(Basado en un hecho real)
Aquel hombre en completo estado de ebriedad, se tambaleaba en aquella esquina esperando abordar un autobús que lo llevaría a buscar a unos amigos para poder seguir embriagándose. Rato después hizo su aparición el autobús que lo llevaría a su destino y que venía atestado de pasajeros, la gente se arremolinó hacia la puerta del mismo tratando de subir pues ya era casi de noche y el servicio de los mismos estaba por concluir aquel 31 de diciembre; el chofer al ver que ya se encontraba repleto, imprudentemente inició la marcha del mismo, el hombre con un pie en el estribo y sujetándose sólo con una mano del pasamanos, no pudo sostenerse, y cayó bajo del mismo autobús. Vio cómo la parte inferior del autobús se desplazaba encima de él y las ruedas traseras del mismo se dirigían directo hacia su cabeza.
Hacía poco más de dos años que nuestro hombre llevaba una vida totalmente normal, trabajaba como mecánico en una agencia automotriz, su esposa ayudaba a los gastos de la casa vendiendo productos de belleza con lo que se complementaba el gasto familiar. Tenían dos hijos un varoncito de siete años y una niña de cinco años la cual había nacido sorda y por consiguiente era sordomuda y estaban por iniciar una terapia para que la niña pudiera comunicarse con ellos; aunque de alguna manera entendían lo que ella les pedía si en algún momento deseaba alguna cosa.
Una tarde de septiembre ya entrando la noche, la niña se encontraba con su mamá, y jalándole la ropa a la mujer, le hizo señas que le diera dinero para comprar alguna golosina, entregándole su madre unas monedas con las cuales la pequeña se dirigió hacia una tienda cercana para hacer su compra.
Tiempo después llegó de trabajar su padre quien no vio a la pequeña que lo recibía gustosa cada vez que él llegaba; preguntándole a su esposa sobre la pequeña, ésta le indicó que hacía rato que había acudido a la tienda a hacer una compra. Por lo que se dispuso a buscarla dirigiéndose a la tienda en cuestión. Durante el trayecto y al llegar a la misma no vio a la pequeña, por lo que interrogó a la dueña de la tienda y ésta le informó que la niña no había acudido a su tienda. Desesperado fue buscándola en otros negocios cercanos al domicilio con resultados negativos. En compañía de su esposa recorrieron varias cuadras sin ningún éxito por lo que dieron aviso a las autoridades.
Inútiles resultaron sus esfuerzos a pesar de la ayuda de los medios de comunicación y varias asociaciones que se sumaron a la búsqueda; nunca dieron con el paradero de la pequeña. Pasado algún tiempo el hombre injustificadamente culpó a su mujer de la pérdida de la menor, por lo que empezó a golpearla, al mismo tiempo que se aficionaba a la bebida, siendo cada vez mayor su ingesta de bebidas alcohólicas, y llegando a descuidar su trabajo; donde le brindaron durante algún tiempo cierta consideración por la pérdida de su hija. Pero con el tiempo lo despidieron, maltratando más a su mujer y culpándola de todo lo que le pasaba, y al no poder soportar más el maltrato de que era víctima, y a pesar de su pena la pobre mujer lo abandonó. Refugiándose al fin en casa de sus padres. Haciendo trabajos temporales nuestro hombre se perdió más en el camino del alcohol; quedando reducido a un pobre teporocho que se quedaba dormido en cualquier banqueta, siendo levantado en algunas ocasiones por la policía y llevado a la cárcel municipal. Aquel 31 de diciembre mientras se encontraba en aquella piquera de mala muerte; ingiriendo bebidas alcohólicas, un hombre alto de aspecto severo pero de mirada bondadosa se sentó en su mesa. -¿Qué se le ofrece? Preguntó nuestro personaje. –Hablar con usted. Contestó aquel hombre, -¿de qué quiere hablar conmigo?
-Mi nombre es Miguel, sé por lo que estás pasando. Pero eres injusto al culpar a tu mujer de lo ocurrido, lo mismo te pudo pasar a ti. ¿Usted cómo sabe lo que me ocurre?... No lo entenderías, a mí me ha sido dada la potestad de conocer lo que atribula a los seres humanos-. Te pido que abandones la bebida, ve a buscar a tu familia aun hay esperanza para ti y los tuyos... ¡Está usted loco! ¡No se meta donde no lo llaman! Sin inmutarse Miguel le volvió a repetir; -¡aun hay esperanza vuelve con los tuyos, deja ya de tomar! Dicho esto Miguel se retiró. El hombre continúo bebiendo durante horas hasta caer en estado de ebriedad. Lejos de hacer caso al consejo de Miguel se dirigió a tomar el autobús que lo llevaría directo a la casa donde se reunían compañeros de su mismo oficio.
Desesperado, y sin poder hacer nada por evitarlo ya que no tenía fuerzas para moverse debido al estado de ebriedad; sintió cómo las ruedas traseras del autobús se dirigían directamente sobre su cabeza; cuando sorpresivamente vio a Miguel que lo jalaba de un brazo y de su cadera, apartándolo por milímetros del trayecto de las ruedas traseras del autobús; que pasaron rodando a un lado de su cabeza. La gente horrorizada le gritaba al chofer que se detuviera, pero cuando éste lo hizo ya estaba a dos metros de distancia de aquel hombre. Nadie se explicaba cómo pudo aquel hombre escapar de morir aplastado por las ruedas de aquel autobús. Ya que sólo vieron cómo el cuerpo rodaba hacia su derecha como si una fuerza invisible lo hubiera apartado. A Miguel nadie lo vio; sólo aquel hombre quien recuperándose del susto y ayudado por la gente a levantarse buscó a Miguel entre la misma gente sin encontrarlo. Apesadumbrado y sorprendido por lo que le acababa de ocurrir enfiló a pie el camino hacia la casa de sus suegros. A una cuadra de la casa de los mismos, observó en una esquina a una pequeña niña que miraba sin rumbo fijo; al acercarse no pudo creer lo que veía, ¡se trataba de su pequeña hija! A quien había perdido hacía más de dos años, con los ojos, nublados por el llanto la cargó y la abrazó mientras la pequeña hacía lo propio aferrándose con desesperación al cuello de su padre.
Si has tenido alguna pérdida irreparable, o has perdido algún miembro de tu familia y no te ha sido posible encontrarlo, no desesperes ve que a tu alrededor hay gente a la que tú le haces falta. No te abandones en la bebida o la desesperación, ten Fe, ten Esperanza, ocúpate de aquéllos que también te piden tu atención, recuerda que también ellos sufren y tal vez no lo demuestren delante de ti, en este año que está por comenzar, nacen nuevos retos, pero también nuestra esperanza de un mejor futuro no pienses en lo que perdiste, sino en lo que todavía aun conservas, ¡no lo dejes perder!
Les deseo un mejor y ¡FELIZ AÑO NUEVO!
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