Golazo de Enrique Esqueda. El chico suele marcar las más difíciles; las sencillas se las vuela con imperdonables fallas. (jammedia)
Regresó el Guillermo Ochoa salvador, de un América con defensa de gelatina, toda temblorosa. Las Águilas deben el empate (1-1 ante el Atlas) a su arquero, una cinta que se repite frecuentemente, no importa el nombre del técnico emplumado.
Ramón Díaz castigó a los elementos que consideró no han aportado lo que el equipo necesita para salir de la mediocridad en la que está sumergido. Así, dejó en la banca a Sebastián Domínguez, Federico Insúa y Alejandro Argüello. Ismael Rodríguez y Rodrigo Íñigo regresaron a la central, pobre actuación de estos dos, con Ochoa rescatándolos de un regaño del estratega.
A pesar de lo alternativo que lucía el equipo, las Águilas se plantaron firmes en la cancha del Jalisco.
Preocupados por evitar los errores que les tienen señalados como de los peores en el torneo, sufrieron para mantener su portería intacta. Cuando fallaron, Ochoa actúo como héroe. Tres ocasiones claras de los atlistas desviadas por el guardameta emplumado.
Golazo de Enrique Esqueda. El chico suele marcar las más difíciles; las sencillas se las vuela con imperdonables fallas. Minuto 27: José Antonio Castro (quien regresó al cuadro titular) sacó un centro retrasado. Esqueda se echó para atrás, buscó el balón, acomodó el cuerpo y al bote sorprendió a todos, prendió el balón para hacer del 1-0 un tanto espectacular.
Preocupación entre los Rojinegros. Ni Ariel Bogado ni Gonzalo Vargas funcionan como el estratega Miguel Ángel Brindisi quisiera, como lo hicieron en la Jornada 1. Claro que entonces se enfrentaron a unos Jaguares que ayudaron a que el espejismo rojinegro engañara a sus aficionados, hoy con la decepción de que el equipo no camina.
Sin pegada de los delanteros, fueron los defensas rojinegros quienes sacaron el orgullo que queda en el plantel. Diego Colotto y Hugo Ayala se combinaron para igualar los cartones (66’). Jugada a balón parado, por el aire, ahí en donde les duele a los marcadores americanistas, quienes simplemente no ven el día en que puedan dejar en cero su lado del electrónico.
En la guerra de estrategias, El Pelado buscó amarrar la mediacancha con Argüello e Insúa. Brindisi contestó con la juventud, no hay más. Y el ímpetu rojinegro estuvo a nada de darle a los locales el triunfo. Pero de nuevo Ochoa.
También el arquero atlista Jorge Bava tuvo sus buenas intervenciones, tan importantes como las del americanistas, aunque no tan gritadas, pese a que estaba en casa. Al final, el punto parece justo, según lo que ambas escuadras hicieron, con todo y esas carencias que los tienen sobre la lona. Buscan ponerse de pie, pero vuelven a caer, con las piernas temblorosas, como gelatinas.
