Uno de cada seis niños mexicanos menores de 12 años – mas de tres millones de niños- son explotados en largas jornadas de trabajo con salarios que llegan a ser la mitad del salario mínimo.
90 por ciento de los hijos de la población de trabajadores emigrantes mexicanos no asiste a la escuela y cinco millones de jóvenes mexicanos no estudian ni trabajan.
Solo dos de cada diez jóvenes mexicanos entre los 18 y 24 años de edad logran inscribirse en la universidad.
Cada día deambulan por las calles mas de 27 millones de mexicanos entre los 15 y 29 años de edad que no estudian pero tampoco tienen un trabajo formal, - en un país que dice fincar su crecimiento en la igualdad de oportunidades-
Me quede asombrado con el titulo de la nota que leí ayer, pero tristemente desesperanzado con los datos y cifras publicadas por la Organización Internacional del Trabajo(OIT), Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) y UNICEF.
Hablar de la perdida de una generación es pensar en la transformación de la vida económica y social de un país o una región.
Una generación se define en forma practica como los que nacen en el curso de dos décadas consecutivas.
Esa generación de jóvenes y niños mexicanos que hoy no acuden a la escuela, que no han podido acceder a un trabajo formal, que sufren de algún tipo de explotación y que no están teniendo igualdad de oportunidades no pueden ser un buen augurio para México.
Las implicaciones sociales y económicas son mayúsculas: delincuencia, emigración, comercio informal, explotación y drogadicción.
Estamos hablando de un sector que se encuentra en una etapa de profunda vulnerabilidad personal y que adicionalmente son blanco fácil de criminales y de lideres populistas con ideas extremistas.
Es inevitable que la naturaleza humana que crece por años bajo condiciones de desigualdad no desarrolle rencores y resentimientos seculares.
Los Mexicanos no deberíamos sorprendernos de los niveles de violencia e inseguridad que vemos ahora.
Según el reporte de la OIT, la mano de obra infantil en el mundo asciende a 218 millones de niños, de los cuales 70 por ciento o 152 millones –mas que toda la población de México – trabajan en labores agrícolas, una de las tres actividades más peligrosas después de la minería y la construcción.
Son 152 millones de niños que trabajaron hoy y cada día en condiciones de explotación y ponen en riesgo no solo su salud física y mental – en plena etapa de desarrollo- sino en muchos casos su propia vida.
Esta misma semana en el día internacional contra el trabajo infantil, la organización internacional del trabajo (OIT) y el Fondo de naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) pidieron erradicar el trabajo infantil en los campos agrícolas, en los cuales se expone a los niños menores de 12 años al contacto de pesticidas tóxicos que causan el cáncer, a la maquinaria insegura y a las adversidades del clima.
luis.flores@rbc.com
