EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Impecable, precisa, de una belleza especial, así fue la dirección de Tatul Yeghazarián durante el tercer concierto de la Temporada 2007 de la Camerata de Coahuila.
Aunque probablemente muchos laguneros siguen extrañando el violín de Sebastián Kwapisz, la noche del viernes Yeghazarián -concertino actual de la Camerata- tomó la batuta de la orquesta de forma sobresaliente.
Tatul es capaz de llevar al público en un viaje musical por los íntimos y elegantes salones del periodo Barroco. Con solamente la mitad de la orquesta comenzó el concierto con la Suite para Flauta en La Menor, una obra larguísima -de alrededor de media hora- pero que dejó lucir a la perfección al solista de la noche, que fue Juan Manuel Rosales, quien logró ejecutar con virtuosismo la pieza.
La segunda obra fue el Concerto Grosso de Vivaldi en Re Menor, que logró una elegancia indiscutible, suavidad y mucha emoción tuvo la dirección de Tatul. En esta parte del concierto, las cuerdas fueron determinantes y cabe mencionar que aunque sólo duró ocho minutos, destacó el sonido impecable de los nueve músicos en el escenario.
En esta primera parte del concierto no se usó la orquesta completa, los músicos no tuvieron su lugar acostumbrado, cambiaron y el resultado fue muy bueno.
La segunda parte se conformó por una sola obra de Mendelsshon titulada Sinfonía No. 1 cuyo primer movimiento deja entrever algunos tintes shubertianos, el segundo movimiento es un andante convencional, el tercero es un bellísimo Menuetto. Allegro Molto, y finalmente un centelleante allegro con fuoco en do menor en donde la orquesta logró brillantes fugas en tonalidades mayores y menores, dando como resultado un final enérgico, poderoso pero no agresivo, siempre muy agradable.
El concierto terminó ante el aplauso del público y varias personas de pie ovacionando a Yeghazarián, quien con toda humildad agradeció al público y a cada uno de los músicos. Pero a pesar de las palmas, la orquesta no tocó el solicitado encore.
Sin duda el público agradeció la revelación de un excelente director que se había mantenido más bien en el anonimato, eso sin desdeñar su calidad como violinista, pero definitivamente su nombre se le grabará a los laguneros a partir de esta presentación, y esperará paciente su próxima intervención en el escenario.