Falta un año diez meses para que México cumpla doscientos años de vida independiente y cien desde los acontecimientos de la Revolución Mexicana. ¿Qué significa para los mexicanos tener 200 años siendo independientes? ¿Seremos ya mayores de edad? ¿Tenemos conciencia de lo que significa vivir en un país independiente? ¿Hemos imaginado cómo sería la vida en la época antes de que Hidalgo iniciara la lucha por la independencia de la corona española que nos sometió durante trescientos años?
Como somos dados a conmemorar los números redondos o cabalísticos, el Gobierno Federal decidió que tenemos que festejar en grande. Con tal fin, con eso de que nos encanta crear comisiones, hace tres años siendo presidente Vicente Fox instaló una comisión para la doble celebración, e invitó a Cuauhtémoc Cárdenas para presidirla. Todo iba bien, hasta que, meses más tarde, el ingeniero Cárdenas renunció. De entonces a la fecha la han presidido tres personas, el último Rafael Tovar y de Teresa, quien hace unas semanas renunció y ahora la comisión quedó subordinada al Instituto de Investigaciones Históricas de las Revoluciones Mexicanas. Aunque ya se dio a conocer un primer programa, todavía no sabemos bien a bien en qué consiste.
Mi reflexión va en torno a resaltar la incapacidad que tenemos los mexicanos para organizarnos y ponernos de acuerdo hasta para decidir una fiesta de la importancia de esta conmemoración. Me surgen varias preguntas que me gustaría compartir.
Primero: ¿queremos los mexicanos hacer fiesta en grande? Supongo que sí, porque tenemos fama de fiesteros. Más aún, nos encanta la fiesta de independencia y cada año, la noche del 15 al 16 de septiembre celebramos El Grito de diversas formas. Hay quien siente que si no asiste al Grito no es nacionalista ni patriota, o hay quien por lo menos lo ve por televisión. También hay quien lo toma como puente para descansar, o a quien le gusta juntarse con amigos y brindar por la patria, cenando antojitos mexicanos tomando cerveza o tequila, bebidas muy mexicanas. Pero poco se tiene conciencia de lo que se conmemora, poco conocemos la historia. Poco se analiza cómo ha sido vivir en un país con 200 años de vida independiente. Doy por hecho, entonces que sí queremos celebrar y como son doscientos y cien años, pues la fiesta deberá ser más grande y más festiva. Supongo.
Segunda pregunta: ¿cómo queremos celebrar? Si vemos el festejo quiere ser magno, ¿qué actividades serían las más apropiadas, donde todos los mexicanos estuviéramos incluidos y sirviera de algo, no sólo de gastar recursos que están tan escasos, ni de gritar o quemar pirotecnia, ni de colgar medallas o cortar listones?
Tercera pregunta. Normalmente cuando vamos a organizar una fiesta, tenemos que ver con cuánto dinero contamos. ¿Cuánto nos podemos gastar? ¿Podemos echar la casa por la ventana? como comúnmente se dice. ¿Tenemos recursos suficientes para hacer una megafiesta? Podemos investigar cómo van a celebrar nuestros hermanos latinoamericanos, que también cumplen doscientos años de vida independiente. O cómo celebraron los franceses su bicentenario o los norteamericanos su independencia. ¿Cuánto gastaron? Porque luego resulta que perdemos las proporciones. Y en estos tiempos de austeridad, no hay que ser despilfarrados.
Si lo dejamos en manos de los políticos puede resultar, creo, un acontecimiento vacío. Podrán organizar coloquios, simposios, pero ¿servirá de algo? ¿Nos sumaremos todos, o será un monólogo entre intelectuales y académicos?
La oportunidad está ahí para transmitir valores cívicos a las nuevas generaciones, para ensalzar a la patria o para fomentar el estudio de la historia.
Pienso que debe ser un asunto de la sociedad civil, de los municipios, de las universidades, de las familias, de los niños y jóvenes, de los maestros. Aprovechar el momento para ver resurgir a nuestro país, gastar en lo que beneficie a más mexicanos. Cuando Francia celebró en 1989 su bicentenario se edificaron los grandes trabajos como la Biblioteca Nacional, o el nuevo teatro de la ópera, se renovaron museos, se abrieron espacios de reflexión por todo el país. ¿Eso será bueno para México?
Habríamos de pensar, como dice Carlos Monsiváis en una reflexión colectiva sobre lo que ha pasado en dos siglos y ver sobre todo qué le sucede a una nación en un mundo globalizado. Intentar comprender la historia. Celebrar indagando el significado verdadero de la independencia y la revolución.
¿Cómo aprovechar la extraordinaria oportunidad del 2010 para reivindicar derechos ciudadanos, para mejorar sustancialmente la calidad de vida de los mexicanos, para crecer en educación, para ganar en ciudadanía?
¿A alguien ya le han preguntado cómo quiere celebrar el hecho histórico?
Nuestros diputados ¿ya se involucraron? ¿Ya nos preguntaron? ¿Quién está en la tan citada comisión?
Dirán que en lo último en que estará pensando ahora mismo el presidente Calderón es en quien preside los festejos, sobre todo en los últimos días, en que la patria vive tiempos difíciles. Felipe Calderón tiene cosas más importantes en qué pensar, como resolver la inseguridad, la lucha entre mafias y narcos, la turbulencia económica y un acontecimiento, del que no acaba de reponerse: la pérdida de su amigo y secretario de Gobernación.
Si tres personas han presidido esta comisión, algo no está bien de origen. O no les han dado recursos suficientes, o será que es una prueba sobre el alcance de nuestras instituciones. ¿Quién les hace caso a los de la comisión? ¿Tienen algún alcance sus decisiones?
Por lo pronto la comisión ya tiene un sitio en la Red. Si a usted le inquieta esta celebración, puede consultar la página. La dirección es: www.bicentenario.gob.mx
Podemos comenzar un diálogo y ver cómo queremos celebrar.
Por lo pronto este año celebraremos los 80 años del escritor Carlos Fuentes y la mejor manera de festejarlo, ya lo dijo el presidente Calderón, es leyendo sus libros.
garzara1@prodigy.net.mx