó en duras declaraciones contra don Juan de Dios, advirtiendo que no se iban a dejar y todas esas cosas, y ahora mejor prefiere guardar silencio. Hasta ahora no se sabe nada de la investigación sobre irregularidades en la pasada administración y mientras don Carlos le quiso endosar el paquete al Estado y la Federación, la contralora sugirió que el mismo Municipio podría presentar una denuncia cuando acabe su indagatoria. Mientras tanto, el Municipio de Lerdo anda tan corto de billetes que ya piensan pedir un préstamo para pagar los aguinaldos, pues ni para eso tienen.
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Las broncas que trae el Municipio para decidir cómo van a cobrar el alumbrado público no son obstáculo para que los funcionarios de Servicios Públicos sigan derrochando los billetes públicos en las luminarias que se quedan prendidas durante el día, a pleno sol. Nuestros subagentes han detectado casos a todas horas en arterias como el bulevar Independencia, la Saltillo 400 y la carretera a San Pedro. O sea que a pesar de que el pago del alumbrado se seguirá endosando al sufrido contribuyente, las huestes de Carlos Gregorio Ramírez no parecen darse cuenta de que la luz cuesta.
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