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Al chasquido de sus dedos

NO HAGAS COSAS BUENAS...

Enrique Irazoqui

Se ha hecho totalmente oficial la desbandada que ocurre en los ayuntamientos de todo Coahuila, la cual la integran seis alcaldes: Fernando de las Fuentes, de Saltillo; Raúl Onofre, de Matamoros; Mario Alcocer, de Viesca; Pablo González, de Monclova y David Álvarez, de San Buenaventura y Rogelio Ramos, de Frontera, (todos del PRI); así como la marcha de cinco regidores panistas del ayuntamiento de Torreón: Pedro Ávila, primer regidor; Iván García Colmenero, tercer regidor; Manuel Villegas, cuarto regidor y presidente municipal del PAN en Torreón, Jesús Martínez, séptimo regidor; Javier Pérez Valenzuela, décimo regidor y Eduardo Albores, síndico. Así como Shamir Fernández, decimotercer regidor –él perteneciente al PRI-.

El hecho no es novedad alguna en la política mexicana. Es rarísimo que quien prueba la nómina del erario pueda asimilar el desprenderse de ella. El poder que dan los cargos de elección naturalmente es delicioso, cuando se asume más como una circunstancia pasajera –como sucede en la inmensa mayoría- que como compromiso de servicio que se tendría que tener para con la comunidad.

Lo notable ahora es la cantidad de alcaldes que marchan en busca de una diputación local. El Artículo 115 de la Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos hace mención clara a las facultades y deberes con que cuenta el Municipio libre, así, la Carta Magna dentro de su texto define tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal, entendiendo a este último como la autoridad del Estado destinado a organizar la vida de las comunidades en las necesidades cotidianas.

En términos de poder, vaya, en los escalones que pisa todo aspirante al poder público, el ser alcalde es notoriamente atractivo. En la escala real, un político en cuanto a cargos de elección popular se inicia como regidor, de ahí, la aspiración a ser diputado local. Una vez conseguida la diputación local, la mira se eleva a una curul en la Cámara de Diputados, entonces, si la persona tiene residencia en un municipio poblado, entonces voltea a tratar de alcanzar la alcaldía. La alcaldía o diputación federal, se pueden alternar dependiendo de las circunstancias del aspirante. Sigue también en alternancia la senaduría o la gubernatura dependiendo igualmente de las condiciones.

En ejemplos: Guillermo Anaya, fue diputado local en el sexenio de Rogelio Montemayor en 2000; alcanzó la diputación federal y de ahí a la alcaldía en el trienio 2003-2005, y el dos de julio de 2006, seis años después de haber ganado en elecciones su lugar para San Lázaro, Guillermo Anaya amarró su senaduría. Hoy está totalmente enfocado a suceder a Humberto Moreira.

José Ángel Pérez ha sido mucho más veloz en su carrera, fue diputado local y ahora es alcalde. No es mucha especulación decir que en 2009 querrá ser diputado local, en su caso, sencillamente para mantenerse vigente en pos de la silla que pelea con su compañero de partido, Anaya, y del futuro gallo que lance el PRI.

A estos ejemplos de las filas de Acción Nacional se le puede añadir a Jorge Zermeño, que ocupó la presidencia municipal de Torreón, diputación federal y senador, antes de ser derrotado en septiembre de dos mil cinco cuando quería ser gobernador. Zermeño volvió a San Lázaro por la vía plurinominal y de ahí está ahora ya en semi-retiro en la Embajada de México en España.

En el PRI la cosa es un poco diferente, para ascender, además de acumular currículo, hay que estar bien con el gobernador del Estado al que pertenezca, y la desbandada de los alcaldes priistas es la principal muestra.

La gran sorpresa es que el alcalde de Saltillo, con un presupuesto superior a mil millones de pesos anuales haya decidido buscar la diputación local, así como el de Monclova que también es una ciudad de población considerable.

El chasquido de los dedos de Humberto Moreira fue suficiente para que los alcaldes dejaran sus puestos, lo que constituye un hecho lamentable que en el PRI persista a niveles estatales su sistema de gobierno intacto ya en ocho décadas.

Los regidores del PAN, excepto el síndico Albores, llevan la bendición del alcalde Pérez, pero como el PRI va a arrasar, poco atractivo resulta seguir a detalle la lucha interna por las candidaturas panistas en esta ocasión.

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