BANDERAZO DE SALIDA.- Recibo, de París, la carta de un amigo periodista que, dada su amenidad e interés, me permito reproducir para los lectores. Dice: “Mon Cher Ricardo: Cómodamente sentado en un café contemplo uno de los espectáculos más característicos de nuestra época; el enfrentamiento de estudiantes con policías... La excusa fue el precio de los vinos y las quejas de unos granjeros. La tragicomedia se desarrolló como una película ante mis ojos, de la siguiente forma: los estudiantes salieron de la Sorbona y de las facultades diseminadas por todo el barrio de Montparnasse, como a las ocho de la noche (todavía con sol), y se congregaron en el Boulevard Saint Germain, junto a Cluny... Mientras tanto, de la prefectura de la policía que está frente a la Catedral de Notre Dame salieron dos camiones con granaderos que descendieron frente a la Fuente San Miguel, todos listos con sus visores de plástico, sus escudos, y sus largos bastones de caucho duro”.
CURVA PELIGROSA.- “Los estudiantes ocuparon sólo la mitad de la calle, dejando que el tránsito circulara y los transeúntes hicieran sus compras. La gente siguió sentada a las mesas, y los balcones se llenaron de curiosos, el ambiente era como de fiesta y de expectación, como si se anticipara un desfile de carnaval... Cuando se reunieron unos 500 estudiantes, empezaron a cantar La Mersellesa. Fue tan impresionante como maravilloso... Muy ordenadamente comenzaron a marchar hacia el Palacio del Eliseo, pero los granaderos les cerraron el paso y empezaron a intercambiar garrotazos, pues muchos estudiantes llevaban palos para defenderse. En ese momento se lanzaron al ataque otros granaderos que llegaron por la calle Racine, y se precipitaron por el Boul St. Mich. Los estudiantes los recibieron con piedras que llevaban en sus bolsas, y lanzaron tres bombas Molotov.
RECTA FINAL.- Los ocupantes del café bebíamos “Kir” con más velocidad... La policía lanzó granadas que estallaban estruendosamente, y también lanzó luces de Bengala (más para asustar que para otra cosa)... Unos turistas españoles sentados cerca de mi mesa se asustaron, una vieja dama gritó, y uno de sus acompañantes le dijo en español: “Vámonos, que esto se está poniendo feo” y huyeron precipitadamente del café... Los estudiantes comenzaron a huir ante la embestida policial, pero cuando los agentes del orden llegaron a las callecitas estrechas cercanas, tuvieron que regresar a todo vapor, pues había estudiantes parapetados que los estaban esperando con piedras y más bombas Molotov. Los policías no comprendieron que la huída de los estudiantes no fue sino una trampa para hacerlos correr hacia donde había más estudiantes escondidos”.
META.- “Un par de granaderos entró en nuestro café. Son muchachos de provincia que aceptaron gustosos una invitación a tomar una copa de vino... Cuentan que los estudiantes encontraron un rico arsenal de piedras y escombros en un edificio en construcción en la Plaza de San German des Pres. Poco después de salir del Café de Flores, rompieron todos los cristales... Los turistas compraron como souvenir algunos palos largos usados por los policías que cayeron en manos de estudiantes. La batalla campal había concluido y los estudiantes se dispersaron animadamente por toda la zona... Pasan en eso dos turistas norteamericanas de floreadas minifaldas y risas alegres, y la tensión desaparece. El café se anima de nuevo y todos piden con insistencia nuevas rondas de vino y coñac. Todos brindamos: “Vive la France”.