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A la caza de lo noble y lo bueno

Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Nuestros ancestros de hace cientos de miles de años llegaron a sobrevivir gracias a que se convirtieron en cazadores de animales. Un anuncio comercial dice que todos están tratando de cazar algo, lo que en muchos sentidos es cierto. Ya no cazamos animales para poder vivir, pero el instinto de la “caza” como habilidad y necesidad, todos los seres humanos lo tenemos impreso en nuestro código genético.

La “caza” requiere la necesidad de fijarnos objetivos: qué vamos a cazar, el diseño de una estrategia, cooperación con otros cazadores, arrojo, disciplina, paciencia, etc. Como seres evolucionados, nuestro instinto de “caza” lo tratamos de materializar de múltiples maneras: ventas, comercio, objetivos profesionales, conquista de una pareja, actividades científicas, deportivas, artísticas, etc. A pesar de que somos cazadores innatos, es decir, de nacimiento, de naturaleza, los hombres de hoy en día somos impresionantemente pacíficos.

Claro, que comúnmente se piensa lo contrario: que somos una especie violenta y en muchas ocasiones brutalmente crueles. Y para respaldar esta idea se citan las guerras que han ocurrido en todos los períodos que la historia ha registrado; y también se acude a los casos muy sonados de una brutal violencia en crímenes monstruosos y abominables. De hecho, se nombra a la criminalidad como uno de los factores distintivos de nuestra sociedad actual.

La anterior idea no corresponde a la realidad en la magnitud que normalmente se cree: siempre serán absolutamente condenables las guerras y todo tipo de crímenes en los que se privan de la vida a otros. Y quien ha perdido a un ser querido con motivo de cualquier clase de violencia deliberada es absolutamente comprensible que piense que vivimos en una sociedad de crimen y violencia.

Pero recordemos que actualmente vivimos en este planeta seis mil setecientos millones de seres humanos. Y precisamente este día, desgraciadamente morirán varios miles de personas a causa de guerras y violencia criminal. Todos estos crímenes que se cometen en las distintas poblaciones del planeta, causan repulsión y sorpresa, pero la sorpresa deriva de que no es lo común en la raza humana, la que tiende a mantenerse en paz y vivir sin violencia.

Y es que a la casi totalidad de los seres humanos, lo que más nos interesa es ir en busca de nuestra felicidad, de ir a la “caza” de nuestros objetivos económicos, sentimentales, de trabajo, de formar una familia y sacar adelante a nuestros hijos.

Nosotros, pertenecientes al Homo Sapiens, hemos canalizado nuestra naturaleza de cazadores a nuevas formas de satisfacer ese instinto que toda mujer y hombre llevamos en nuestra herencia genética: la ciencia, el arte, la creatividad, la industria, los inventos científicos, las transacciones comerciales, todo esto, no es más que las distintas maneras en que los humanos estamos canalizando nuestros instinto de cazadores que se fijó en nuestros genes a través de la evolución de nuestros ancestros de hace más de un millón de años, hasta llegar al Homo Sapiens, hace aproximadamente cuatrocientos mil años.

Para CRITILO, lo importante de esta reflexión consiste en que tomemos conciencia y aceptemos varios hechos: primero, que somos cazadores por naturaleza; segundo, que nuestro instinto de cazadores lo hemos estado canalizando en formas muy variadas; tercero, que la raza humana de hoy en día y de hace miles de años, es pacífica y que rechaza la violencia; cuarto, que la violencia es un mal de la sociedad y que por ser bajísimo su porcentaje, es por lo que nos causa tanta sorpresa y desagrado; quinto, que no podemos renunciar a nuestra naturaleza de cazadores, pero que tenemos la inmensa ventaja que nos da nuestra inteligencia y la estructura de nuestro espíritu, para ir a la caza de nobles y buenos propósitos: a la creatividad, a la cooperación y ayuda mutua, a la invención de nuevas maneras de vivir en mayor plenitud espiritual, en mayor abundancia económica y en mayores satisfacciones de todo tipo.

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