Bill Richardson puso fin a su campaña presidencial después que dos sucesivos cuartos puestos en las primarias demostraron que su impresionante trayectoria no podía competir con el atractivo estelar de sus rivales. (AP)
Richardson era el único candidato de origen hispano en la contienda.
El gobernador demócrata de Nuevo México, Bill Richardson, renunció ayer a ser candidato presidencial tras las primarias del martes en Nueva Hampshire, en las que ocupó el cuarto lugar, dijeron fuentes allegadas al ex secretario de Energía, citadas por medios locales de información.
Agregaron que la decisión de Richardson fue tomada ayer durante una reunión con sus asesores en Nuevo México y será anunciada oficialmente hoy jueves.
Las primarias del martes fueron ganadas por la senadora Hillary Clinton, quien superó al senador de Illinois, Barack Obama, y al ex senador de Carolina del Norte, John Edwards.
En esa consulta Richardson obtuvo un cinco por ciento de apoyo de los seguidores de su partido. En los “caucus” o asambleas de partido realizadas la semana pasada en el estado de Iowa había recogido solamente un dos por ciento de los sufragios.
El ex representante de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas durante el Gobierno del presidente Bill Clinton era el único pre-candidato hispano a disputar la Presidencia a un representante republicano en las elecciones de noviembre.
Su participación en la lucha por la candidatura había sumado diversidad al grupo de aspirantes demócratas a la Presidencia de Estados Unidos, que incluye a una mujer (la senadora Hillary Clinton) y a un negro (el senador Obama).
La renuncia de Richardson fue decidida pese a que el martes, tras las primarias de Nueva Hampshire, prometió que seguiría adelante con su campaña.
“La lucha continúa y seguiremos planteando el problema de sacar a todas nuestras tropas de Irak y de que Estados Unidos sea un país de energía limpia”, señaló.
Hijo de madre mexicana y padre estadounidense y nacido en California, Richardson pasó su infancia en la Ciudad de México. A los 14 años de edad sus padres le enviaron a un internado en Massachussets, donde cursó los estudios secundarios.
Se tuvo que acostumbrar a ser el único alumno latino de la escuela, pero también se ganó la fama de ser uno de los mejores jugadores de beisbol del equipo. Tal vez esa necesidad temprana de lidiar con una sociedad diferente fue la raíz de sus mayores éxitos políticos.
Como congresista por Nuevo México, Richardson se encontraba de camino a Corea del Norte en 1994 cuando Pyongyang derribó un helicóptero estadounidense que entró en su territorio por error.
Clinton, entonces presidente, le pidió que negociara con Corea del Norte la salida de los pilotos, lo que colocó a Richardson en el centro de la atención nacional. El entonces congresista logró que el régimen comunista revelara que uno de los estadounidenses murió en el incidente. El otro fue puesto en libertad poco después.
Ahí comenzó la carrera de Richardson como mediador, a veces de forma oficial, otras en nombre de familias de detenidos, en los puntos más calientes del mundo.
En 1995 se reunió con Saddam Hussein en Bagdad y allí logró la liberación de dos contratistas estadounidenses.
Un año después se entrevistó con el presidente cubano, Fidel Castro, y le convenció para que sacara de la cárcel a tres disidentes.
Richardson también habló cara a cara con los líderes de los talibanes y obtuvo un cese al fuego temporal en el conflicto de Dafur (Sudán).
Fue su experiencia en política exterior así como en política energética los principales argumentos que utilizó en la promoción de su candidatura.
Así pelean por la Casa Blanca
Aspirantes demócratas y republicanos iniciaron ya la batalla para conseguir los delegados necesarios que los conviertan en los candidatos de sus partidos a la Presidencia de EU. En total los demócratas designarán cuatro mil 49 delegados, de los que el ganador necesita dos mil 25. Los republicanos designarán dos mil 380 delegados de los que el ganador requiere mil 191.
El la nominación demócrata hay delegados comprometidos (3,253) y superdelegados (796).
Los primeros son elegidos estatal y localmente y respaldarán a un candidato particular durante la Convención. Los superdelegados están conformados por líderes del partido, gobernadores, congresistas, ex presidentes y otras figuras políticas de importancia que no están obligados a revelar el nombre de su aspirante favorito.
Del lado republicano se tienen delegados comprometidos (1,917), con las mismas características que los delegados demócratas de este tipo, y delegados no comprometidos (483), cuya mayoría es elegida igual que los delegados comprometidos pero con la diferencia de que no están obligados a comprometerse con un aspirante en particular. Una pequeña parte de estos delegados está conformada por figuras importantes del Partido.
Para obtener delegados, los demócratas asignan por representación proporcional a aquellos aspirantes que en cada elección primaria estatal hayan obtenido un mínimo de 15 por ciento de los votos, así, si un aspirante gana 30 por ciento de los votos en las primarias de un estado obtiene igual porcentaje de delegados. En el caso de los superdelegados no hay reglas, la persuasión de los aspirantes es clave para conseguir el voto de ellos en la Convención, a realizarse del 25 al 28 de agosto.
En el caso republicano, el partido determina en cada estado cómo asignar los delegados a los aspirantes. Algunos estados utilizan el sistema de ‘el ganador se lleva todo’, es decir, todos los delegados son asignados al aspirante que haya ganado las primarias en dicho estado mientras que en otros estados prevalece la asignación por representación proporcional. La convención para nominar al candidato republicano tendrá lugar entre el 1 y el 4 de septiembre.
En vista de que el sistema de votación en Estados Unidos es indirecto, es decir, es el Colegio Electoral el que elige, no siempre los aspirantes que obtienen la mayor cantidad de votos populares en las primarias son los triunfadores de las elecciones. En total el Colegio lo conforman 538 electores provenientes de los distintos estados del país.
Cada elector puede depositar un voto y cada estado tiene el mismo número de electores que representantes en el Congreso. Por lo general los electores votan a favor del candidato favorito en su estado, para ganar un candidato debe obtener al menos 270 votos.
