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Alzas de precios

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Por cada promesa, hay un precio que pagar”.

Jim Rohn

¿Están subiendo los precios de los alimentos y otros productos? Por supuesto. Sólo alguien que no acuda nunca a una tienda, al mercado o al supermercado podría ignorarlo. Pero ¿son las alzas producto del “gasolinazo” o de la apertura final del mercado mexicano al maíz, el frijol y el azúcar de Norteamérica por el Tratado de Libre Comercio? Claro que no. Esta afirmación es un simple ardid de grupos políticos que buscan obtener beneficios de lo que está ocurriendo.

Hemos visto en los últimos años un alza generalizada en las materias primas que empezó con el petróleo, pero que posteriormente ha alcanzado a muchos productos más. La tendencia se ha dado en todo el mundo y no puede dejar de afectar a nuestro país.

El índice internacional de precios de alimentos del semanario británico The Economist mostraba este pasado primero de enero un alza de 37.2 por ciento en dólares estadounidenses en los últimos 12 meses. Éste es un promedio, por supuesto, y oculta diferencias grandes. Algunos productos han aumentado mucho más. La demanda por maíz, por ejemplo, ha sido especialmente intensa como consecuencia de la decisión del Gobierno de los Estados Unidos de fomentar la producción de etanol a base de maíz amarillo. Sólo el petróleo ha mostrado un alza superior a la de los alimentos. En el año terminado el primero de enero de 2008 su cotización internacional mostraba un alza de 58 por ciento.

Estamos viviendo en el mundo una situación similar a la de los años setenta, que fue la última vez que el mundo vivió una escalada de precios de las materias primas. En aquel entonces el alza empezó también por el precio del petróleo, pero luego se generalizó a todas las materias primas y produjo al final una inflación generalizada. Se produjo entonces una situación de estanflación, combinación de estancamiento con inflación que hizo de esos años los peores para la economía del siglo XX después de los de la Gran Depresión de los treinta y que ahora no hemos sufrido.

Es verdad que hay diferencias importantes entre la década de 1970 y este primer decenio del siglo XXI. La primera, y más importante, es la globalización, la cual ha hecho que aumente de manera muy importante la competencia internacional, especialmente en productos manufacturados. China, que se ha convertido en la fábrica del mundo, ha impulsado una disminución de los precios relativos de los productos manufacturados. Por eso los índices de inflación siguen siendo muy inferiores a los que podríamos esperar con un alza tan fuerte en alimentos y petróleo.

Pero cuidado porque ya las presiones inflacionarias empiezan a pegar a los índices de precios al consumidor. Casi todos los países del mundo están registrando alzas superiores a las de años anteriores. En noviembre de 2007, la inflación anual en Estados Unidos, aún la mayor economía del mundo, era de 4.3 por ciento: más del doble que el 2 por ciento de un año antes. En la zona del euro, la inflación de 3.1 por ciento de noviembre de 2007 era también muy superior a la de 1.9 por ciento del año anterior. El mayor aumento se está registrando en China, cuya inflación pasó de 1.9 por ciento en noviembre de 2006 a 6.9 por ciento en el mismo mes de 2007. Incluso Japón, que es un país que se precia de haber doblegado a la inflación, sufrió una duplicación de su tasa de 0.3 a 0.6 por ciento entre noviembre de 2006 y el mismo mes de 2007. En los países emergentes los precios suben mucho más.

El FMI había calculado que en 2007 se registraría un aumento en los precios al consumidor de 2.3 por ciento en los países desarrollados y de 5 por ciento en los emergentes. Es evidente, sin embargo, que estas cifras serán superadas. Si bien nos encontramos muy lejos de la situación de los años setenta, los precios van claramente al alza.

En México no nos liberaremos de esta presión. De noviembre a noviembre tuvimos una inflación al consumidor de 3.93 por ciento. Cuando esta semana se dé a conocer la cifra de todo 2007, el monto será sin duda superior al 4 por ciento. Los precios de los alimentos están subiendo casi dos veces más que la inflación general: 7.63 por ciento de noviembre a noviembre. Si bien ni el gasolinazo ni la apertura comercial tienen nada que ver con esto, la presión política para que el Gobierno “haga algo” está creciendo. Y en eso hay un peligro enorme. Si el Gobierno regresa a los controles de precios de otros tiempos, no podrá derrotar a la inflación pero sí hará que nuestros productores del campo pierdan los beneficios de esta primera alza real en los precios de los alimentos en treinta años.

A OSCURAS

Tarde o temprano se paga el precio de la irresponsabilidad. El pasado Gobierno de Néstor Kirchner en Argentina congeló los precios de la electricidad y el agua. La falta de inversión llevó a fallas en el suministro a las que el presidente respondió con multas a las empresas de electricidad y retirando la concesión a las firmas privadas que suministraban agua. Este fin de año ha sido dramático por las fallas en el suministro de electricidad y agua. Ahora Cristina Fernández de Kirchner, esposa y sucesora, ha tenido que aumentar el precio de la electricidad e introducir el horario de verano en un esfuerzo desesperado por enfrentar la situación.

Página de Internet: www.sergiosarmiento.com

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