Agustín Portillo ofreció una charla en el Museo Arocena, dentro del marco de la exposición Preámbulo II. El Lenguaje del Cuerpo, en donde se expone su obra.
POR NIRIA RAMOS MARÍN
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Una noche llena de anécdotas, de poner como un espejo las vicisitudes a las que se enfrentan los creadores de arte en un país como México, fue parte de lo que se vivió durante la conferencia de Agustín Portillo en el auditorio del Museo Arocena.
La charla se llevó a cabo alrededor de las 7:30 de la noche, para la cual Portillo se hizo acompañar de José Pinto Mazal, vicepresidente de la Fundación E. Arocena.
La bienvenida a los asistentes estuvo a cargo de María Isabel Fernández del Museo Arocena, quien dio paso a la plática realizada dentro de la Semana del Museo con motivo de la exposición Preámbulo II que se exhibe en el recinto. Se leyó una breve semblanza de la trayectoria del maestro Portillo quien de inmediato con su característico buen sentido del humor y amabilidad tomó el micrófono: “Siempre que inicio una charla invoco a Rigoberta Menchú y a Martin Luther King para que me iluminen y logre hablar tan bien como ellos”.
Y develó que su camino en el arte, lejos de ser el triunfo que hoy disfruta comenzó de manera sinuosa: “Quiero platicarles mi camino y mi lucha... Yo no quería ser pintor, yo no escogí la pintura, la pintura me escogió a mí. La pintura me atrapó y no pude hacer lo que yo en realidad quería hacer, y lo que yo quería hacer era terminar mi carrera iniciada en Ciencias Políticas en la Universidad Iberoamericana”. Explica este rebelde del pincel que la cultura y el gobierno no son dos cosas que se puedan separar aunque deberían: “Quien dirige la cultura es el gobierno y en México el organismo que la maneja es el Conaculta”, y fue aquí donde cambió su camino pues se dio cuenta de que en las becas que esta instancia entregaba denominadas Creadores Eméritos había dinero que muchas veces era destinado a artistas que no lo necesitaban: “Esto, en un país con tantas carencias como México es como una bofetada”, entonces se reunieron más de 90 creadores para denunciar eso y otros puntos como la creación de un consejo en los museos y observaron el despilfarro en el Centro Nacional de las Artes. Fueron muchas las reuniones, mesas redondas, y todo esto trajo como consecuencia mi total exclusión, fue entonces cuando hice una huelga de hambre de cinco días para denunciar que los creadores queremos vivir de nuestro trabajo, por la dignidad y el respeto del artista”.
En ese momento, explica el pintor, surgieron personajes como José Pinto, Eugenio Cortés y otro coleccionista de Monterrey que rescataron su trabajo: “Gracias a ellos yo pude sobrevivir y continuar”. Pero luego, Portillo tuvo un problema más cuando entra Sari Bermúdez a Conaculta: “Tres reuniones con ella me bastaron para saber que el cambio que había prometido el gobierno no existía, así que agarré un aerosol y en un muro del Conaculta escribí “Fox es un mentiroso”, me arrestaron pero eso no duró mucho pues de inmediato la máxima autoridad me ‘invitó’ a salir del país”.
De ahí, su rostro cambia y se ilumina al hablar de su llegada a Chicago, ciudad que le dio una gran bienvenida: “Chicago me impacta y me seduce por su diversidad, de ahí surge la serie AMÉRICA, con elementos expresionistas y del pop (art), con esto allá se me da el reconocimiento que mi país no me dio”.
Luego, la charla continuó a través de un video y diapositivas que explicaban los temas que toca el maestro Portillo en su obra y la manera en que lleva a cabo el proceso antes de que uno de sus cuadros llegue hasta el espectador: “Todos los personajes de las series son reales, que conozco, o los saco de revistas, periódicos, gente que veo; y los hago a tamaño real”.
Por eso y muchas cosas más, hoy por hoy Agustín es un respetado artista que se ha manifestado en contra de la arrogancia del poder a través de actos contestatarios y de una pintura cargada de mensajes incendiarios.
