Con este artículo me siento en la obligación ética de cerrar un periodo vital y profesional altamente interesante dentro de mi vida.
Con este artículo dejaré de enviar semanalmente los artículos a página editorial que durante 29 años estuve enviando a diferentes diarios de la república y aun del extranjero.
Quizá el único mérito que pueda atribuirme en ese ejercicio periodístico, es que durante esas 1,508 semanas nunca fallé en mi compromiso, más que con los editores jefes, con los pacientes lectores que me distinguieron con la lectura y los comentarios a veces favorables, en muchísimas otras críticos, respecto de las opiniones vertidas en los más de 4,100 artículos publicados en ese lapso.
En respuestas puntuales que di a muchas de esas críticas, les hice saber a mis amigos lectores que se tomaron la molestia de expresar su comentario, que les agradecía significativamente esa expresión negativa vertida, pues son de esas opiniones contrarias de las que un escritor debe sacar más experiencias, para procurar a atinar en mejor medida la elaboración de sus artículos que merecen la gloria de ser publicados en una página editorial de un prestigiado diario.
El pasado 5 de agosto recibí el inmerecido honor de ser nombrado rector de la Universidad Panamericana en su campus de Guadalajara, institución en la que he colaborado profesionalmente desde 1975.
Ese honor inmerecido me hace tomar la determinación que hoy les comento, puesto que creo que en un cargo de tan alta responsabilidad y representatividad institucional verter en páginas editoriales de muy reconocidos diarios, opiniones personales, pudiera significar inmiscuir innecesaria e irresponsablemente a la institución a la que represento, en mis opiniones periodísticas personalísimas y desde ese punto de vista muy rebatibles por supuesto.
Espero poder cambiar la palabra con la que titulo este artículos: Adiós; por un Hasta luego; si es que los amables editores de los diarios que me han albergado en estos casi treinta años, me reciben nuevamente cuando termine esta encomienda tan honrosa para un servidor y también si es que los lectores siguen siendo lo pacientes y amables que han sido para conmigo en todo este tiempo.
Pero creo francamente que aunque la vocación periodística se lleva en la sangre, o como se dice en el gremio, en las papilas olfativas una vez que se ha impregnado la nariz del olor de la tinta de los talleres gráficos; entremezclar opiniones personales publicadas, con responsabilidades institucionales que trascienden a mi persona, para afectar a todo un conjunto de muchos miles de alumnos, graduados, profesores, directivos y personal no académico y al buen nombre de una institución, es un lujo que no me puedo dar.
Agradezco enormemente a tantos editores a los que a lo largo de este periodo tuve la suerte de conocer y dialogar. Agradezco a los dueños de los casi 20 diarios de toda la república que durante este lapso me abrieron las páginas editoriales para poder emitir mis opiniones regularmente.
Pero sobre todo agradezco a usted amigo lector su paciencia en la lectura de mis artículos.