“Los aprecio mucho y son excelentes trabajadores”. Ésta es una cita de las declaraciones que hizo el alcalde José Ángel Pérez, en una entrevista a este medio, donde el edil informaba que piensa hacer enroques en su Administración, pero que de ninguna manera mandaría a algún colaborador suyo a su casa, apelando a que son -desde su punto de vista- excelentes trabajadores, pero también a un sentimiento humano positivo suyo: afecto.
El Municipio de Torreón ahora está contemplando realizar enroques dentro de algunas direcciones y puestos importantes en la estructura municipal, Alfonso Gómez pasó de la dirección de Adquisiciones a la de Regazos y Ejecuciones, en tanto quien ocupaba el puesto que ahora pertenece a Gómez, Fernando Jaime, llenará el sitio de Gómez.
También se ha anunciado el cambio de Carlos Gregorio Ramírez Hernández, director de Servicios Públicos, al área jurídica del Ayuntamiento, para apoyar a Roberto Robles Medrano –¿es normal que una persona que tiene perfil para atender servicios como alumbrado, ahora sea un experto jurídico?- El área que deja Ramírez Hernández será encargada a Heriberto Martínez, actual director de Inspección y Verificación, quien será cubierto por Óscar Chavira Zúñiga, encargado de Participación Ciudadana.
Hay que agregar el relevo de Fernando Reza por Alfonso Tafoya Aguilar –que de secretario del Ayuntamiento en el trienio pasado, ahora ocupa posiciones secundarias- y la entrada a la estructura formal del asesor y amigo de la cuadra de José Ángel, Ricardo Muñiz, que asumirá la vicepresidencia del Coproder.
Con esa expresión de contenido sentimental, Pérez Hernández mostró una vez más una característica de su personalidad: su capacidad de aprecio por los demás, lo que sin duda es cualidad.
El problema es que en la Administración de bienes de terceros, y particularmente los públicos, el que en un argumento de justificación del desempeño de los subordinados contenga elementos sentimentales, da origen a muchas especulaciones que deben de llevar a la preocupación de los mandantes del presidente.
Uno de ellos es que si el edil dice que no corre o corrige el funcionamiento de miembros de su equipo de trabajo, en parte por el aprecio que les tiene, significa o que para él su relación afectiva está por arriba de los intereses de los torreonenses, o la segunda, que en su juicio, los vínculos sentimentales son aptitudes que se deben incluir para la evaluación del trabajo de los empleados municipales.
Cualquiera de las dos posibilidades son delicadas, la idea que para tomar decisiones en cuanto a las personas que ocuparán puestos clave dentro de un Ayuntamiento deben tener en su currículo el afecto del presidente, preocupa, porque demuestra en los actos que también la primera autoridad de Torreón toca su corazón para decidir, además de su cerebro. Pero la segunda, que conscientemente él elija gente que quiera para darles trabajo, ya muestra otro tipo de circunstancias.
El hecho de que esta semana haya caído el catorce de febrero, y que el aspirante a gobernador y defensor de la autonomía municipal, haya apelado a sentimientos tan agradables como los que se festejaron ayer, quizá a propósito del festejo de San Valentín.
USANDO PERMISOS DE GÓMEZ
Apenas este año el Congreso del Estado de Coahuila le quitó la facultad a los municipios de expedir permisos para circular sin placas a los vehículos y le otorgó ese derecho al Ejecutivo estatal.
¿Qué hizo el Municipio de Torreón cuando necesitó de un papelito de ésos?
Fácil, ¡los compró en Gómez Palacio, Durango! dinero de los contribuyentes de Coahuila va a parar a un municipio de otro estado. Si de verdad la defensa de la autonomía municipal va en serio, ahí está una prueba, para que se le quite al Congreso priista andar golpeando a Torreón.