El Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec, selecciona algunas piezas del movimiento insurgente para conformar una exposición conmemorativa por los dos siglos de este episodio en 2010.
La pieza formará parte de una muestra que prepara el Museo de Chapultepec con
objetos referentes al movimiento insurgente.
La estación del Ferrocarril Central, en Buenavista, se hallaba atestada de curiosos e invitados la mañana del dos de septiembre de 1910, pues tras un largo viaje se recibía en la Ciudad de México la pieza emblemática que inauguraba los festejos del centenario de la Independencia: la pila bautismal en la que recibió dicho sacramento el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
Este histórico pilón formará parte de una exposición que prepara el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec (MNH), con objetos referentes al último periodo virreinal y al movimiento insurgente, para conmemorar los dos siglos de este episodio en 2010. Motivo por el cual realiza una selección de piezas en exhibición y otras más de su bodega de colecciones.
En esta elección de objetos –a cargo del historiador Salvador Rueda Smithers, director del MNH–, se incluirán estandartes como “El doliente”, que empuñó el ejército insurgente a la muerte de Hidalgo; y alguno utilizado por José María Morelos y Pavón, los cuales fueron incluidos por Juan O’Gorman en su obra mural Retablo de la Independencia, ubicado en el propio “Castillo de Chapultepec”.
La exposición conmemorativa abarcará de 1765 –año en que el visitador José de Gálvez inicia la tarea de imponer las Reformas Borbónicas y nace José María Morelos– a 1830.
Lo anterior, con el fin de explicar al visitante los motivos que dieron origen al levantamiento armado, para ello se dispondrán además proyecciones audiovisuales que atraerán la atención del público estudiantil, principalmente.
Aunque el compendio de piezas retomará algunas que se encuentran expuestas en cinco salas permanentes del museo, también saldrán algunas que se hallan en bodega; por ejemplo, el confesionario del “Padre de la Patria” y la mencionada pila bautismal, la que hasta hace unos meses formó parte de la muestra México: liberalismo y modernidad. 1876-1917, en el Palacio de Cultura Banamex.
Esa pieza, realizada en cantera, madera y metal (de más de un metro de altura y 50.5 centímetros de ancho por 50 de diámetro), será una de las piezas destacadas, la cual en 1910 fue el objeto sobresaliente de la exhibición que a propósito del centenario de la Independencia, se dispuso en el entonces Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía (MNAHE), en la calle de Moneda, en el centro de la capital.
LA PIEZA QUE INAUGURÓ LOS FESTEJOS DEL CENTENARIO
Luego de la exclusiva recepción que se hizo el primero de septiembre de 1910, para abrir el Manicomio General, en terrenos de la antigua hacienda La Castañeda, cercana a Mixcoac; la “llegada” de la pila bautismal de Hidalgo, al día siguiente, marcó el inicio de la fiesta popular en torno a la lucha que dio origen a la nación mexicana.
Sobre este episodio, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) preserva en sus repositorios dos importantes testimonios: la Crónica oficial de las fiestas del primer centenario de la Independencia de México -escrita por Genaro García y publicada en 1911-, así como una serie fotográfica bajo resguardo de la Fototeca Nacional en Pachuca, Hidalgo.
La pila bautismal trasladada desde Cuitzeo de los Naranjos -hoy de Abasolo-, Guanajuato, fue colocada en el MNAHE, cuyo director era el abogado, historiador y educador Genaro García, quien cumplía con el encargo de Guillermo de Landa y Escandón, responsable de la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia.
De acuerdo con Bárbara Reynoso, partícipe del proyecto de investigación “La Configuración Intelectual del México Moderno y Contemporáneo, 1810-2010” de la Universidad Nacional Autónoma de México, el MNAHE fue previamente remodelado y recibió un enfoque más “científico” a fin de dar lucimiento a las fiestas.
De esa manera, “en una etapa de relativa prosperidad, el museo se encargó de recibir, el dos de septiembre de 1910, la pila bautismal en que tomó dicho sacramento el cura Miguel Hidalgo. La comisión hizo entrega de la pieza a Justo Sierra, secretario de Educación Pública, quien la recibió a nombre del presidente Porfirio Díaz.
“Se colocó en la galería de historia, junto con otras reliquias de Hidalgo, entre las que destacaba su confesionario, enviado desde el Municipio de Dolores en enero de ese mismo año”.
Para septiembre de 1910, la Ciudad de México quedó convertida en un “museo patriótico vivo”, toda vez que “instalados en vistosos carros alegóricos estuvieron en la imaginación popular Cuauhtémoc, Cortés, los guerreros indígenas y los capitanes españoles, la Malinche, Hidalgo y el Ejército Trigarante”.
El público cautivo de esta procesión casi religiosa por el “arribo” de la pila bautismal del “Libertador”, fueron los escolares, empleados públicos, maestros y directores de numerosas escuelas. Inclusive, la nieta del prócer, doña Guadalupe Hidalgo, formó parte destacada del homenaje cívico.
