Las autoridades sanitarias aseguran que más de la mitad de la gente mayor de 18 años se considera bebedora.
A la hora de decir salud hay que pensar que un brindis de más puede poner en peligro la felicidad y la vida misma.
El alto consumo de bebidas embriagantes representa la amenaza pública número uno en México, donde numerosos accidentes automovilísticos y de otro tipo se ligan al alcoholismo, que además es causante de problemas sociales y familiares, e incluso de salud, pues el alcohol es de los principales detonadores de males como la cirrosis.
Los fines de semana suele dispararse el consumo de alcohol, en un escenario en el cual la Secretaría de Salud alerta sobre que la incidencia de alcoholismo aumenta de forma considerable entre la población, baste señalar que mas de la mitad de los mexicanos son bebedores.
Mucha gente oculta su enfermedad con excusas como la de "soy un bebedor social, sólo bebo en fiestas, yo no soy alcohólico, me tomo unos tragos sólo los fines de semana" o con el prepotente: "Yo tomo, pero no me emborracho".
Nadie quiere que lo señalen, pero es cierto que las autoridades sanitarias aseguran que más de la mitad de la gente mayor de 18 años se considera bebedora, en un contexto social peligroso, pues el consumo de bebidas alcohólicas en adolescentes, niños y mujeres va al alza.
El gusto por el alcohol entre los jóvenes de 12 a 17 años pasó de 27 a 35% entre 1998 y 2002, y de 18 a 25% en mujeres.
Gran cantidad de muchachos se embarca en los tragos por una equivocada idea de valentía o prestigio entre sus amigos, escena en la cual juega un papel importante la familia, de la cual debe surgir la guía para mantener a los adolescentes alejados de la parranda.
Los niños y jóvenes deben conocer los estragos que acarrea ser alcohólico, que tras una noche o día de farra tiene la necesidad de ingerir bebidas embriagantes en forma periódica, lo cual daña el funcionamiento del hígado, el valioso laboratorio del cuerpo humano. En casos extremos desata también problemas cerebrales.
Especialistas dicen que cuando el consumo de alcohol es excesivo, la víctima sufre cirrosis, enfermedad que provoca el endurecimiento del tejido hepático.
Por esa ruta se llega a la cirrosis, de la cual derivan males como la encefalopatía hepática, que se presenta en 70% de los pacientes y es un trastorno de las funciones cerebrales, afecta el intelecto, la personalidad, la conciencia y el sistema neuromuscular. De esto hay que informar a todo mundo, antes de que diga salud.
Los daños cerebrales se producen cuando el hígado no trabaja en forma adecuada, con lo que los tóxicos se acumulan en la sangre y llegan al cerebro.