El día era prometedor, Obama se perfilaba como ganador de las elecciones en Estados Unidos, y por la tarde presentaríamos en sociedad la compilación de cuentos que con el título de “Infidelidades.com” (Edit. Terracota) tras un conflictivo parto conseguimos dar a luz entre varios cofrades del taller de creación que tengo el permanente sobresalto de coordinar.
Como muy pocas veces sucede, a pesar del tránsito –intenso, agresivo, desesperado- azote cotidiano de los capitalinos, llegué a tiempo para ocupar un lugar privilegiado en el anfiteatro de la librería más moderna y funcional del Fondo de Cultura Económica, donde tendría lugar la presentación de nuestra creatura ante un público que puntualmente abarrotó el recinto y adquirió todos los libros previstos para la ocasión.
En cuanto terminó la parte formal del evento y pasamos al salón donde se ofrecía el vino de honor, lo primero que hice fue preguntar a mis digitalizados amigos que nunca sueltan sus celulares que los mantienen informados en todo momento: ¿Cómo va la elección en USA? Pero como un brutal golpe en la nuca, la respuesta, del todo deshilvanada, me confundió: “Cayó un avión en el Paseo de la Reforma en el que viajaban varios personajes importantes de la política, entre ellos el secretario de Gobernación. Se mataron todos”.
Nadie puede entender cosas como ésas a la primera, sólo cuando me lo repitieron varias personas comprendí la magnitud de la tragedia: ¿En Reforma a la hora en que el tránsito es más intenso? Y pues sí, así fue, y mientras la bola de fuego consumía autos y vidas, en otro punto de la ciudad, nosotros, con el alma ensombrecida, cumplíamos con quienes nos acompañaron a brindar por el éxito del libro recién nacido.
Así es la vida, agridulce. Ahora nuestros diputados desquitan sus altísimos sueldos y privilegios rasgándose las vestiduras, y con la mezquindad que todos les conocemos, pasan estos días cuestionando la forma en que palabras más o menos, nuestro presidente ha expresado públicamente su aflicción por la tragedia, con especial énfasis en la pérdida de su amigo Juan Camilo Mouriño.
Tan pulcros e intachables como son ellos, los diputados ponen en tela de juicio la legitimidad de los actos luctuosos que se han realizado en memoria de los fallecidos en el avionazo, actos que prevé el protocolo para quienes mueren en cumplimiento del deber; detalle que seguramente ignoran nuestros diputados.
Y en cuanto a Obama, aunque me aseguren que para México todo seguirá igual de empedrado en sus relaciones con Estados Unidos, me gusta pensar que la reciente elección pudiera ser ejemplo de la pulcritud y la madurez democrática a la que aspiramos. La abrumadora unificación que se percibe en torno al candidato ganador de la Presidencia del país más poderoso de la Tierra -¿más que la Europa Unida? (es pregunta)- es una muestra de que mucha gente allá, ha reconocido la evidencia de que la segregación y la discriminación no conducen sino a la violencia. Cuarenta años después de su asesinato, finalmente la historia le dio la razón a Luther King, quien de manera sencilla, pero poética, expresó su sueño -imposible entonces- de “una sociedad racialmente ciega”.
Pero honor a quien honor merece, y es justo y necesario reconocer que tras la elección del cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, está el definitorio apoyo de Hilary Clinton, quien en un impecable acto de madurez política, aceptó su derrota y ofreció todo su apoyo al oponente (que no es lo mismo que enemigo). Y no atrás del gran hombre, sino junto a él y sin ningún protagonismo, está su esposa Michelle Obama, descendiente de esclavos y crecida en la zona más pobre de Chicago; quien sin embargo llegará a la Casa Blanca acreditada por universidades tan prestigiosas como Princeton y Harvard, en donde se graduó en Derecho.
Insisto: en todo esto hay mucho que aprender. adelace2@prodigy.net.mx