Al leer las notas sobre los recientes atentados contra las instalaciones de PEMEX me acorde del titulo de aquel famoso libro de Julieta Campos (1995), ¿Qué hacemos con los pobres?
Las explosiones en contra de las instalaciones de PEMEX que se adjudica el Ejercito Popular Revolucionario (EPR) no tienen justificación -pero si tienen una explicación lógica-.
El daño a toda la sociedad en su conjunto ciertamente es incuestionable, incluyendo sin lugar a duda a los sectores más pobres. Con estas desafortunadas acciones pierden todos los mexicanos, pero los grupos más conservadores tendrían que asumir que no pueden mantener un doble discurso: una sociedad que cada año genera mas pobreza y al mismo tiempo reprueba cualquier manifestación de violencia.
Desde Mérida hasta ensenada existen conflictos políticos y sociales intermitentes de diferente forma y calibre: desde manifestaciones y toma de calles e instalaciones, hasta explosiones, y despojo de propiedades publicas y privadas.
Metafóricamente hablando - y particularmente después de las ultimas elecciones tan reñidas-, el Gobierno de Calderón camina sobre hielo frágil en un lago congelado. El peligro de la ingobernabilidad es el secreto publico mas celosamente guardado en México.
Bastarían unos cuantos dedicados a la subversión violenta para sembrar la inseguridad, propiciar una salida de capitales y desplomar las variables económicas tan glorificadas en los dos últimos sexenios.
México tiene 12 millones de metros lineales de tubería de PEMEX expuesta a lo largo y ancho del territorio nacional, ni con todas las fuerzas armadas seria suficiente para salvaguardar esas instalaciones.
En la vanagloriada administración de la disciplina fiscal, muy pocos recursos han ido a satisfacer las necesidades más apremiantes de los pobres, es en la ultima década que el viejo discurso popular de la justicia social ha sido severamente criticado por las nuevas corrientes políticas que ahora dirigen el gobierno:
“A terminar con los subsidios y las dadivas populares que no resuelven el problema de fondo, y a sanear las finanzas publicas para atraer inversión extranjera” ¿Y por mientras? ¿Que hacemos con los miles y miles de pobres?
¿Qué hacemos con los grupos de guerrilleros que siguen entonando el llanto de la justicia social?
¿Alguien creerá que son solo eventos de violencia aislados y de poca relevancia?
Las finanzas publicas del gobierno –particularmente en los dos últimos sexenios- se han visto favorecidas de los altos precios del petróleo, la historia reciente seria muy diferente para México si el precio del petróleo no estuviera en los máximos históricos en que se encuentra ahora.
Las consecuencias de una baja en el precio del petróleo -digamos de diez dólares- serian desastrosas para las finanzas publicas, dado que un tercio de la totalidad de los ingresos del Gobierno provienen directamente de PEMEX.
Sin embargo ese desastre seria mínimo comparado con la violencia que puede generar el gran abismo entre pobres y ricos, y que claramente en México no deja de crecer.
Decía un colega hace unos días “o la sociedad hace algo por los pobres, o ellos terminarán haciendo algo con el resto de la sociedad”.
luis.flores@rbc.com
