Andrés Manuel López Obrador, encabezó una marcha hacia el zócalo capitalino, donde realizó una asamblea más del Movimiento en Defensa del Petróleo. (El Universal)
Condiciona el perredista el acuerdo al retiro de las iniciativas de privatización de Pemex.
Por primera vez desde que inició su movimiento de resistencia en el 2006, Andrés Manuel López Obrador aseguró ayer en el Zócalo, estar dispuesto a dialogar y construir un acuerdo con sus “adversarios” y con todas las fuerzas políticas nacionales, para aplicar en el país un “plan anticrisis” de rescate al país.
Sin embargo advirtió –ante la posibilidad de que el IFE multe al PRD con 13 millones por la toma de tribunas del Congreso, previo a la discusión de la reforma energética- que “no habrá multa o sanción que nos impida ejercer el derecho constitucional de manifestación”.
Reiteró que “si Calderón y las cúpulas del PRI y del PAN insisten en aprobar un dictamen que privatice la industria petrolera, vamos a movilizarnos, habrá resistencia civil pacífica”, sentenció el dirigente.
El plan anticrisis, según dijo, se aplicaría desde el Congreso y los acuerdos estarían sujetos, entre otras cosas, al compromiso de retirar en definitiva las iniciativas de privatización de Pemex y a cambio de ello, apoyar el Programa de Acción inmediata para el fortalecimiento de Pemex.
El plan anticrisis consiste, entre otros puntos: cambiar la actual política económica; fortalecer la producción interna para evitar más desempleo y disminuir el déficit comercial; disminuir en 200 mil millones de pesos el gasto superfluo del Gobierno y utilizar los 200 mil millones de excedentes petroleros.
Con esa bolsa de 400 mil millones de pesos, dijo, se podrían financiar proyectos de alto impacto económico para mejorar el nivel de empleo, la competitividad y atemperar la crisis social y el clima de inseguridad, advirtió ante un zócalo atiborrado donde también por primera vez no se refirió al presidente como “pelele” o “espurio”.
Advirtió que “para enfrentar esta crisis, lo primero que se tiene que hacer es cambiar la política injusta y excluyente, que es la acusa principal del empobrecimiento, de la inseguridad y de la violencia” sentenció ante una masa casi fanática, que en su frenesí agredió a un camarógrafo de Televisa, a 100 pasos del templete de López Obrador.
La multitud tomó nuevamente Reforma, desbordó las calles de Madero y Pino Suárez, que vitoreó a López Obrador hasta su entrada al zócalo de la Ciudad de México, como hace dos años.
En medio de esa efervescencia, de esos ánimos caldeados, López Obrador pronunció un discurso, que por primera vez en dos años quiso ser conciliador. Ahí, ante sus millares de seguidores, dijo estar dispuesto a dialogar siempre y cuando se aplique una nueva política que tenga como objetivo central la atención a las necesidades del pueblo.
El perredista lamentó el atentado ocurrido el 15 de septiembre en Morelia donde murieron ocho personas y hubo más de cien lesionados.
López Obrador también envió un mensaje de reconciliación al sector privado: Es necesario aclarar, dijo, que no estemos en contra de quienes con esfuerzo, trabajo y de conformidad con la Ley, crean riquezas y generan empleos, sino de aquellos que de la noche a la mañana amasan grandes fortunas en la ilegalidad o al amparo del poder público.