Se llegó a un acuerdo, nos dicen en primera plana. Se firmó una alianza, nos dicen en los noticiarios. Y el sólo hecho de utilizar esas palabras pone sobre la mesa la causa, el origen del desastre. Para mejorar la educación en nuestro país hay que llegar a un acuerdo con el sindicato.
No se pacta con la organización solamente una mejora salarial, un aumento en las prestaciones. No se defiende únicamente el respeto a los derechos laborales de más de un millón de empleados. No. Además de eso, el Gobierno pacta las claves, las condiciones, las estrategias para mejorar la piedra angular del desarrollo de un país.
No hay posibilidad de mejorar la calidad educativa del país si no se llega a un acuerdo con el poderoso sindicato de maestros.
Peor. No hay posibilidad alguna de mejorar la calidad educativa del país si no se llega a un acuerdo con Elba Esther Gordillo, líder vitalicia de ese sindicato, alias La Maestra.
De ese tamaño es el problema.
Alianza por la Calidad de la Educación, se llama el documento que el pasado 15 de mayo -Día del maestro y la maestra en nuestro país- firmaron la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
La importancia de haber llegado a un acuerdo fue señalada en los discursos.
El presidente Felipe Calderón expresó su “pleno reconocimiento” al SNTE por “su disposición para fortalecer y modernizar nuestro sistema educativo nacional”.
Josefina Vázquez Mota, titular de la SEP, destacó que con la voluntad y el compromiso del sindicato se construyó una propuesta responsable para cimentar la transformación de la agenda educativa por la calidad.
Elba Esther Gordillo, por su parte, aseguró que este nuevo programa es la herramienta adecuada para construir “el sistema educativo moderno, equitativo y eficiente que demanda el país”, y dijo que no debe haber más privilegios a la burocracia del sector educativo ni corruptelas en su propia organización.
Omitió, por supuesto, que ella dirige esa organización hace más de 20 años.
¿Por qué, podríamos preguntarnos, las transformaciones necesarias para mejorar la calidad de la educación de nuestro país deben acordarse con la líder sindical?
Porque muchas de ellas afectan prebendas, concesiones, ilegalidades, abusos y absurdos que defiende el sindicato más numeroso de América Latina.
En la Alianza SEP y SNTE se comprometieron a que todas las plazas docentes de ingreso, vacancia y promoción se otorguen a través de concursos de oposición, públicos y abiertos, realizados por un organismo independiente.
Alguien que lea este párrafo en cualquier otra parte del mundo civilizado no entendería porqué se tiene que poner por escrito que el Gobierno contratará a la persona más calificada.
Habría que explicarle, claro, que en México las plazas de docentes son vitalicias. Así, una maestra o maestro que pertenece al sindicato, puede ser eficiente, regular o pésimo, que nadie le puede quitar su empleo. Dado que la plaza es suya, puede heredarla. Así, generaciones de docentes, con aptitudes o sin ellas, con vocaciones o sin ellas, tienen empleo asegurado el resto de su vida también. Ahora que si lo necesita o lo desea, puede vender su plaza, como se vende un vehículo.
Se creará, precisa la Alianza, el Centro de Certificación de Competencias Profesionales de los Maestros, una institución que será autónoma y que evaluará que las y los docentes cuenten con los conocimientos y destrezas para ejercer con calidad su profesión.
De nuevo, alguien de un país ubicado en los primeros 10 lugares en el Índice Global de Competitividad no entendería por qué eso no se hace como una práctica común, y por qué hay que pactar con el sindicato esa medida.
En México en cambio, entendemos que por eso, entre otras razones de similar origen, ocupamos el lugar 55 en ese Índice que mide el desempeño educativo en 137 países.
Entendemos también por qué ocupamos el lugar 48 de 57 en la evaluación que realiza la OCDE que mide el rendimiento de jóvenes de 15 años.
Entendemos por qué en esa prueba México ocupa el lugar 49 en habilidades científicas. En lectura, el lugar 43. Y en matemáticas, el lugar 48.
Y entendemos por qué para transformar al país se necesita signar una alianza con La Maestra.
En el pecado se lleva la penitencia, decía mi abuela, que no era maestra, pero era sabia.
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