La osteoporosis es una enfermedad del esqueleto caracterizada por un descenso de la masa ósea, con un deterioro de la microarquitectura del tejido óseo y un aumento de la fragilidad de los huesos. Su manifestación clínica más característica es la fractura y las complicaciones que se derivan de ella.
Los tipos más comunes de osteoporosis son:
-El tipo I, u osteoporosis asociada a la menopausia, que afecta a seis mujeres por cada hombre.
-El tipo II, la asociada con la edad, que afecta a personas mayores de 70 años con una relación mujer/ hombre de 2:1.
Entre los factores de riesgo que predisponen a su desarrollo destacan ser mujer posmenopáusica blanca, delgada o pequeña, con una menopausia prematura, o que haya tenido amenorrea prolongada premenopáusica, que no ha tenido hijos y tiene una historia familiar de osteoporosis; también elevan el riesgo de desarrollar esta enfermedad algunos factores relacionados con el “estilo de vida” como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, el bajo consumo de calcio y la vida sedentaria.
Sabemos, por otro lado, que la fractura es la manifestación clínica más característica de esta enfermedad y que la caída es el hecho precipitante esencial en este tipo de fracturas. Entre los factores que incrementan de un modo determinante el riesgo de sufrir caídas en el anciano tenemos la pérdida de fuerza en extremidades inferiores, y la pérdida de equilibrio y flexibilidad.
Porque es una enfermedad que representa un grave problema de salud pública, que genera unos elevados índices de discapacidad física, una demanda importante de atención sanitaria y un alto costo económico. Por ejemplo, las estadísticas señalan que un 12-20 por ciento de los ancianos con fractura de cadera mueren en el plazo de un año, que más de un 50 por ciento de los supervivientes completan este año siendo discapacitados y que muchos de ellos mantienen esta discapacidad de modo permanente.
Se sabe que la masa ósea de una persona aumenta durante la infancia y adolescencia, alcanza un pico en la tercera o comienzo de la cuarta década de la vida y a partir de ese momento comienza a descender progresivamente. Se han propuesto diferentes estrategias para prevenir esta enfermedad como, por ejemplo, el consumo de una cantidad adecuada de calcio y vitamina D, evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol; el uso de terapia hormonal sustitutiva en mujeres posmenopáusicas y el ejercicio físico regular.
Y a los padres piensan o están en la creencia de que los hijos los cuidarán ya siendo adultos mayores y así los educan y no los dejan libres ( sus hijos no son enfermeros) la mayoría están equivocados ya que nadie cuidará de ustedes mejor que ustedes mismos.
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