En el PRD, Alejandro Encinas Rodríguez y Jesús Ortega Martínez están dando una demostración de cómo no deben ser unos comicios entre hermanos. Es difícil la convivencia pacífica cuando hay una dilatada nómina de por medio; al parecer todo se reduce a eso, a la nómina, si escudriñamos en la más profunda de las intenciones de los protagonistas. Detrás de cada hombre que busca el triunfo en realidad lo que anhela es quedarse con la sagrada nómina. Nos ufanamos de vitorear a nuestros héroes actuales por sus grandes hazañas considerando que lo hacen por puro patriotismo, cuando en realidad sus esfuerzos, en la mayoría de los casos, están asociados con la codicia. Esa ha sido la reiterada historia de nuestros hombres públicos; desde que se descubrió que la política es un rico filón ha dado lugar a riñas cada vez más encarnizadas.
No ha sido distinto el proceder de quienes dicen defender los intereses del proletariado. Después de la jornada electoral del pasado domingo 16, ha transcurrido el resto del mes sin que se pongan de acuerdo para acoplarse a una solución. Unos y otros se han acusado de trapacerías para llevar agua su molino. Apenas daba inicio el proceso cuando ya había acusaciones de uso ilegal de propaganda, de un padrón amañado y de asociaciones encubiertas con partidos políticos opositores. Luego se hablaría de irregularidades que se han vuelto comunes en estos eventos, esto es, desde los acarreos hasta el robo de paquetería electoral. A continuación vendría el cuestionamiento sobre diversas fallas en el registro de candidatos, el conteo de los votos y la transmisión del PREP. Los dos candidatos confiaban en que el conteo rápido les sería favorable. No obstante, se habla de que la elección ha sido un verdadero cochinero. Al candidato de izquierda unida lo declararon virtual ganador sufriendo el otro un fuerte retortijón concretándose a negar que las cifras fueran ciertas. Y párele usted de contar. Llovieron, de uno y otro lado, acusaciones, reproches, vituperios, imputaciones, calumnias y difamaciones, que sólo revelan las enormes fisuras que privan en ese partido.
El antiguo líder moral, fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, encolerizado por que, según su personal apreciación, el proceso se convirtió en un gran lodazal, aconsejó anular la elección interna considerando el desaseo y los vientos de confrontación entre los diversos grupos en contienda, lo que, según su punto de vista, han perdido la capacidad para preservar la legalidad estatutaria. En otros tiempos su dicho hubiera provocado una ciega adhesión. Ahora obtuvo un rotundo rechazo de Jesús Ortega y de Alejandro Encinas quienes, dicho coloquialmente, sólo faltó que lo tildaran de iluso e intrometido. Cabe agregar, que a la fecha el ingeniero no dispone de nómina. Lo menos que le dijeron es que es un miembro más del partido que su opinión cuenta como la de cualquier otro miembro. La nómina es importante, si no vea usted que mientras la tuvo en sus manos el presidente proveniente del PRI podía disponer el rumbo de una elección. Aún del actual puede decirse que logró imponer a un hombre de su equipo como dirigente de su partido, dándose el caso de que para amarrar la elección lo hiciera candidato único, desbrozándole el camino. Ahí todo fue orden, disciplina y subordinación
Lo dijo un político del pasado, César Garizurieta: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Y bien que lo sabía. Ha de ser horroroso estar fuera de la nómina. Sin ella se puede acabar en el deshonor. Lo pondré así: el estar en la banqueta azotado por el viento frío o soportando las inclemencias del Sol, sin sombrilla, sin silla, con las voces de los que nunca se alejan del hueso llamándole extraviado, expertos en el arte de la genuflexión, atentos al primer gesto del poderoso, los antropófagos de la política se gradúan en reverencias palaciegas, dispuestos a todo con tal de permanecer dentro de la nómina. Llegan a acrobacias inconcebibles dignas de un saltimbanqui. En fin, han pasado poco más de dos semanas sin que en el PRD haya un resultado final. Lo más llamativo de esta elección es que hubo casillas en donde, como en los shows de magos de teatro, salieron más sufragios que boletas. Uno de los candidatos responde a los intereses gobiernistas en tanto el otro estaría avocado a hacerles la vida de cuadritos. Dando por sentado sea así, ¿Usted quién cree que armó, desde la comodidad de su oficina, esta vorágine, efervescencia o ebullición electoral que ha escaldado el ánimo de esa agrupación, manteniéndolos al borde del colapso?