Hace poco más de siglo y medio, un hirsuto filósofo alemán llamado Karl Marx predijo, según esto mediante procedimientos científicos, que el sistema capitalista se iba a derrumbar pronto, víctima de sus contradicciones. Después de todo, el capitalismo se veía periódicamente sacudido por crisis cíclicas, que ponían de cabeza el sistema financiero, bancario y comercial del mundo de aquellos entonces.
Por supuesto, resulta evidente que el señor Marx sería cualquier cosa menos certero adivino. 160 años después de su profecía, el capitalismo (en su encarnación del Siglo XXI) continúa vivito y coleando. Los sistemas económicos creados como alternativa a lo largo del Siglo XX resultaron notorios fracasos, y de ésos quedan en pie (bueno, es un decir) sólo dos: esas maravillas exitosas llamadas Corea del Norte y Cuba.
Por supuesto, el sistema capitalista sigue siendo generador y solapador de grandes injusticias. Pero, sobre todo en las últimas décadas, ha cobijado un proceso del que no es políticamente correcto hablar: en todo el mundo, cientos de millones de personas han dejado de vivir en la pobreza, y han pasado a engrosar ese núcleo demográfico que se da en llamar clase media. Especialmente en la India y China, donde radica el 42% de la Humanidad, se calcula que unos quinientos millones de personas han dado ese brinco en la última generación.
Lo cual no impide que los errores y contradicciones que señalara Marx hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, se sigan presentando. Después de la Gran Depresión de los años treinta, el sistema capitalista mundial ha tenido severos tropezones: la crisis de 1973-74 por el embargo petrolero; la de 1980-81, por la Guerra Irán-Irak; el Crash de la Bolsa de Nueva York en 1987, que se llevó entre las patas a la de México. Y los numerosos “Efectos” (tequila, samba, vodka, dragón) de los años noventa.
Ahora se presentan nubarrones semejantes: la irresponsabilidad de los bancos de EUA, las laxas regulaciones presentes (mejor dicho, ausentes) de la legislación norteamericana, la muy norteamericana tendencia a endeudarse hasta las cachas y las horrendas políticas económicas de los últimos siete años, todo ello ha generado una crisis financiera de padre y señor mío. Grandes bancos han estirado la pata; otros han tenido que fundirse con grandes corporaciones a precios de saldo. Millones de ciudadanos comunes se hallan imposibilitados de pagar sus hipotecas. Por ello, el Gobierno ha expuesto un plan de rescate, una especie de Fobaproa Región Uno, por la friolera de 700,000 millones de dólares. Si las cosas no funcionan, ya han surgido los profetas del desastre que hablan de un derrumbe económico de Estados Unidos, y de todo el sistema a nivel mundial… como profetizó Marx hace ya un buen rato.
¿Se aproxima un colapso completo? ¿Se repetirán las escenas de los años treinta? ¿Hasta aquí llegó el crecimiento voraz del capitalismo salvaje? Algo me dice que en poco tiempo tendremos las respuestas. Pero yo que ustedes, no me esperaría cambios drásticos en la situación. Los profetas pesimistas no han sido muy certeros que digamos…