Elena Anaya, Victoria Abril, José María Yazpik, Ariadna Gil, el director Agustín Díaz Yanes, Pilar López de Ayala y Diego Luna durante la presentación en Madrid de la película. (EFE)
Diego Luna promociona en España el filme Sólo Quiero Caminar, donde trabajó con Victoria Abril y José María Yazpik.
El actor mexicano Diego Luna se ha convertido en poco tiempo y a punto de cumplir tan sólo 30 años, en una de las grandes estrellas del cine iberoamericano, lo que le ha permitido crear una productora junto a su amigo Gael García Bernal y ayudar a financiar filmes como Sólo Quiero Caminar, de Agustín Díaz Yanes.
Luna está en Madrid, promocionando esta cinta en la que comparte cartel con las españolas Victoria Abril, Ariadna Gil, Elena Anaya, Pilar López de Ayala y el también mexicano José María Yazpik, y en la que muestra, según confiesa él mismo, claras influencias de “El Samurái”, el clásico del cine negro de Melville, protagonizado por Alain Delon.
En esta película, para la que Agustín Díaz Yanes recupera personajes de una de sus cintas de mayor éxito, Nadie Hablará de Nosotras Cuando Hayamos Muerto, como es el caso del de Gloria Duque, al que vuelve a dar vida Victoria Abril; Diego Luna interpreta a “un mafioso frío y distante, que poco a poco se quita la coraza y muestra a la persona que lleva dentro”.
Luna llegó a esta cinta sobre un cuarteto de mujeres atracadoras, en la que son “ellas las que llevan la acción y los personajes masculinos los diálogos”, a través del productor José Manuel Lorenzo tomando “unos vinos en Ciudad de México”.
“La verdad es que siempre tuve muchas ganas de trabajar con Tano (Díaz Yanes), al que siempre le vi en el contexto madrileño, en una mesa cenando, bebiendo, fumando y trasnochando, sobre todo porque me parece un maravilloso cuentacuentos”, comenta el actor, orgulloso de que el rodaje se realizara en México.
“Ejercí de como una especie de Cupido entre México y Tano, y para que éste se pudiera complementar de lo que ofrece una ciudad tan visualmente rica y diversa”, asegura Luna, quien no cree que la película “intente reflejar la realidad de México, ni ser un elemento de denuncia, ni desentrañar el sistema delictivo de la ciudad.
“No va por ahí, es sencillamente la fantasía de un director a la que se le busca un espacio para que suceda”, explica.
Eso no quiere decir que Luna, como ciudadano, no se sienta “triste por la realidad que se vive en un país que ha aprendido a vivir con un nivel tan alto de violencia.
“Estoy conmovido y preocupado -dice- y no le veo una salida a este fracaso total en el modo de abordar el tema del narcotráfico, que ha cruzado una línea mortal, con cifras que señalan que un 80 por ciento de los ejecutados este año son menores de 19 años”.
Luna no sólo ha trabajado en la producción del filme, también se ha implicado en el guión de Díaz Yanes “dándole un sentido de arraigo a la historia, buscando el contexto en el que iban a vivir los personajes, como ese banco clandestino que mueve dinero sin que haya un registro, justo en el momento en el que los bancos del mundo están colapsándose”.
“El productor para nada ha superado al actor, sólo es una manera de ejecutar una necesidad por saber lo que pasa antes y después de rodar”.
El actor -afirma- llega a una película metido en una burbuja. Todo está montado y financiado, y tú llegas como un príncipe petrolero al que conoce todo el mundo y que al acabar toda la gente quiere que le cuentes tu vida, una vida muy poco real”.
El mejor actor latino
“Elegí a Diego Luna como uno de los protagonistas desde el momento en que pensé en hacer esta película... Lo conozco mucho, he visto todas sus películas y me parece el mejor actor latino de todos los tiempos”, aseguró Agustín Díaz Yanes”.
“Y en el caso de Chema Yazpik fue porque me lo dijo Diego, y sin hacerle pruebas ni nada le di el personaje, y ahora debo reconocer que me ha dejado de piedra y que soy fan de él”, añadió.
El rodaje duró 12 semanas, ocho de las cuales se llevaron a cabo en la Ciudad de México, un lugar ideal para rodar según el director.