María tiene tres hijos y vive en la periferia de Torreón. Su barrio tiene fama de ser muy conflictivo. Un día dos pandillas se enfrentaron y un joven amaneció muerto con un balazo en el pecho. En otra ocasión, un chamaco totalmente drogado golpeó a su madre. Las mujeres no salen de su casa por miedo a ser violadas. Los niños no pueden jugar en las calles, pues sus madres tienen miedo que aprendan el mal ejemplo de los vagos que siempre están vegetando en el estanquillo de la esquina. Los policías son una especie en extinción en esta región, ya que sólo se les puede ver en el día.
Doña Lupe vive en Saltillo y es muy conocida en su barrio, no sólo porque es de las más viejitas, sino porque es muy buena con todos. Un día, mientras estaba ayudándole a su vecina a lavar la ropa, le dio un dolor en la espalda tan fuerte que no podía ni hablar. Rápido se la llevaron al Seguro, pero como no tenía la famosa hoja rosa, se negaron a atenderla. Doña Lupe no ha podido recuperarse de su dolor en la espalda, todo por culpa de un pedazo de papel.
Rosa es una señora de Monclova. Todos los días tiene que caminar más de un kilómetro para llenar unas tinas con agua. De vez en cuando pasa una pipa y pone agua en un tonel, pero como es para varias familias, no dura ni un día. Sin embargo, este no es el único problema que tiene que enfrentar Rosa. Para llegar a su casa tiene que caminar cuadras y cuadras, pues los microbuses se niegan a pasar por ahí porque las calles no están pavimentadas. En cuanto al servicio de energía eléctrica, no hay tanto problema. Rosa tiene luz en su casa gracias a que su esposo colgó unos alambres de un transformador que estaba cerca de ahí. Sin embargo, los niños que juegan en las calles de este barrio corren un grave peligro, pues al no haber postes, los cables reposan sobre la tierra.
Gloria es una señora de Ramos Arizpe que no puede inscribir a sus hijos en la escuela. A pesar de que hay una primaria cerca de su casa, no ha tenido dinero para comprarles uniforme y útiles escolares. Sus niños tienen que pedir dinero en las esquinas todos los días, perdiendo la oportunidad de aprender a leer y a escribir.
Josefina es de Piedras Negras y trabaja en una maquiladora. A pesar de que se esfuerza mucho en su trabajo, el salario que recibe muy apenas le alcanza para comprar una despensa muy inferior a las que suelen repartir los partidos políticos cuando están en campaña. Como Josefina, hay cientos de mujeres explotadas en estas maquiladoras.
Estas señoras tienen mucho en común. En primer lugar, cada día sufren por la vida que les tocó vivir. En segundo lugar, ninguna de ellas se preocupó por acudir a depositar su voto en una urna. Por desgracia, al haberse abstenido de votar, estas mujeres desaprovecharon su oportunidad de elegir a un candidato capaz de elevar su nivel de vida.
Estamos inmersos en uno más de los procesos electorales. Por todos lados vimos el rostro de los candidatos. Los candidatos seguían esforzándose por convencer a los indecisos para unirse a su causa.
El trabajo de campaña terminó. Los candidatos a ocupar una curul en el Congreso del Estado han tenido ya oportunidad de dar a conocer sus respectivos planes de trabajo. Aunque todos prometan las mismas cosas, de nosotros depende elegir a quien realmente tenga las cualidades para cumplirlas.
Por desgracia, la apatía es muchas veces superior a la voluntad. Por bien nuestro, espero que no hayamos renunciado a uno de los pocos derechos que el Gobierno nos reconoce. Ojalá no hayamos desperdiciado este importante proceso pues, de lo contrario, seguiremos renunciando a la ocasión de hacer valer nuestro peso como ciudadanos.
javier_fuentes@hotmail.com