Desde hace 15 días el control aéreo en la capital argentina se realiza de forma manual tras descomponerse los radares.
“Abordar un avión comercial que vaya a aterrizar en el aeropuerto de Buenos Aires corre por su cuenta y riesgo”. Ese podría ser el contenido de una papeleta que las compañías aéreas que tienen como destino la principal estación aérea argentina podrían hacerle firmar a los pasajeros, si el control aéreo del aeropuerto de Ezeiza se sigue haciendo, como desde hace 15 días, manualmente y no asistidos por los dos radares que se encuentran fuera de servicio.
La salida de servicio del radar principal y el alternativo, en el aeropuerto de Buenos Aires, viene provocando un caos, demoras en todos los vuelos y protestas de los pilotos de varias líneas aéreas que se niegan a volar en las actuales condiciones.
La crisis del control aéreo no es nueva, sino que lleva años. Pero recién el jueves la ministra de Defensa, Nilda Garré, anunció -por segunda vez en seis meses- que esas tareas claves en todas las estaciones aéreas del país dejará de estar en manos de la Fuerza Aérea para pasar a manos de la Aviación Civil.
A tales efectos, el presidente Néstor Kirchner, por decreto, ordenó la creación de la Administración Nacional de Aviación Civil, la que según el cuestionado Secretario de Transportes, Ricardo Jaime, “demorará aún algún tiempo”.
La historia de la decadencia del control aéreo lleva más de 15 años, cuando todas las agencias internacionales en la materia le recomendaron a Argentina renovar los radares. La compra de los nuevos aparatos, estuvo marcada, desde 1992, por numerosas idas y vueltas y hasta de denuncias de corrupción, lo que llevó al Gobierno de Carlos Menem en su momento a suspender la licitación.
Así es que todos los radares que hoy asisten a los aviones en todo el país son obsoletos. Así lo reconoció ayer el propio Kirchner cuando dijo que “la estructura aérea argentina está quebrada” y anunció la inminente compra de 15 radares y el alquiler de otros dos para garantizar los vuelos internos e internacionales.
DENUNCIAN RIESGOS
Las peripecias de los empleados de la torre de Control de Ezeiza fueron el argumento de un excelente documental del director y ex piloto comercial Enrique Piñeyro, “Fuerza Aérea Sociedad Anónima”, que al presentarse en agosto último provocó escozor en el público y un debate en sectores políticos y sindicales.
En ese filme se probaban la obsolescencia de los radares, la forma milagrosa como un vuelo de la alemana Lufhtansa evitó ser el blanco de un misil tierra aire, fruto de maniobras militares, varios aterrizajes de emergencia y presuntos actos de corrupción en el seno de la Fuerza Aérea.
Fue así que en septiembre el Gobierno había anunciado que el control aéreo pasaría a manos civiles. Sin embargo, las últimas tormentas sobre Buenos Aires y un rayo dejó fuera de servicio el radar principal y las demoras en los vuelos (de entre cuatro y 12 horas) comenzaron a ser la norma tanto en Ezeiza como en el aeroparque metropolitano.
El miércoles pasado, los pilotos de Austral se negaron a seguir volando en esas condiciones y el propio Piñeyro, denunció ayer que “el pasado viernes un avión de la compañía boliviana Aerosur estuvo a punto de colisionar con un jet privado” y aseguró que presentará las pruebas ante la Justicia.
Tanto él como el secretario General de la Asociación de Pilotos de la República Argentina, Jorge Pérez Tamayo, denunciaron que “el radar en Ezeiza sigue sin funcionar y es una irresponsabilidad seguir volando en estas condiciones”.
“Con autoridades así la vida de los usuarios corre verdadero peligro”, agregó el piloto y cineasta.
Kirchner admitió que “la compra de los radares llevará su tiempo natural (sic)” y Jaime reconoció que el control aéreo en manos civiles “llevará su tiempo”, con lo cuál, hasta entonces, viajar en avión con destino a la capital argentina o desde ella a cualquier ciudad del interior o del extranjero, podría resultar una verdadera “práctica de riesgo”.
