El estrés es un padecimiento que puede generar a su vez otros, pero al mismo tiempo es una respuesta que responde a las exigencias del entorno. (Archivo)
Señala un estudio que las personas sienten angustia y tensión por no saber manejar los nuevos equipos
electrónicos y de comunicación.
En México 25 por ciento de la población entre los 25 y 55 años de edad padece tecnoestrés, que se manifiesta en cambios repentinos de carácter, irritabilidad, angustia y aislamiento y que en el caso de los trabajadores puede llevarlos a la incapacidad física y/o psicológica por la construcción de una “vida disfuncional”, revela un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
María Teresa Gutiérrez Alanís, especialista de esa Facultad, asegura que el padecimiento se presenta cuando la persona siente angustia, tensión, nerviosismo, sofocación y apabullamiento por no saber manejar los nuevos equipos electrónicos y de comunicación.
De acuerdo con la investigación que realizó y a partir de las cifras que reporta el Instituto Mexicano del Seguro Social, se estima que una cuarta parte de la población entre 25 y 55 años manifiesta tener estrés ante la presencia de nuevas tecnologías en su empleo y en su vida diaria.
El estrés es un padecimiento que puede generar a su vez otros, pero al mismo tiempo es una respuesta que responde a las exigencias del entorno.
En el ámbito laboral, está en función de una demanda que excede la capacidad del trabajador para enfrentar sus tareas.
La ansiedad ocasionada por la inclusión de tecnologías en el quehacer tiene que ver con la sensación de cambio y exigirá desde nuevos aprendizajes y rutinas hasta otras formas de relacionarse con el entorno laboral, pues esas herramientas facilitan la vida, pero también exigen ciertas habilidades para poder utilizarlas, explica.
Suelen impactar porque los empleados cometen más errores y por lo tanto, son más propensos a sufrir accidentes. Además de los padecimientos derivados del estrés, la persona puede aislarse o no incorporarse al uso de los nuevos procesos.
La respuesta a la tensión es personal, y tiene que ver con la valoración de cada individuo respecto a lo que se le pide, y los recursos que tiene que responder.
En el momento en que una persona enfrenta una situación que le provoca cierta inquietud, afronta dos salidas, actuar y resolver el problema o no hacerlo y entrar en conflicto.
El tecnoestrés no tiene que ver con la interacción con un aparato, a menos que el fin de éste sea desplazar al individuo; de ahí que la investigadora identifique en esta parte del proceso la fuente de malestar del trabajador a la adaptación al nuevo esquema laboral.
La reacción que tenga, agrega, dependerá de la familiaridad con las innovadoras herramientas.