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Adiós al invisible

El comentario de hoy

Francisco Amparán

La lección número uno que aprendieron los Estados Unidos de la guerra de Vietnam fue: minimiza tus bajas si no quieres perder el apoyo popular. No importa ir ganando, de nada sirve que el enemigo tenga diez o veinte veces más muertos que tú: mientras más de tus muchachos regresen a casa en ataúdes envueltos con banderas, menos voluntad habrá de pelear una guerra que, además, estaba lejos de tener pies o cabeza para la mayoría del culto público norteamericano.

Derivado de esa lección va a ser el programa de rearme post-Vietnam. Aprovechando su capacidad tecnológica, Estados Unidos decidió replantear la guerra de manera tal que, por un lado, hubiera menos soldados expuestos al fuego enemigo; y por otro, que la técnica resolviera cuestiones de seguridad que hasta entonces ni siquiera habían sido consideradas.

Como fruto de esa política hallamos que en la llamada Primera Guerra del Golfo, los norteamericanos tuvieron menos de doscientos muertos, al tiempo que pulverizaban al Ejército y la Guardia Republicana de Saddam Hussein. Sin duda, la guerra más desbalanceada, la victoria más aplastante de la historia.

Y en los cinco años que llevan en Irak, desde el inicio de su malhadada aventura, los Estados Unidos han tenido más o menos las mismas bajas que en los meses de febrero y marzo de 1968 en Vietnam.

Parte de esa política de reducción de bajas fue el diseño y construcción de aviones “invisibles” al radar y a otras formas de detección. La teoría era que, de esa manera, la posibilidad de que fueran derribados (y los pilotos capturados) se reduciría al mínimo. Además de que, cuando a la Guerra Fría aún se le movía una patita, la tentación de poder penetrar impunemente el espacio aéreo soviético, era demasiado grande como para no comprometerse en un programa que terminó llamándose “furtivo”.

El caza F-117 fue el primer avión furtivo de la historia. Quizá el lector lo identifique por su perfil lleno de ángulos y su color más negro que la conciencia de un diputado mexicano. Ese avión singular entró en servicio en 1981. Se construyeron 59 de ellos, dado que cada vehículo costaba por ahí de 220 millones de dólares… más lo que salía el mantenimiento. De ésos, siete se estrellaron, aunque sólo uno, oficialmente, por fuego enemigo: en 1999, sobre Serbia. Recuerdo que los serbios que bailaban y cantaban en torno a los restos del F-117 le pegaron un cartelón burlesco: “Perdona, no sabíamos que eras invisible”.

A fin de cuentas, todo por servir se acaba. Y el próximo mes, será dado de baja el último F-117, luego de una notable trayectoria. La Fuerza Aérea de EUA prefiere destinar más dinero al programa del siguiente avión furtivo, el F-22 Raptor… del cual, al parecer, se van a hacer dos docenas, así de caros van a salir.

Total, que un ícono de fines del siglo XX pasará a retiro. Pero no lo den por olvidado: en teoría, algunos F-117 podrían activarse en poco tiempo de ser necesarios. Hay cosas que se niegan a hacer mutis.

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