El transbordador Atlantis aterrizó ayer en el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral, Florida, tras completar una misión de trece días en la Estación Espacial Internacional. (EFE) El misil que derribará al satélite estadounidense se lanzará desde el barco “Lake Erie”, situado en el Pacífico Norte, al oeste de la isla de Hawai. (AP)
Misil táctico tiene lapso de diez segundos para derribar el satélite.
Fuertes marejadas en el Norte del Océano Pacífico podrían obligar a la Armada a aguardar un día más antes de lanzar un misil destinado a destruir un satélite espía de Estados Unidos que ha comenzado a funcionar mal, informó ayer el departamento de Defensa.
El misil táctico que tiene previsto derribar hoy al satélite espía estadounidense “L-21” que se precipita a Tierra desde hace varios días tiene un lapso de diez segundos para desintegrarlo, informó ayer el Pentágono.
En principio era intención concretar la misión ayer miércoles por la noche. Pero en las primeras horas del día comenzaron a registrarse fuertes marejadas en el Norte del Océano Pacífico, que podrían afectar las operaciones del crucero Lake Erie, armado con dos misiles SM-3.
La decisión final debe ser adoptada por el secretario de Defensa, Robert Gates.
El Pentágono había estado aguardando hasta el retorno del transbordador espacial Atlantis a la Tierra antes de lanzar el misil.
El alto funcionario militar dijo que la misión podría concretarse cualquier día hasta el 29 de febrero, cuando el satélite debería reingresar a la atmósfera terrestre, en cuyo caso, no podría ser destruido con el misil de la Armada.
La semana pasada, el presidente estadounidense, George W. Bush, ordenó el derribo del satélite espía, de unos 2 mil 270 kilos, porque existe el peligro de que en el choque con la atmósfera disemine gases tóxicos (hidracina) contenidos en su tanque de combustible.
A lo largo de la jornada, el Departamento de Defensa ha avisado que las condiciones climatológicas deben ser perfectas y que las olas de hasta dos metros reinantes en la zona “son ligeramente superiores a lo deseado” por el Pentágono.
COSTOSA OPERACIÓN
Estados Unidos tiene previsto desembolsar hasta 60 millones de dólares para poder llevar a cabo esta tarea, muy seguida por los medios de comunicación estadounidenses debido a la espectacularidad y la precisión requerida en la operación.
En este sentido, el consejero y asesor adjunto de Seguridad Nacional de Estados Unidos, James F. Jeffrey, advirtió recientemente que sólo hay una posibilidad remota de que el satélite se desplome sobre Tierra, supere intacto la entrada en la atmósfera terrestre y disemine gases tóxicos.
La precisión es tal que es necesario que el misil táctico impacte en el tanque que contiene hidracina y que mide alrededor de 0.9 metros.
Las autoridades han asegurado a lo largo de estas semanas que existen pocas posibilidades de que los restos del satélite caigan en zonas pobladas.
Defensa recordó ayer que la comunidad internacional ha sido avisada de que se llevará a cabo el derribo y las razones del mismo.
Una vez disparado, el misil táctico se dirigirá hacia el satélite, del tamaño de un autobús escolar, a una velocidad de unos 35 mil kilómetros por hora.
Expertos han advertido que en cuestión de segundos se sabrá si el misil ha impactado en el satélite espía, aunque se tardarán entre uno y dos días para descubrir si el tanque de combustible fue destruido.
La mayoría del equipo utilizado por el Pentágo+no pertenece a su sistema antimisiles.
Según fuentes militares, el satélite conocido como “L-21”, fue puesto en órbita desde la base Vandenberg de la Fuerza Aérea en 2006.
Su órbita ha caído más de 70 kilómetros y ahora se encuentra girando a una distancia de 270 kilómetros del planeta.
En opinión de astrónomos europeos y estadounidenses, esa caída se está acelerando a una media de unos ocho kilómetros diarios.
Tanto China como Rusia han expresado su preocupación por la destrucción del satélite, indicando que podría afectar la seguridad en el espacio exterior.
Aterriza el Atlantis en Cabo Cañaveral
Luego de casi dos semanas en órbita, el transbordador Atlantis, con siete tripulantes a bordo, aterrizó en el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral.
El Atlantis tocó tierra a las 9:07 de la mañana del miércoles (1407 GMT). La travesía, de ocho millones de kilómetros (cinco millones de millas) y que se prolongó 13 días, tuvo como aspecto destacado la puesta en funcionamiento de un nuevo laboratorio espacial europeo.
La NASA quería que el Atlantis retornara a tierra a la mayor brevedad, para que la Armada pudiese destruir un satélite espía que ha comenzado a fallar. Eso podría haber ocurrido anoche.
El director de vuelos de la NASA Bryan Lunney negó el martes que el Pentágono haya presionado a la agencia espacial para que acelerara el aterrizaje del transbordador.
La Armada podría destruir el satélite desde un buque de guerra en el Pacífico.
El Pentágono dijo que tiene aproximadamente una semana de plazo para derribar el satélite antes de que ingrese a la atmósfera terrestre con una carga de combustible tóxico. La cuenta regresiva se inició el lunes.
