A 40 años de la Masacre

A 40 años de distancia del Movimiento estudiantil de 1968 aún muchos mexicanos recuerdan la masacre efectuada a cientos de inocentes, en Saltillo hay sobrevivientes de aquel innombrable hecho.

Situación política

Las manifestaciones que terminaron en tragedia demostraron el duro sistema que ejecutaba el gobierno mexicano a base del militarismo, en el que mucha gente que ni siquiera estaba en las marchas sufrió las consecuencias perdiendo de esta manera la vida.

La represión que sufrieron los estudiantes en los mejores casos, fueron torturados y encerrados, en los peores su boca fue sellada con varios balazos provocados a manos del Ejército mexicano.

Pedían libertad

Pero para seguir hablando de la masacre hay que tener en claro las peticiones por las que perecieron jóvenes a manos del gobierno.

Ellos exigían Libertad a los presos políticos; Destitución del General Luis Cueto Ramírez, así como del Teniente Coronel Armando Frías; Extin-ción del cuerpo de granaderos, instrumento directo de la represión y no creación de cuerpos semejantes; Derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal Fede­ral (delito de disolución social), instrumentos jurídicos de la agresión; Indem­nización a las familias de los muertos y a los heridos que fueron víctimas de la agresión desde el 26 de julio; Deslinde de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo por parte de las autoridades através de policía, granaderos y Ejér­cito. Sin embargo el gobierno del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, no escuchó a los estudiantes, pero los reunió supuestamente para llegar a un acuerdo.

Mudanza por la vida

Varios ciudadanos que residen actualmente en nuestra ciudad vivieron de cerca el movimiento.

El Doctor especialista en Oftalmología, Miguel Álvarez Vallejo declaró en exclusiva para este medio los acontecimientos que vivió en esa época, cuando estudiaba en Tlate­lolco la carrera. “El movimiento del 68 se inició después de que en la ciudadela hubo una riña de estudiantes de una escuela preparatoria, que pertenecía a la Universidad, y una vocacional del Ins­tituto Politécnico Nacio­nal, pero hubo una represión brutal del grupo de los granaderos del Dis­trito Federal que no conformes con haber golpeado a los estudiantes, los siguieron y entraron a los planteles también golpeando a los maestros, y se planteó un reclamo a las autoridades para que hubiera mayor libertad de expresión y menos represión policiaca, y fue así que el rector Barros Sierra organizó la primera manifestación estudiantil de la UNAM, en la que la Preparatoria Nú­me­­ro 1 de la calle de San Ildefonso fue abierta por el Ejército con un ‘bazucazo’ diciendo que los alumnos tenían armas, lo cual no era verdad, matando de esta manera a varios estudiantes que estaban detrás de las puertas.

Entonces hubo varias marchas, en una de ellas se intentó poner unos campamentos permanentes en el Zócalo, pero dando las 12:00 de la noche se les echaron encima a todos los campamentos para destruirlos, ahí fallecieron 3 ó 4 personas, que no pudieron eludir el ataque, mientras corríamos cuando el Ejército nos perseguía.

Después hubo una manifestación del silencio por la Plaza de la Reforma y Avenida Juárez, hasta la plaza de la Constitución, en la que un servidor y Julián Kuri Nacif, compañero y amigo mío, íbamos vestidos de blanco, con un gafete verde en el antebrazo, tratábamos de evitar que se infiltrara gente ajena a los alumnos y en el camino nos encontramos a un coche Ford azul marino, que después nos enteramos que era una patrulla, y los que iban a bordo nos dijeron que tenían la misma visión, entonces nos invitaron a subirnos al frente de la patrulla, sobre las salpicaderas y nos dieron una bandera de México y otra blanca y fuimos retratados Julián y yo, después de eso el padre de Julián Kuri, quien vivía en Oaxaca, llegó a México avisándole a mi padre que en la portada de la revista Impacto, su hijo y yo aparecíamos en la portada, obviamente ya nos tenían identificados como líderes estudiantiles, que sí lo éramos, pero no de la parte más alta de la manifestación.

Y nos estaban buscando de ahí tuve que salir huyendo a República del Sal­vador, dos días después fue lo de Tlatelolco”.

Entre rumores

A Rosario Anguiano Fu­entes, ama de casa, le tocó la suerte de estar en esos momentos en la ciudad de México, sus hermanos mayores estaban en la preparatoria en ese entonces. “El movimiento empezó porque los estudiantes estaban muy reprimidos, porque ellos querían mejoras en su escuela, más maestros, libertad de cátedra, pero el gobierno los reprimía cada vez que se manifestaban en la UNAM y el politécnico, al comenzar el comité de huelga, éste empezó a reunir a los estudiantes de la UNAM y del Politécnico, pero al gobierno no le gustó y los citó en un lugar donde los podían controlar y ya lo tenían todo planeado que si se les salía de control poderlos atacar, en la plaza los convocó y les hizo creer que ahí les iba a cumplir las demandas, mejoras y que no iba a intervenir, no obstante por donde está la salida a la calle los balacearon.

Ellos dijeron que eran como unos 7 muertos, pero unos doctores que vivían cerca dijeron que eran carretillas y carretillas llenas de cadáveres y no se daban abasto".

De cerca

Entre las memorias de la familia de la Doctora Francia Mena Brito, Espe­cializada en la Salud Ocu­lar, la masacre del 68 es un hecho relevante, ya que su padre era perito Médico del Servicio Fo­rense y a él le tocó ver a los cadáveres de las víctimas que dejó el movimiento, asimismo su hermano vio cuando un tanque atropellaba a un amigo frente al Zócalo, así como padecer que primos y cuñados se los llevara el Campo Militar número 1 para torturarlos, a pesar de que no tenían relación con el movimiento.

La Doctora relató que su hermano y más gente llegaron corriendo, cuando estaban en la casa de su abuela a puertas abiertas, quien vivía en Tlatelolco, sin saber lo que ocurría cerraron las puertas, entonces les contaron lo que pasaba en la calle.

Su padre Médico Forense identificó a la hija de un colega, el Doctor To­sheti, quien salía del cine en ese momento.