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A los Toros

Dr. Enrique Vázquez Legarreta

Historia de “El Quite de Oro”

Domingo 28 de enero de 1934. Plaza de Toros El Toreo capitalino. Se celebraba la gran corrida de la Oreja de Oro. En los carteles se anunciaban seis auténticos ases de la tauromaquia en formidable competencia. Luis Freg, as de espadas, Pepe Ortiz, as de quites, Armillita, as del dominio, Alberto Balderas, as del clasicismo, Jesús Solórzano, as del temple y Domingo Ortega, as de la muleta. Los astados eran de la prestigiada ganadería de La Laguna.

Se acostumbraba que al término de cada temporada, después de apasionantes festejos, se disputara la oreja de oro en una corrida de postín, en la que participaban la flor y nata de la torería de esa temporada.

El astado que le tocó en suerte al orfebre tapatío Pepe Ortiz, fue un cárdeno, bien puesto de pitones y de preciosa lámina, que llevó como nombre “Periodista”. Fue el segundo burel de la jornada, y cuentan las crónicas de esos tiempos que Pepe Ortiz lo recibió primero con verónicas que llevaron el sello de casa, siendo fuertemente ovacionado.

Después sucedió lo inenarrable: el diestro se echó el capote a la espalda, duda visiblemente, el público se emociona, y de pronto el orfebre aguantando con los pies juntos la intempestiva arrancada del toro borda un quite fantástico, original y de exquisita belleza, en el que instrumentó varios lances de asombro y todos los espectadores en el paroxismo de su entusiasmo y alegría gritaban y aplaudían frenéticamente pero sin poder apreciar con exactitud lo que acababan de admirar, presintiendo, eso sí, que había sucedido algo extraordinario.

Desde ese instante ya no se quiso ver más en la retina de todos los aficionados capitalinos, se había grabado intensamente aquellos lances bellísimos, y al final de la corrida se desbordó la admiración en los tendidos, y por aclamación unánime fue concedida la oreja de oro en disputa por su maravilloso quite de esa tarde.

Al día siguiente, la crónica del distinguido periodista taurino “Monosabio” captó con absoluta fidelidad lo acontecido, pues su versión fue la siguiente: “Después de un puyazo del picador Lindberg, el torero tapatío fue al quite: Pepe Ortiz se echa el capote a la espalda y ya lo tenemos haciendo cosas nuevas, parece torear por gaoneras, pero por atrás”.

Posteriormente, al ser entrevistado el orfebre tapatío hizo el siguiente relato, que sintetiza el nacimiento del quite de oro y las circunstancias que concurrieron en la creación de tan hermoso lance: “Fue un caso a suerte conocida, pero al sentir la arrancada del toro tan intempestiva, no tuve tiempo de hacer lo que iba a ejecutar y entonces me quedé con los pies juntos, casi de costado, dejé pasar al toro en la forma más o menos que se hace el lance de costado, volví a tirar de mi capote y me volví a colocar por el otro lado dándole la espalda al toro y haciéndolo pasar, y al tercer lance tenía perfectamente echa la suerte.

“Para mí, creo que esta suerte es una de las más bellas del toreo y, desde luego, una de las más difíciles de interpretar”.

El quite de oro lo realizó posteriormente en Granada, España, y la tercera ocasión en Guadalajara, Jalisco.

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