Wimbledon no pierde su magia
LONDRES, INGLATERRA.- Finalizó uno de los Wimbledon más extraños y apasionantes de los últimos años. Incluso la prensa británica se atreve a definir la final entre Rafa Nadal y Roger Federer como una de las mejores de la historia.
Con la lluvia como protagonista la primera semana y media, la tensión de los partidos más importantes se condensó en los últimos días de competición. De esta forma, se llegó al viernes sin conocer demasiado del desenlace final de esta 121 edición.
Federer aún estaba en cuartos de final y sufría con el español Ferrero, que llegó a ganarle un set, el primero que perdía el número uno del mundo este año. Y además, amenazaba con caer más lluvia. La climatología ha aumentado las dosis de incertidumbre a todos los niveles. En la sala de prensa se especulaba con la posibilidad de trasladar la final al lunes.
La organización, en una decisión polémica, había decidido no jugar el “Middle Sunday” (el primer domingo del torneo), según marca la tradición. Muchos jugadores criticaron esta decisión. Nalbandián, tras perder con Baghdatis, se quejaba de los organizadores, a quienes acusaba de no pensar en los jugadores: “no van a cambiar y me parece como el otro”, decía con amargura.
Sin embargo, tanta acumulación de partidos provocó escenas y partidos calificados por toda la prensa internacional como épicos.
El serbio Djokovic jugó de jueves a viernes dos partidos a cinco sets. En total nueve horas y media sobre la hierba de Wimbledon.
Un día después se jugaba el pase a la final del domingo frente al español Rafa Nadal. Su cuerpo dijo basta. Una infección en el pie le obligó a abandonar con tablas a un set.
El propio Nadal necesitó asistencia médica en la final y se temió por su retirada. La estadounidense Venus Williams, que se hizo con su cuarto título, necesitó ayuda en la final, lo mismo que su rival, la sorprendente y desconocida francesa Marion Bartoli. Unos días antes Serena Williams se desplomaba sobre la hierba de la Pista Central en su partido frente a Daniela Hantuchova. Curiosamente, fue rescatada por la lluvia, que obligaba a suspender el partido. En la reanudación, la menor de las Williams pudo vencer con un aparatoso vendaje en su aductor izquierdo.
La de este año fue también la edición del actor Pierce Brosnan y la francesa Marion Bartoli, que declaró tras la semifinal ante la número uno del mundo, Justine Henin, que había vencido el partido espoleada por la presencia en el palco real del ex agente del servicio secreto de su Majestad. Al día siguiente, el 007 del cine le mandó flores y una carta.
Ya en la final, Bartoli no pudo con la poderosa Venus Williams, quien se proclamaba reina moderna del tenis sobre hierba en el primer año en el que las mujeres recibían el mismo premio en metálico que los hombres, una decisión muy aplaudida por la propia Venus.
En una edición de transición para la Pista Central, que necesita un techo retráctil que la proteja del viento y la lluvia, este año fue también el del “Hawk-Eye”, el innovador sistema que ayuda a tenistas y árbitros a repasar las bolas más complicadas para el ojo humano. Para el público, un entretenimiento añadido. Para los jugadores, una técnica polémica.
Pero ante todo, la edición del 2007 se recordará como la de la espectacular final en la que el español Rafa Nadal obligó a Roger Federer a llegar al quinto set -algo inédito en las finales del Grand Slam ganadas por el suizo- para emular el mítico récord de Bjorn Borg de cinco finales consecutivas.
Así lo ve, por ejemplo, el diario The Independent: “Ha habido finales más largas, más apretadas y con más drama, pero este fue un partido de máxima calidad entre los dos jugadores más destacados de su generación”.
El propio Federer reconocía tras la final, que Rafa también había merecido ganar. En el cuarto set, Nadal recibió asistencia médica.
En la grada se oían gritos en inglés cargados de pena: “Poor boy, it’s so unfair” (pobre chico, es tan injusto) y otros de ánimo: “I love you Rafa”.
Sin embargo, en sala de prensa el de Manacor no comentó nada sobre este aspecto de la final y tampoco quiso especular con lo que habría pasado sin la lesión. “Soy muy buen perdedor”, explicaba.
Nadal ganó el cuarto set, forzó el quinto, y contó en él con cuatro bolas de “break”, que el de Basilea salvó con un saque demoledor. Fueron en total 24 “aces” de Federer. Rafa sirvió sólo uno. En juegos, curiosamente, empataron a 26.
La final la ganó Federer y se llevó su quinto y soñado Wimbledon.
Rafa alcanzó su segunda final en el “SW19” pero en Londres todos “saben” que algún día ganará aquí.
Lo comentó hasta Sue Baker, la famosa presentadora del torneo, antes de cederle el micro al mallorquín para que hablara delante de la “Catedral del tenis”. Nadal prometió al público que abarrotaba la Pista Central que volvería el año que viene y que entonces lo “haría mejor”.