Tener buenos amigos es un gran privilegio; con ellos se puede tratar temas diversos y, en un diálogo cordial, ganar aprendizajes que llegan a ser significativos para la vida cotidiana.
Yo cuento con algunos de ellos, como César Madero Gámez, enamorado del estudio de la Física con todas sus leyes, la Química y la Política Económica.
En días pasados, César compartió sus puntos de vista en relación al problema económico nacional en el ambiente de mundo globalizado y nos dijo una sentencia que tiene mucho de verdad: “somos adictos al confort”.
La Real Academia de la Lengua Española dice del confort: “aquello que produce bienestar y comodidades” y a esa descripción se refiere la actitud acomodaticia que vivimos muchos mexicanos. ¿Le parece posición extrema?, a mí no.
La problemática nacional es variada y hasta confusa; tenemos que enfrentar, urgentemente, retos de: educación; capacitación a todos los niveles; desarrollar posibilidades para poder percibir al mundo con todas sus variables económicas, políticas y sociales; atender el poder adquisitivo de los mexicanos, particularmente de aquellos que menos tienen y pueden, alejándonos de medidas ficticias o de beneficio electorero y populistas; y reforzar los valores trascendentes. Cierto que son problemas que deben ser atendidos por las autoridades con el poder delegado, pero hay pequeñas acciones que podemos hacer los ciudadanos, en cada uno de los rubros, que, por lo general, las evitamos o las limitamos a lo “mínimo indispensable”, porque preferimos asirnos a nuestro confort. ¿No?; piense en casos prácticos.
Una de las manifestaciones de esa adicción al confort es la indiferencia, que en la medida que crece entre las poblaciones, promueve el incremento de la descomposición social.
Dejar de participar en las acciones ciudadanas, promovidas por organismos no gubernamentales y otros de buenas intenciones, no sólo refleja falta de civilidad, además manifiesta la apatía que utiliza como arma a la indiferencia en favor de justificar el deseo de estar cómodos, sin involucrarnos; es el confort que vivimos y queremos sostener alejados de los problemas sociales.
Lo que no alcanzamos a percibir es la vulnerabilidad que estamos promoviendo.
Dicen que en la Sociedad del Conocimiento, la ley natural de la supervivencia del más apto se manifiesta en su máxima expresión. La indiferencia, apatía ante las malas administraciones públicas, la no participación en la atención a problemas comunes, falta de civilidad y poco compromiso ante necesidades generales, hacen que los sistemas sociales se debiliten. Buena parte del mal está sostenido por ese estado de confort defendido a ultranza por quienes podemos actuar y no lo hacemos. Recuerde una justificación común: “¿para qué?; o …¿yo?, ¿qué puedo hacer?
Para poder percibir la problemática nacional y confrontarla ante la internacional debemos informarnos; los medios de comunicación han desarrollado poderosos sistemas difusores de noticias; todos compiten agresivamente, buscando ganar mayor audiencia. Los hay con tendencias de derecha e izquierda, algunos moderados, la clave está en saber seleccionar entre ellos y atender sus puntos de vista sobre acontecimientos de interés común, luego formarnos criterio. La Internet es un medio excelente para aquellos que saben navegar y utilizarla.
Para muchos mexicanos es evidente la evolución de México, que avanza del hermetismo a la transparencia, del proteccionismo a la apertura comercial, del dominio unipartidista a la pluralidad política; sobre todo, hacia la diversificación de creencias y formas de vivir, siempre y cuando estén moderadas por el respeto a los derechos de los demás. Esos son adelantos, que de lentos podríamos agilizarlos con el rompimiento del estado mórbido del confort egoísta.
Tenemos fuertes amenazas al desarrollo y calidad de vida nacional; algunos van más allá y se transforman en graves problemas, urgidos de solución: la inseguridad, que nos ha quitado la tranquilidad citadina y hasta la libertad de deambular sin temores; corrupción, vicio adquirido a través de los años, desde nuestra fundación como país; sistemas judiciales y legislativos arcaicos, que no sólo demoran, sino que entorpecen y hasta evitan la aplicación de la ley para alcanzar el orden común; una autoridad ejecutiva maniatada por intereses minoritarios, de quienes se aferran al poder y control económico de México, dispuestos a llegar a las últimas consecuencias antes de dar paso al ejercicio de la justicia verdadera; pobreza, reflejada en falta de oportunidades laborales, educación y salud. Son círculos negativos que se van ampliando peligrosamente; todos, “caldos de cultivos” para la inconformidad por la injusticia y de manifestaciones de protesta, incluso violenta, donde la fuerza física y la sinrazón superan a la inteligencia y sus argumentos.
Le invito a que reflexione en el tema y analice cuánto de verdad hay en el hecho de vivir ese estado de irresponsable confort, que poco a poco nos lleva a desenvolvernos entre ambientes y situaciones más difíciles para el diario convivir de todos nosotros. ¿Qué opina? ydarwich@ual.mx