Los medios informativos de la época (cinco de febrero 1946), con relación a la fecha de inauguración de la Monumental Plaza de Toros México, mencionaron que para las primeras cuatro corridas de la temporada hubo cinco gerentes del negocio, es decir, más de uno por festejo: En su orden lo fueron el licenciado Carlos Azcué Mancera, don Antonio Algara, el doctor en economía don Fernando Rodríguez, el licenciado Jacobo Pérez Verdía (subgerente en funciones) y el diestro regiomontano don Lorenzo Garza.
Las cuadrillas encabezadas por Luis Castro Sandoval el “Soldado”, Luis Procuna y “Manolete” al iniciar el paseíllo de la corrida inaugural fueron precedidas por cuatro alguacilillos cabalgando briosos corceles, al frente de ellos el carismático “Chalío”. Este Coso fue proyectado para 44,000 espectadores, y en el primer festejo se recaudaron en taquillas 546,264 pesos. Se menciona que el diestro español Manuel Rodríguez “Manolete” venía cobrando por actuación 125,000 pesos. Los precios de entrada, por lo que respecta a las entradas generales, fueron seis pesos por boleto de sombra y tres pesos con cincuenta centavos por boleto de sol.
Las localidades numeradas de sombra fluctuaron entre los precios de cincuenta pesos, costo de una barrera de primera fila, y doce pesos, importe de la quinta fila de numerados del segundo piso de la plaza.
El numerado del tendido cálido se cotizó desde treinta y cinco pesos por una barrera de primera fila hasta ocho pesos, valor de la quinta fila del segundo piso de ese sector de la plaza.
Se cuenta que una tarde en que toreaba en México, Juan Silveti llegó a la Plaza del Toreo media hora antes de comenzar la corrida. Y como la víspera había tenido una fiesta nocturna, se fue a la enfermería y tranquilamente se acostó a dormir en la mesa de operaciones. Ahí lo encontró el conocido cronista taurino “Rascarrabias”, que lo despertó y le dijo: “¿Qué haces aquí Juan? Ya es hora...”. Y le contestó el “Tigre de Guanajuato”: “Pues calentando la cama, por si vengo después”.
Se comenta que el diez de diciembre de 1944 alternaron David Liceaga, Silverio Pérez y Rafael Ortega “Gallito”. Como banderilleros salieron con David dos subalternos veteranos de muy escasas facultades físicas: José López y José Ramírez “Gaonita”, y un diestro que en ese tiempo tenía juventud pero muy pocas facultades taurinas, Mauro Liceaga Maciel.
Ya que nos referimos a la cuadrilla de David Liceaga, debemos de hacer notar que se cuenta en “La Fiesta, Semanario Gráfico Taurino” que cuando David llegaba para banderillear, y cuando realizaba su faena de muleta, sus subalternos lo veían plácidamente desde los burladeros. Y el tercer espada, Rafael Ortega “Gallito”, ponía el ejemplo por su correcta colocación en el ruedo y por su siempre oportuna y eficaz intervención en la lidia.
Frase célebre de torero célebre: “No son los toros los que nos cogen, somos nosotros los que cogemos a los toros”: Rafael Molina “Lagartijo”.