Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

¡A COLGAR LAS ALAS!

Gaby Vargas

Durante una semana, todas las noches me despierto con la angustia de haber dado una pésima conferencia. Es increíble mi vanidad. El estrés que esto me provoca, me lleva al médico para tratarme la gastritis. ¿Qué van a decir de mí? El saber que sería criticada, me desborda.

Las primeras veces que me enfrento al público, como está en Monterrey, quiero quedar tan bien, estoy tan pendiente de mí, que me olvido de la gente que me escucha. Es uno de esos momentos en el que el velo de la negación se rasga y sólo queda enfrentarse a la cruda realidad: reprobada.

Pero ¿por qué me afecta tanto? Después de unos 15 años de vivir esta experiencia, me doy cuenta que siempre pensé no ser de las personas que viven para complacer a los demás. Pero, oh, oh, ¡estoy peor! Ese día sospecho que soy una buscadora de aprobación, y lo confirmo más tarde al estudiar mi personalidad en el Eneagrama (pero ése es otro tema).

Quienes tenemos esta característica, hacemos cualquier cosa para lograr ser aceptados, queridos, aprobados por los demás. Somos un poco como los adictos a la coca, sólo que más disfuncionales. Al menos ellos saben que hacen mal. Los buscadores de aprobación como yo, tendemos a pensar que somos buenos, angelicales... Y podemos dejar un pedazo de vida con tal de conseguir un elogio.

LAS CONSECUENCIAS

La dependencia al halago y a la aceptación provoca que sacrifiquemos tiempo, energía y gustos personales para conseguirlo, con el riesgo de arruinarnos la vida. Nos divorcia de quienes en verdad somos.

Esta época del año es un buen momento para observar a qué me refiero. Ya sabes la historia: finges gran emoción al recibir el fruit cake -que detestas- de la tía Pepa, o simulas que te encantó el sweater tejido a mano que te hace ver como ballena. No te preocupes. En estas fechas, es casi general este comportamiento. Sin embargo, si finges todo el año, esta temporada navideña puede hacer más grande la disfunción de complacer, hasta terminar exhausto/a. Al mismo tiempo, el halago del otro es cada vez menos y menos reconfortante. Si empiezas a sentirte agotado/a o enojada/o conforme se acerca la Navidad, es tiempo de colgar las alas. Date el regalo de ser tú mismo/a.

Complacer al otro es como el sexo. Cuando lo haces porque quieres, es una maravillosa y reconfortante manera de reafirmar una relación, pero cuando es obligado, forzado, ventajoso o calculado, equivale a lo mismo que degradarse. La llave para una sana vida emocional, es hacer lo que en verdad, de corazón, quieres.

Imagina que todos los días de esta temporada, te preguntaras ¿qué es lo que quiero hacer hoy? ¡Y lo hicieras! ¿Pasarías tiempo con quien no quieres? O ¿comprarías regalos que no puedes pagar? Lo dudo. Lo cierto es que los actos de amor hechos sin amor, de nada valen. Los demás lo sienten, así que elimínalos de tu vida.

Cuando te das cuenta de que por una loa pierdes un pedazo de ti, de tu salud, del tiempo para quienes en verdad quieres, en verdad no vale la pena. Sólo que nuestro ego nos tapa los ojos y nos convence de lo contrario. Nos convierte en adictos a nuestra droga favorita: el elogio y la aceptación.

Aprender a tolerar esa ansiedad de sentirme reprobada ha tomado tiempo, y no está del todo superada. Sin embargo, en cuanto a conferencias se trata, irónicamente, cuando me olvido de mí, del qué dirán, y me preocupo sólo por quien me escucha y por dejarle algo, sin pensar si me aceptarán o no, es cuando mejor sale. Así la vida.

En esta temporada navideña, te invito a ser fiel a ti y, sobre todo... a colgar las alas.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 400660

elsiglo.mx