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A la Casa Blanca

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“A nadie que pueda ganar la Presidencia se le debería permitir ejercerla”.

Douglas Adams

NUEVA YORK.- Todo parece indicar que la gran batalla entre Barack Obama y Hillary Clinton terminará en un virtual empate. Hoy habrá elecciones primarias en Indiana, el último estado grande en la carrera, y en Carolina del Norte. Faltarán sólo cinco estados y Puerto Rico para completar las primarias. La posibilidad de que cualquiera de los dos precandidatos pueda llegar a la Convención Nacional del Partido Democrático en agosto en Denver con los 2 mil 25 delegados que se necesitan para asegurar la nominación es realmente muy lejana.

Obama tiene actualmente mil 736 delegados, de los cuales 243 son superdelegados (no electos y que pueden cambiar su voto). Clinton cuenta con mil 599, con 265 superdelegados. Como en los viejos tiempos, antes de que existieran las elecciones primarias, la nominación del candidato demócrata surgirá de un acuerdo entre los dirigentes del partido. Hay un consenso generalizado, sin embargo, de que sería muy difícil negarle la candidatura a Obama si llega a la convención con una mayoría de delegados, aun cuando no complete el mínimo para asegurar la nominación. Por eso los anuncios del virtual candidato republicano, John McCain, empiezan a concentrarse cada vez más en atacar a Obama.

La publicidad generada por los dos precandidatos demócratas ha logrado colocarlos a ambos en una buena posición en contra de McCain. Un sondeo del New York Times y CBS News les daba ayer tanto a Obama como a Clinton ventaja sobre McCain. Los sondeos previos habían colocado al republicano por arriba de cualquiera de los dos demócratas. McCain, sin embargo, ha desaparecido virtualmente de los medios de comunicación, mientras que los demócratas ocupan todos los espacios informativos. La experiencia nos dice que la competencia se igualará a partir del momento en que los republicanos lleven a cabo su convención, a principios de septiembre, y las coberturas de medios tiendan a equilibrarse nuevamente.

El debate entre los precandidatos demuestra hasta ahora una muy deficiente calidad. Tanto Obama como Clinton han anunciado que revisarían el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pero ninguno ha dicho exactamente cómo. Muchos analistas tienen la idea de que, así como Bill Clinton pasó de rechazar el TLC como precandidato a firmarlo como presidente, así ambos demócratas se darían cuenta al llegar a la Casa Blanca de la irracionalidad de su propuesta. McCain ofrece hacer recortes de impuestos, pero sus propuestas concretas reflejan hasta ahora ignorancia sobre cómo funciona la economía. Tanto Clinton como McCain afirman que eliminarían los impuestos sobre la gasolina para reducir el precio del combustible, pero esto aumentaría la demanda y generaría todavía una mayor presión al alza. Por ello Obama justamente afirma que ésta es una propuesta populista que no podría sostenerse en la realidad.

La campaña se está realizando en un momento en que la popularidad del presidente George W. Bush ha caído a los niveles más bajos de su Gobierno. El primero de mayo un sondeo del New York Times y CBS News le dio a Bush apenas un 28 por ciento de aprobación. Éste es el mandatario que, en agosto y septiembre de 2001, antes incluso de los ataques del 11 de septiembre, tuvo tasas de popularidad de hasta 90 por ciento. Muchos estadounidenses piensan hoy que Bush es el peor presidente de la historia de su país, y ante la evidencia es muy difícil no darles la razón. En contraste, la Presidencia de Bill Clinton se levanta en la memoria como un tiempo dorado de baja inflación y alto crecimiento a la sombra de una política fiscal equilibrada e incluso superavitaria.

Ante estas circunstancias, lo lógico sería esperar un triunfo demócrata en las elecciones del próximo noviembre. Sólo que la política en Estados Unidos no es tan fácilmente previsible. A McCain no se le ve como un aliado de Bush: todo lo contrario, se le considera un crítico del presidente, a pesar de que en el tema de Irak, el más sensible, le ha dado su respaldo al mandatario. El Partido Democrático estaría en una posición ideal para conseguir el triunfo en noviembre sobre la base de que el partido en el poder siempre ha perdido la Casa Blanca cuando hay recesión. Pero la campaña entre Obama y Clinton ha sido tan intensa que ambos se han debilitado entre sí.

Durante mucho tiempo se afirmaba que no importaba quién era el presidente de los Estados Unidos, porque la maquinaría política funcionaba de la misma manera sin importar el inquilino de la Casa Blanca. La Presidencia de Bush, con su guerra de Irak y la conversión del superávit fiscal en un brutal déficit de presupuesto, revelan que a fin de cuentas sí importa quién vive en la Casa Blanca.

STRAND BOOKS

Uno de los placeres de cualquier viaje a Nueva York es visitar Strand Books, una enorme librería de volúmenes nuevos y usados a un lado de Union Square. En su desorden me recuerda un poco la vieja Gandhi, la de Mauricio Achar. Strand Books recibe miles de visitas diarias en sus 18 millas de estantes gracias a una agresiva política de descuentos. Uno puede comprar ahí un libro entre 10 y 90 por ciento más barato que en otras librerías, lo que atrae a un enorme número de estudiantes de precarias finanzas. En México una librería así ya no sería posible. Dar un descuento en un libro se ha convertido, tristemente, en un delito en nuestro país. Esto “gracias a los diputados que trabajan para usted”.

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