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Ambulantaje, una forma de vida

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Yohan Uribe Jiménez El Siglo de Torreón

Con la reubicación de los comerciantes informales, el rostro del Centro Histórico cambiará por primera vez en muchos años. Por ahora, el paisaje es el mismo que desde hace lustros: puestos de todo tipo obstruyen las banquetas de las avenidas Hidalgo y Juárez ante la mirada recelosa de los comerciantes establecidos. Pero los vendedores defienden su trabajo y lo que llaman su derecho a ganarse la vida.

“Así es la vida de caprichosa, a veces negra, a veces color rosa... ”, es el verso de una canción popular que se escucha en un puesto de discos “piratas” ubicado sobre la avenida Juárez a la altura de la Galeana, mientras que a unos cuantos metros disfrutan su comida por lo menos 11 personas que degustan apetitosamente, lonches, mariscos y tacos, en la banqueta de la calle, donde se ubican 7 puestos ambulantes de comida.

El primer cuadro de la ciudad de Torreón es un mercado. Por las calles que se encuentran entre la Presidente Carranza y la Morelos, desde la Múzquiz hasta la Galeana, los transeúntes laguneros pueden tener a la mano cualquier cantidad de productos que ofrece el comercio informal, desde electrónicos, comida, herramientas, pasando por subvenir, hasta la última cinta que se exhibe en las carteleras de los cines. Un fenómeno social y económico del que dependen cientos de familias.

Berta cumple el próximo mes de septiembre 21 años de estar trabajando en el comercio informal del Centro Histórico, dos de sus cinco hijas también trabajan como vendedoras ambulantes cerca del puesto donde ella se gana la vida. Aunque nunca ha manejado un rubro de mercado fijo, comenta que siempre está vendiendo “lo que se mueve más”, una temporada dulces, otra broches, hebillas, cintas, ropa interior, o en septiembre todo tipo de objetos conmemorativos de la Independencia.

“Aunque muchos no crean uno trabaja acá porque necesita vivir de algo y en otro lugar no le dan empleo, menos cuando uno no sabe leer ni escribir, lo único que uno busca es ganarse el pan de manera decente. Me ha tocado vivir desde hace muchos años maltrato, decomisos de mercancía, y abusos por parte de las autoridades, que no entiendo por qué no persiguen a los ‘cholos’ y a las prostitutas”, dice Berta mientras ofrece un peine a un cliente que se detiene a las 2 de la tarde frente a su puesto, el cual es azotado por los rayos del sol que recuerdan que estamos a 41 grados de temperatura.

SUB-EMPLEO INFORMAL

La realidad de muchos vendedores informales del Centro de la ciudad es más difícil. Don Manuel al igual que las dos hijas de Berta, vende dulces, cigarros sueltos, y semillas, entre otras cosas, pero como ellas, tampoco es propietario de su puesto. Trabaja para alguien más. De los 7 años que tiene como vendedor ambulante, ha pasado 4 como “torero”, como se le llama a los vendedores que no tienen un puesto, sino que ofrecen su mercancía en triciclos, canastas, tablones o en la mano, caminando por algunas calles donde los comerciantes organizados les permiten trabajar.

Según dice Manuel, algunas personas tienen varios lugares y los rentan o ponen todo para que alguien trabaje pagándoles un “sueldo”. El puesto de los jugos, comenta Manuel mientras señala a su lado izquierdo, funciona las 24 horas, hay tres turnos de 8 horas, igual que muchos puestos de comida, aunque ellos están mejor porque son considerados fijos, y hasta servicios públicos tienen (agua y luz), o sea, que les llega recibo, “nosotros los semifijos batallamos más, con el clima, la tierra, y la lluvia, ahora para acabarla de amolar salen con esto de la reubicación”.

La mayoría de los vendedores del Centro Histórico coincide con el temor de la reubicación. Los informales manifiestan que las personas que transitan por el Centro están acostumbradas a que se les ponga la mercancía casi en la mano, muchos ni siquiera tienen pensado comprar algo hasta que lo ven cerca. Razón por la que piensan que al ser reubicados en el corredor comercial que planea el Municipio, el número de personas que caminarán por ahí será mínimo, solamente quienes estrictamente requieran pasar por el lugar, y esto repercutiría directamente en sus ventas.

HABLAN LOS ‘PIRATAS’

En los llamados puestos “piratas” del comercio informal el silencio es común, sólo lo rompe el último éxito de algún cantante de moda o una escena de acción del más reciente estreno de Hollywood. Pocos hablan de su situación. Un vendedor que solicitó omitir su nombre y ubicación, accedió a dar algunos comentarios:

“Nosotros no le hacemos mal a nadie, estamos organizados, tenemos nuestra manera de trabajar y vivir, el lugar en el que yo trabajo no es mío, pago una renta al igual que muchos compañeros que nos ganamos la vida honradamente, la mercancía se la tenemos que comprar a una sola persona, que es un líder y tiene varios puestos. Pero así lo aceptamos y estamos a gusto, ese sistema nos funciona, yo tengo tres hijos que estudian y comen, pago renta, sostengo un hogar y de esto vive mi familia. ¡Trabajo¡ no robo ¿Eso sí es malo verdad? Uno está aquí porque no hay trabajo y algo tiene qué hacer”.

El grueso de los vendedores informales cree que cuando el Ayuntamiento les cobra un impuesto a sabiendas de que ofrecen al público “piratería” —ya que su producto está totalmente a la vista cuando los empleados municipales recaudan la cuota, esto los regulariza—, o le quita la facultad a cualquier autoridad de actuar legalmente sobre ellos o sus mercancías. “Porque los mejores clientes para la cumbia y los vallenatos son los mismos polis”, dice el vendedor mientras le quita la tierra de encima al reproductor de DVD donde prueba sus productos.

Sin embargo, uno de los productos que más se venden después de la comida, dicen los comerciantes, es la reproducción “pirata” de música y películas. Mientras conversábamos con el vendedor le preguntamos a un hombre de mediana edad que compró una película con sus hijos, si sabía que estaba mal comprar “piratería”, a lo que contestó:

“Lo que está mal, es que en el país tengamos un sueldo miserable (850 pesos a la semana, en una maquila) que no nos alcanza ni para las tortillas que están subiendo día a día, ni modo que compremos una película original en 400 pesos ¿Qué no tenemos derecho a ver nada? Primero que nos paguen bien y luego sí compramos todo original”.

LA VOZ DEL COMERCIO FORMAL

En el primer cuadro de la ciudad también suena el eco de otras voces que se manifiestan ante el fenómeno, las del comercio formal. El gerente de una reconocida tienda de zapatos frente a la que se ubican varios puestos de comida, comenta que sus ventas disminuyen notablemente mes con mes, explica que para la gente es más cómodo ir a comprar a un centro comercial donde hay estacionamiento y pueden caminar, que comprar en el Centro, ya que no se puede caminar por las banquetas y no hay visibilidad para las vitrinas donde exhiben su mercancía.

Muchos comerciantes formales del Centro Histórico, también hablan de la incomodidad de los ambulantes, algunos negocios de comida señalan la desventaja en la que se encuentran frente a su competencia informal, ya que ellos pagan impuestos, renta, servicios públicos y nómina, entre otros. El negocio de Julio se encuentra casi vacío a las 11:00 de la mañana, parece ser que los licuados, gordas, lonches y demás alimentos que ofrece, no encontrarán destinada una boca, debido a que sus productos se encuentran en la calle, más baratos que en su fonda.

De esta manera algunos propietarios de negocios formales se quejan del comercio ambulante, aunque según los mismos vendedores un buen número de puestos de la calle que venden dulces, ropa, y objetos pequeños, se surte de los negocios formales del mismo Centro, donde incluso los ambulantes tienen crédito sin ninguna granita más que la palabra, la antigüedad de quien los solicita y la honestidad de los informales que viven de este trabajo.

Radiografía del comercio informal

Tipo de puestos

Los 380 puestos ambulantes se dividen en:

Fijos: Son los establecimientos ambulantes al pie de la banqueta y su estructura es fija; normalmente gozan de algunos servicios públicos, tales como agua, luz, gas, teléfono o drenaje.

Semifijos: Son los puestos que requieren una estructura para la venta de sus productos, sin embargo dicha estructura se instala y desinstala al inicio y al final de la jornada, son puestos que generalmente carecen de servicios; aunque algunos de manera clandestina se conectan a la red de energía eléctrica, el drenaje o el agua.

Toreros: Son todas aquellas personas que ambulan por la calle según el tráfico y la afluencia peatonal, con antojitos, novedades, tecnología, utensilios y otros productos. Generalmente exhiben sus productos en canastas, manteles, tablones o incluso en la mano.

En números

De cada 10 puestos ambulantes ubicados en el Centro de Torreón, 4 son fijos, 5 son semifijos y 1 es torero.

4 de cada 10 puestos ambulantes que cohabitan con el comercio formal están relacionados con el giro de los alimentos:

Calientes: gorditas, burros, tacos, tortas, flautas y otros.

Fríos: frutas, jugos, frituras, semilla y dulces, entre otros.

Los puestos de comida son los que poseen la mayor cantidad de servicios públicos:

De los puestos que tienen agua y gas el 80 por ciento son de alimentos.

De los puestos con luz o servicio de teléfono el 50 por ciento son relacionados con comida.

De los puestos que tienen drenaje público el 75 por ciento tienen que ver con alimentos.

1 de cada 10 puestos ambulantes vende:

Películas, música y juegos de video “piratas”.

Ropa y regalos para toda ocasión.

Accesorios para dama y caballero, cinturones, anillos, relojes, ligas para el cabello, etcétera.

Proporción de servicios públicos en el comercio informal.

Agua potable 1 de cada 4 puestos.

Luz eléctrica 1 de cada 2 puestos.

Gas 2 de cada 10 puestos.

Teléfono 1 de cada 20 puestos.

Drenaje público 1 de cada 10 puestos.

El subempleo

La mitad de los negocios ambulantes en el Centro de la ciudad tiene al menos una persona contratada.

El 33 por ciento tiene por lo menos dos personas al servicio del negocio.

El 84 por ciento de las personas con negocio ambulante vive únicamente de esos ingresos.

Y el 40 por ciento de las personas recibe otro ingreso que es por el sueldo de un empleo formal y el 20 por ciento por un ingreso familiar.

Antecedentes

Tiempo de trabajar en el comercio informal 10-15 años promedio.

Tiempo de tener el negocio ambulante 0 - 5 años promedio.

Los permisos para trabajar en la calle 1 de cada 4 puestos no cuenta con permiso del Municipio.

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