Agradece danzando a la Virgen
Félix Fernández disfruta honrar a la Virgen de Guadalupe cada año con su traje de matlachín y con su grupo de danza. Dice que es su manera ‘de darle gracias por el simple hecho de estar vivo’
Para Félix Fernández, danzarle a la Virgen de Guadalupe hoy en su día, es toda una satisfacción, “pues es una manera de darle las gracias por el simple hecho de estar vivo”, dice portando con orgullo su traje matlachín.
Con su gran penacho de colores, sus huaraches de baqueta, nahuilla roja, calzoncillos verdes, pañoleta blanca, su arco y su guaje, entra a la Iglesia de Guadalupe acompañado por 19 danzantes, quienes juntos conforman “La danza de San Juditas”, de la colonia Las Dalias.
Su rostro luce feliz, emocionado, lleno de alegría, “vengo a danzar con ganas, ni cansado me siento”, dice Félix, quien a sus 19 años de edad, ha dedicado seis a esta forma de agradecimiento.
Y es que, asegura que durante este tiempo, año con año se ha vestido de matachín para danzarle con gusto a la Virgen Morena cada día doce, y a San Judas Tadeo, cada 28 de octubre.
“Es una forma de darle las gracias, simplemente por el apoyo que me da en la vida, por darme la oportunidad de vivir, por eso cada año le vengo a danzar”, dice el joven danzante.
Cuenta que para no fallar y estar preparados para estas duras jornadas, él y sus compañeros de grupo se reúnen con dos meses de anticipación, para afinar detalles, cambiar pasos, “para ver todo lo necesario”, comenta.
Para la danza de “San Juditas”, como la llaman, los días once y doce de diciembre parecen no terminar. “Estamos listos desde la mañana para acompañar a las diferentes peregrinaciones, lo hacemos hasta el anochecer para cantarle las mañanitas la Virgencita, y al otro día para festejar su santo”, dice.
El cansancio no está presente en él, “yo vengo entrando y vengo dándole las gracias a la virgencita por tener a mis padres, simplemente por eso...”.
El eco del tambor, aquel que a muchos eriza la piel, que hace palpitar rápidamente al corazón y a otros despierta un sinfín de sentimientos, no le es indiferente a Félix, el joven danzante con más de seis años de experiencia “me da emoción, alegría, por eso vengo a danzar con muchas ganas, ni cansado me siento”, dice sonriente.
Aunque son cientos los fieles a los que se les acompaña, Félix asegura que tan sólo un gracias o en otras ocasiones, un plato de reliquia, son la mejor paga para esta actividad, que llena su vida “por eso invito a jóvenes como yo, a que se unan a este tipo de actividades, porque para mí es como una bendición”.