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VIDA Y SERVICIO / “LA GRATITUD”

DR. GUILLERMO RODRÍGUEZ RIZADO

Con un estetoscopio colocado en sus oídos, aquel joven paramédico escuchaba el débil latido cardiaco de aquella anciana, que se encontraba inconsciente sobre una acera del centro de la ciudad. Y que estaba inclinada sobre sus humildes tejidos que era con lo que se ganaba la vida. Un hombre bien vestido que pasaba en ese momento por el lugar y que tenía poco tiempo de haber regresado del extranjero, a ésa su ciudad natal. Se aproximó al sitio donde se encontraba el paramédico y aquella anciana. Al ver aquel rostro cubierto de arrugas abrió sus ojos con asombro, ya que logró reconocer a aquella mujer que llevaba un gran escapulario colgado de su cuello. Por su mente pasó el recuerdo cuando en su niñez, aquella misma mujer en varias ocasiones le había regalado varios escapularios. Y además le traía empanadas, que ella compraba en sus viajes al santuario de la Virgen de San Juan. Quedando en él un grato recuerdo de aquellos tiempos ya idos.

-¡Doña Lupe! Exclamó aquel hombre.

-¿La conoce? Preguntó el paramédico.

-Sí contesto el hombre.

-¿Tiene familiares? Volvió a cuestionar el paramédico.

-No sé, tiene muchos años que yo no la veía, ¿pero qué tiene ella?

-Al parecer, lleva varios días sin probar alimento y se ve muy enferma.

-¡Por favor! Llévela de inmediato al mejor sanatorio de la ciudad yo me haré cargo de todo.

En aquel lujoso sanatorio la mujer agonizaba. Los médicos que la atendían le explicaron a aquel hombre que el estado de salud de la paciente era grave. Y no podían hacer mucho por ella. Permaneciendo a su lado el hombre aquel observaba aquel rostro marchito por los años y la dureza de la vida. En cierto momento la anciana abrió sus ojos, encontrándose con los de aquel hombre que la observaba. ¡Doña Lupe! Exclamó él. Al ver la cara de él y al oír su voz ella lo reconoció. Gracias por estar conmigo, yo ya no tengo a nadie mi niño, le dijo ella. No gracias a usted por la felicidad que me dio cuando era niño. Ella tomó su mano entre las suyas, y expiró.

Esta pequeña historia, nos habla de cómo pequeños detalles pueden llenarnos de gratitud y sobre todo de amor hacia otras personas.

Hace años un amigo mío, les decía a sus hijos que existen dos llaves mágicas en la vida, que abren todas las puertas: que son el Por favor y el Gracias. Pienso que esto es una gran verdad. El ser agradecidos nos abre nuestro corazón hacia sentimientos más profundos, como pueden ser la alegría, y el amor y sobre todo facilita el camino hacia el perdón. Agradece primero a Dios por todo lo que te rodea, por estar vivo (independientemente de si gozas o no de cabal salud), por el nuevo amanecer, por tus hijos, por tu trabajo, por tus amigos, por tu familia, por tener alimento que llevarte a la boca todos los días, por el trino de las aves, por tus problemas (que son la mejor prueba de poner en acción toda tu capacidad para resolverlos, capacidad que te fue dada por el Creador) y por tantas y tantas bendiciones que tenemos en nuestra vida diaria.

No dejemos de ser agradecidos con los demás, demos las gracias al que nos despacha gasolina, al que nos vende el periódico, a la señora que se hace cargo del aseo de nuestra oficina, al velador de nuestra colonia, a quien te cede el paso con tu vehículo o al entrar a algún establecimiento, a las maestras de tus hijos, al personal de la guardería, en fin demos las gracias a todo el mundo que nos rodea en nuestro diario vivir.

No creamos que somos superiores cuando omitimos el dar gracias a alguien que te prestó un servicio, al contrario eres más inferior cuando no lo haces. Decían las abuelas; “de gente bien nacida es ser agradecida”. Pero es muy importante que al demostrar gratitud no lo hagas de manera mecánica, sino que tengas el corazón bien puesto al ser agradecido. Tampoco trates de devolver favor con favor, es decir si alguien te hizo un servicio no necesariamente tienes o puedes devolver ese servicio. Hace algunas semanas mi automóvil sufrió una seria descompostura en una avenida muy transitada bajándome del carro desesperado, pasó un taxista que era mi paciente y con toda solicitud se aprestó a ayudarme. Después de darle las gracias, le pregunté cuánto le debía por sus servicios a lo que él me contestó que nada. Ya que él estaba agradecido por mis atenciones como médico. Es claro que él jamás me podría devolver el servicio prestado por mi profesión, pues él no es médico. Mas sin embargo lo devolvió de otra manera, al meterse debajo de mi automóvil, para poderlo hacer funcionar. No importándole llenarse de tierra su ropa limpia. Esto es ser agradecido. Busquemos la manera de agradecer siempre por lo que recibimos, pero muy importante es procurar siempre el servir con agrado a los demás. Y hablando de agradecimientos, quiero expresar mi agradecimiento a la persona que me dio la vida; la señora Ma. del Refugio Rizado de Rdz. quien me enseñó el amor por la lectura y los libros, y que me impulsó a superarme día a día en los inicios de mi vida. ¡Gracias mamá!

La Casa Hogar Infantil Leonística de Durango (CHILD) que dirige José Félix Facio García, presentará en fecha próxima al gran conferencista, el Dr. César Lozano en nuestra ciudad. Estén pendientes de adquirir sus boletos y no se pierdan este magnífico evento.

¡HASTA LUEGO¡

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