Rusia vivió ayer una jornada de luto nacional por las más de 175 víctimas mortales de las tres tragedias de los últimos cuatro días, en medio de críticas sobre los bajos niveles de seguridad y el trabajo de los servicios de emergencia.
Todas las banderas fueron colocadas a media asta en todas las instituciones públicas en memoria de las víctimas de la explosión en una mina de carbón en Siberia, el incendio en un asilo en Krasnodar y el accidente de un avión de pasajeros en el aeropuerto de Samara.
El presidente ruso Vladimir Putin decretó ayer miércoles día de luto nacional, expresó sus condolencias a las familias de los fallecidos y dispuso la suspensión de las actividades recreativas públicas y los programas de diversión en la televisión y la radio.
Además ordenó un minuto de silencio por los 108 mineros fallecidos el lunes pasado, así como por las 63 personas que murieron la víspera en el incendio en una residencia de ancianos y las seis víctimas del accidente de aviación del sábado anterior.
El jefe del Kremlin ordenó la víspera a su primer ministro Mijail Fradkov realizar una investigación para aclarar las causas de los tres sucesos trágicos y ofrecer ayuda a los familiares de las víctimas mortales, según la agencia de noticias Itar-Tass.
Putin ha sido criticado en el pasado por su lentitud en una respuesta frente a tragedias, entre ellas el hundimiento del submarino Kursk en 2000, cuando 118 marineros murieron, y por la toma de rehenes en una escuela de Beslan en 2003, que dejó más de 300 muertos. Autoridades rusas creen que la causa del desastre en la mina, la peor desde la desintegración de la Unión Soviética en 1991, fue probablemente porque no se siguieron las medidas de seguridad.
La mina se encuentra a unos tres mil 500 kilómetros al este de Moscú, en el corazón de la cuenca del Kuznetsk en Siberia, que tiene algunas de las mayores reservas de carbón en el mundo.