Las demencias deben entenderse como trastornos de pérdida de la función cognitiva: disminución de la memoria y cambios de conducta, principalmente.
Diabetes y depresión, combinados con hábitos desordenados y una dieta pobre, disparan los riesgos del olvido.
La enfermedad que borra la memoria y arruina la vida, el Alzheimer, no es una tragedia que ocurra sólo a ancianos, también se puede dar en una etapa temprana y hace caer en el olvido a gente de entre 30 y 40 años, etapa en la cual es más difícil de diagnosticar.
El proceso se relaciona con el cromosoma 19, conocido como APOE4, un factor de riesgo heredado, que provoca una serie de cambios metabólicos.
El doctor Andrés Roche, especialista en sicogeriatría, explica que ese cromosoma tiene que ver con el metabolismo (producción de colesterol y aparición del síndrome metabólico) y provoca que la persona relativamente joven comience a sufrir deterioro en su capacidad de autonomía y de funcionamiento intelectual.
En todo caso hay que mantener bien armada la defensa y no olvidar que “un problema de memoria siempre debe ser evaluado clínicamente”, realizar pruebas que exploran memoria y orientación temporal y espacial, también analizar —de modo sistemático— funciones como atención, concentración, lenguaje, articulación, dominio del habla y comprensión, así como tareas de planificación y ejecución, dice el especialista.
Datos alarmantes
El médico indica que —de no cambiar la tendencia— en el 2020 habrá 20 millones de adultos mayores que necesitarán tratamientos por deterioro cognitivo. En México, 5% de los mayores de 65 años padecen Alzheimer, porcentaje que pareciera bajo, pero a partir de esa edad el número de afectados se duplica en cada bloque de cinco años y llega a ser de hasta 45% en gente de 90 años o más.
El sicogeriatra Roche dice que el envejecimiento es un proceso para el cual los jóvenes deben prepararse y saber que hay factores genéticos, aunados al estilo de vida, salud, sedentarismo, mala dieta y estrés, que llevan al desarrollo de una demencia.
Las demencias deben entenderse como trastornos de pérdida de la función cognitiva: disminución de la memoria y cambios de conducta, principalmente. Una depresión no tratada atrofia áreas cerebrales, como la del afecto, y eso a la larga genera problemas cognitivos y/o depresiones crónicas.
Túnel del tiempo
El doctor advierte que a partir de los 40 años, algunas personas pueden observar una disminución de la capacidad cognitiva, debido a algún accidente físico. Algunos estudios dejan ver que pueden tener como origen pequeños ataques cerebrales y sabe que los factores cardiovasculares tienen que ver con el desarrollo de demencias.
Una cosa que nadie debe olvidar es que no todas las personas tienen como destino el olvido, “hay gente que tiene un estilo cognitivo más intuitivo, por ejemplo, que no se aprenden los nombres de las calles o personas, pero que siempre han sido así”, comenta. El problema real se da cuando personas jóvenes presentan disminución en su capacidad cognitiva notoria.
La prevención es una defensa efectiva y las clínicas de la memoria ofrecen opciones. Entre ellas los gimnasios mentales, que ayudan a mantener la capacidad cognitiva funcional. Un estudio publicado por la revista Journal of the American Medical Association indica que el entrenamiento mental atrasa enfermedades como el de Alzheimer y otros trastornos de la memoria.
Un diagnóstico temprano ayuda a los pacientes y sus familias a planear el futuro, les da tiempo para considerar las opciones de atención, como las dirigidas a tratar el problema cognitivo con terapias farmacológicas como la memantina, empleada por los médicos para inhibir la progresión del padecimiento en las etapas temprana, media y avanzada.