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A Cien por Hora...

Ricardo Rubín

BANDERAZO DE SALIDA.- Julia Child descubrió para el paladar de los norteamericanos el sabor y la exquisitez de los deliciosos platillos franceses, que pocos conocían. Ella fue, y nadie más, quien introdujo la cocina francesa en los Estados Unidos. La historia es sencilla... Julia creció en el área de Pasadena, California, allá por los años 20s, cuando no había refrigeradores y se acostumbraba usar las llamadas “cajas de hielo”, que no eran sino cajas cubiertas interiormente de lámina, y en cuya parte superior se colocaba uno o dos bloques de hielo. Aquello proporcionaba el frío suficiente para mantener en buen estado leche y carnes. Naturalmente, había que vigilar que el hielo no se acabara porque la comida se echaba a perder. Y como recuerda Julia, también fueron los tiempos del mejor helado hecho en casa, pura crema, con grandes pedazos de fruta y ríos de miel corriendo sobre aquella sabrosura.

CURVA PELIGROSA.- En 1930 Julia se casó, y con su esposo Paul hizo un largo viaje a Francia. Para ser exactos, a El Havre, donde dice que vivió en un estado de éxtasis completo gracias a la comida que descubrió allí... Julia nunca olvidó la primera comida que disfrutó en El Havre, adonde llegaron al mediodía: Fue sopa de ostiones, que ella jamás había comido antes, y que le pareció la entrada al Paraíso; pescado a la Meuniere acompañado de vino Chablis, y unas pequeñas papas bañadas en una crema deliciosa. Por último, una numerosa selección de pequeños pastelillos, tan exquisitos unos como otros. Aquella comida le gustó tanto, que desde entonces declaró que es su menú preferido, y que lo recomienda a las amas de casa que quieran impresionar a algún visitante.

RECTA FINAL.- Mientras viajaron por Francia, disfrutaron de muchas comidas memorables, y Julia apuntaba todas las recetas, al mismo tiempo que charlaba con cocineros y dueños de restaurantes. Y así, cuando regresó a Estados Unidos, escribió su primer libro sobre sus impresiones de la cocina francesa, dando recetas y traduciendo al inglés los términos y las medidas que usan los cocineros franceses. También encontró en los supermercados norteamericanos los substitutos para muchos ingredientes de Francia. El éxito de su libro fue inmediato, y el paladar de los norteamericanos comenzó a saborear la auténtica cocina francesa. Pero Julia comprendió que había mucho más que decir, e hizo un segundo viaje a Francia. Recorrió entonces diversas provincias, y logró una colección fabulosa de recetas y secretos de la mejor cocina del mundo. Pero ahora también puso su atención en vinos, postres y anécdotas que hay en torno a los grandes y pequeños restaurantes.

META.- Cuando regresó a Estados Unidos, escribió dos libros más. Tuvieron el mismo éxito que el primero, y entonces esta mujer tan emprendedora inició una carrera sin precedente dentro de la gastronomía: Fundó la mejor escuela de cocina francesa en su país, tuvo el primer programa de televisión donde confeccionaba los platillos franceses que tan bien conocía, y comenzó a escribir una columna que se publica en más de mil periódicos en la Unión Americana... Julia Child confiesa que su biblia de cabecera fue el libro titulado “La Cocina de Madame Saint-Angie”, escrito a principios del Siglo XIX, que le descubrió las primeras recetas de la cocina gala, que luego amplió y difundió en una forma tan exitosa.

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